_
_
_
_
_

Se esperan pocos cambios en el mapa político israelí

«No hay dos profetas que profeticen lo mismo», dice una antiguo refrán judío, y la actual campaña electoral en Israel es una excelente demostración de ello. Todas las paredes de las ciudades principales están cubiertas con afiches de los modernos profetas políticos que tratan de sacudir la indiferencia del votante y obligarlo a pensar en el día 17 de este mes. Ese día, la población del país irá a los comicios sin entusiasmo y sin alegría. Desde las pequeñas aldeas árabes de Galilea, hasta la ciudad balneario de Eilat, en el Mar Rojo, en cada lugar habrá una urna lista para recibir los sobres del votante.

No hay dos voces iguales en la cacofonía de la propaganda electoral. Además de los partidos principales, 36 nuevas listas tomarán parte en la confrontación política. Hay de todo: listas improvisadas en torno a intereses comunitarios, un partido exclusivamente femenino, los panteras negras, y, en un rincón, unimillonario analfabeto que se presenta sólo, apoyado en su abundante bolsa, con la esperanza de que si logra ser electo, estará a cubierto de la amenaza de extradición a Francia, donde está acusado de haber malversado muchos millones de francos y de no haber pagado sus impuestos.Pero, lógicamente, la batalla está entre los dos partidos tradicionales y un advenedizo que irrumpe en la escena política con muchos bríos. En primer término, el Alineamiento, que es la agrupación política oficialista, integrada por el Partido Laborista, la fracción de la Unidad Obrera y el Mapam, partido de izquierda que no se atreve a presentarse sólo en las elecciones. El Alineamiento detenta la mayoría en coalición gubernamental desde que se fundó el Estado de Israel. En los últimos tiempos ha sufrido un grave deterioro en su imagen pública, y la última crisis provocó el alejamiento del primer ministro Itzjak Rabin, que estaba designado para encabezar la lista en estas elecciones.

Frente al Alineamiento se halla su antiguo rival, el Likud, agrupación de derecha que aspira a encabezar algún día la coalición gubernamental y se debate entre la necesidad de mantener al frente a su veterano (y desgastado) líder, Menaje Beigin, y el deseo de mostrarse como una fuerza renovadora, verdadera alternativa del Alineamiento. Esta vez la paridad de fuerzas entre los dos grandes bloques -el de centro-izquierda oficialista, y el de la derecha- será mayor que en ocasiones anteriores. Ambos tienen posibilidades de obtener entre 35 y cuarenta mandatos cada uno, de los 120 del total. El recién llegado es el Movimiento Democrático para el Cambio, que encabeza el profesor Ygael Yadin, figura de prestigio por que nunca, hasta ahora, actuó en política, encabeza una lista de «gente de buena voluntad», donde hay desde políticos veteranos que han pasado por todos los partidos tradicionales, hasta tecnócratas que proceden de las filas del Partido Laborista. Este nuevo partido es una incógnita que desafía las predicciones de todos los observadores.

El electorado israelí es eminentemente conservador. Hay dos cosas que el israelí medio no está dispuesto a cambiar su filiación política y su equipo de fútbol predilecto.

La importancia de estas elecciones trasciende con mucho las fronteras de Israel. El conflicto árabe-israelí es una bomba de relojería que Estados Unidos se propone desmontar antes de que estalle. Israel sabe que la alternativa es dramática: o un acuerdo de paz o una guerra inevitable. Por eso, mucha gente que duda, votará en definitiva por el Alineamiento, para crear una base firme a una coalición que pueda enfrentar cualuiera de las dos alternativas: a paz penosamente negociada o la guerra con sus desastrosas consecuencias.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_