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Ultimos esfuerzos esta madrugada para evitar el fracaso del "diálogo Norte-Sur"

Una sesión «marathoniana», que se prolongó hasta primeras horas de la madrugada de hoy, debe aportar un compromiso final entre el grupo de los «ocho» industrializados y los «diecinueve» en vías de desarrollo que, en el marco del «diálogo Norte-Sur», intentan definir en París las bases de un «nuevo orden económico internacional».

A pesar de que el petróleo divide a países consumidores y países productores, el «diálogo Norte-Sur» será salvado, en cuanto a sus formas, para evitar un enfrentamiento público entre países «ricos» y países «pobres», clasificación utilizada con frecuencia para ilustrar esta Conferencia para la Cooperación Económica Internacional, pero que tiene mucho de peyorativo. En realidad, se trata de un diálogo, o de un «monólogo» entre bloques de potentados.Quienes llevan, la voz cantante en las negociaciones de la avenida Kleber de la capital francesa son los «nuevos ricos», productores de petróleo y los «ricos» industrializados, que ven amenazada su prosperidad, a causa del costo de la energía.

España, alineada en el grupo de los «ocho» a pesar de su frágil riqueza económica, ha jugado un papel más de prestigio que de efectividad. Se ha unido, con proyección de futuro, al bloque de países occidentales, europeos en particular, que carecen de materias primas y sufren los efectos del alto precio de¡ petróleo. Su contribución real al «diálogo» en materia de ayuda al Tercer Mundo resultará casi simbólica. Aunque los medios hispanos se abstienen, por el momento, de definir cuál será la parte de Madrid en los mil millones de dólares de ayuda a los países más desheredados del planeta, se comenta que no superaría los dos o tres millones de dólares. Más de 11.000 millones de deuda exterior española, una inflación casi tercermundista y una dependencia exterior casi total en materias primas obligan al «realismo».

La OPEP quiere conservar su arma política: el petróleo

Toda la conferencia ha estado a punto de naufragar por las diferencias entre países consumidores y países productores de petróleo.El sector de los «ocho», con Estados Unidos ala cabeza, lanzó la idea de crear un «grupo consultivo» para tratar en el futuro los problemas energéticos. El de los; «diecinueve» rechazó la idea que -señaló- podría convertirse en una interferencia de los países consumidores en los asuntos de la OPEO (Organización de Países Productores de Petróleo). A lo sumo estaría dispuesto a integrar la energía, es decir, el petróleo, en el conjunto de una prolongación del «diálogo Norte-Sur» en los foros apropiados de las Naciones Unidas. A pesar de las diferencias entre lo «duros» (Argelia, Irak, Perú) y lo «blandos» (Arabia Saudita, Irán, Venezuela), la OPEP conserva su arma de presión ante el bloque de países industrializados. La única concesión se interpreta como un gesto diplomático para que no deba atribuirse a la OPEP la ruptura del «diálogo»: En el futuro se hablará. de energía, pero los países productores seguirán siendo dueños de su, en muchos casos, única riqueza.

Un estímulo al desarrollo

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Por su parte, el grupo de los «ocho» amenazó con retirar su oferta de crear un «fondo común» para la estabilización de las cotizaciones de materias primas, si no obtiene un mínimo de concesiones en lo energético. La «voluntad política» deberá concretarse en noviembre próximo, cuando se reanuden las conversaciones en Ginebra, en la UNCTAD, para definir las modalidades de un mecanismo de estabilización de beneficios para los países productores de materias primas.En asuntos financieros los países industrialzados -a riesgo de hundir el sistema bancario internacional y desprestigiar el sistema de créditos internacionales- se niegan a «perdonar» la deuda exterior, de casi 200.000 millones de dólares, del Tercer Mundo. Dos países, Canadá y Suecia, prometen cierta flexibilidad en sus créditos. Los demás quieren cobrar, aunque sea con demora.

La ayuda especial de mil millones de dólares, cuya donación habrá que estudiar «caso por caso», como dicen los norteamericanos, es el único gesto «financiero» del «diálogo Norte-Sur». A un nivel más bajo, pero quizá más realista, el grupo de los «ocho» aprueba la ayuda al desarrollo agrícola (cuya producción en los países en vías de desarrollo debería aumentar en un 4%), la formación de stocks alimenticios de seguridad, cereales en especial, y la creación de un programa decenal para el desarrollo de las comunicaciones en el continente africano.

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