_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El eurocomunismo, táctica desesperada

El eurocomunismo o, aclarando lo que significa este sustantivo, el conglomerado de intereses, necesidades y problemas de subsistencia de los partidos comunistas de Europa occidental que dirigen Carrillo, Marchais y Berlinguer, no es ni más ni menos -en su aspecto político- que una táctica desesperada para romper el aislamiento, la asfixia inexorable y el agotamiento de perspectivas que padecen las organizaciones que han acuñado este neologismo ambiguo, desnaturalizante y lleno de contradicciones. Lo cual pone de manifiesto, además, que el motivo que ha conducido a la elaboración de este vocablo y postura política, es la mejor demostración y el reconocimiento no confesado del fracaso e impotencia en los cuales se hallan hundidos el comunismo y sus partidos, por cuanto se refiere a la conquista del poder o a su participación en el mismo, en las naciones de esta área geográfica.Es un fenómeno de contención y desgaste ideológico- político que se inició nada más concluir la segunda guerra mundial y verificarse el reparto de nuestro planeta en zonas de influencia de las dos superpotencias, o sea, de la URSS y de Norteamérica Pero fue a partir del célebre informe-acusación de Kruscheff contra el «culto de la personalidad» y el estalinismo (XX Congreso del PCUS, 1956) y de las invasiones por los ejércitos soviéticos de Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), para reprimir y aplastar implacablemente el derecho de los pueblos de estas dos naciones a encontrar y edificar -de acuerdo con sus circunstancias históricas, idiosincrasia e Interpretación política- su propio camino hacia el socialismo, cuando se produjeron las mayores convulsiones, exámenes de conciencia, críticas, protestas y rebeliones, contra la hegemonía de la URSS, entre los intelectuales, dirigentes y militantes de los partidos comunistas de Europa occidental. Fue como si ante los ojos atónitos e incrédulos -de todas estas personas- hubiese desaparecido en un instante el bosque frondoso y bellísimo que ocultaba y hacía ignorar la existencia de un paisaje repelente, descorazonador y cargado de los peores presagios para la humanidad progresista.

Degeneración del Socialismo

Sin duda, todos estos acontecimientos de importancia vital -en unión de otros muchos que todos conocemos o, al menos, esta es mi suposición- son los que han puesto de manifiesto y demostrado que «el comunismo es la degeneración del socialismo». Opinión que en cierto modo coincide con la de Trotski cuando dijo «que la URSS era un Estado obrero degenerado ».Entonces, ¿por qué esa contumacia e insistencia en querer salvar, mantener y disfrazar con nuevos e inútiles ropajes una concepción, actuación y trayectoria políticas que en la praxis han fracasado totalmente y conducido -a las naciones en las cuales se han impuesto aplicando una violencia nazi-comunista y eliminando toda clase de libertades- a un callejón sin salida donde sólo imperan la desesperación y frustración del hombre?

Todo esto nos conduce a una sola y auténtica realidad: un partido comunista, se vista como quiera, cuando llega al Gobierno de una nación procura -como es lógico- acaparárselo por entero y para lograrlo sólo tiene un medio en sus manos y concepción científica: establecer la dictadura del proletariado, la cual indefectiblemente termina cayendo en poder del aparato burocrático y convirtiéndose en un Estado antimarxista al servicio de una minoría oportunista, obtusa y carente de escrúpulos, sobre todo ideológicos.

Obstinación

Más podría, suceder -como afirman y prometen los partidos eurocomunistas- que tal estado de cosas no acaecerían aunque ellos obtuviesen el dominio del Gobierno en los países a los cuales pertenecen. Si esto fuese así en la realidad -hipótesis que yo no me creo, ni Dolores Ibárruri, la cual ha declarado: «Eso del eurocomunismo es una tontería y el único que se lo cree es Santiaguito.»- querría decir que los partidos, tantas veces mencionados, ni eran comunistas ni eran nada. ¿Es éste, en el mejor de los casos. el resultado que se cierne sobre el eurocomunismo o lleva consigo? Yo creo que sí. que es éste el mal incurable que lo aqueja. De ahí que yo acuse a sus partidarios y mentores de obstinación, de fracaso ideológico y de contumacia y persistencia en el error histórico que se verificó en los años veinte, al llevarse a cabo la escisión en los partidos socialistas y la fundación de los comunistas.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Autocrítica

Hoy es totalmente, evidente que a nuestros comunistas -sean éstos «euro» o no- sólo les queda una posibilidad lógica, honesta, viable e inteligente si quieren verdaderamente defender los intereses y anhelos de nuestra Patria y de los españoles demócratas: reconocer el error y perjuicios enormes ocasionados al campo progresista con la escisión histórica antes mencionada, o sea realizar una autocrítica pública, consciente y responsable, y retornar a las filas de un Partido Socialista español que sea la expresión, el aglutinante y el crisol de las grandes virtudes, fuerza y esperanzas de todos los hombres y mujeres que en nuestro país compartimos esta ideología y creemos en la realización de una vía coherente, moderna, vanguardista e hispánica hacia el socialismo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_