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Tribuna:El Pais Valenciano, a la hora de la verdad/y 3
Tribuna
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A modo de contricción

Esta exclusión del País Valenciano de la comisión negociadora era una posibilidad, con tantas probabilidades, que planteó a la Taula serios problemas.Es cierto que la Taula hizo un gran esfuerzo, pero, a la vista de los resultados, no el suficiente. Y hoy nadie debe señalar como excusa las deficiencias de otros partidos, pues la responsabilidad es de todos. Ni tampoco resulta convincente la resolución de quedarse como partido valenciano al margen de los acuerdos adoptados por la Oposición del Estado, y aceptarlos como Federación o como Equipo. En la última reunión de Madrid hubo, por nuestra parte, al menos un cuádruple fallo. En primer lugar, en los partidos estatales o federales a nivel del Estado, que actúan en el PV, al no haber sabido imponer el reconocimiento del País Valenciano dentro de los planteamientos de sus propias organizaciones. En segundo lugar, en la TauIa, al no haber comprendido que la negociación debía haberse hecho antes y que la comisión llegaba prácticamente pactada a la reunion, con la aquiescencia, básicamente, de Madrid y Cataluña. En tercer lugar, no haber enviado una delegación mucho más amplía y representativa del propio País Valenciano, sin que ello desmerezca la importante labor de quienes allí fueron. Una comisión en la que se debían haber incluido representaciones externas a la Taula (Partido Popular y Partido Liberal), junto con todos los partidos que la componen, en lo posible al más alto nivel, y una presencia efectiva de todas las comarcas del País, y no sólo de la ciudad de Valencia. Téngase presente que se trataba de la adopción de la decisión más importante y definitiva de toda la Oposición con respecto al País Valenciano, y que era éste, precisamente, el punto conflictivo.

Y en cuarto lugar, en este momento, nuestro planteamiento tropieza con similares problemas técnicos, a nivel de asunción por todo el Estado, a los de las islas Baleares y Canarias. No quiere ello decir que la situación sea idéntica, ni que las soluciones a adoptar deban ser iguales, sino, tan sólo que el País. Valenciano, las islas y el archipiélago canario, tropezaban con el mismo impedimento, teóricamente jurídico, para pretender alcanzar algún tipo de autonomía antes de que la Constitución se elabore: haber carecido de estatuto en vigor. Era relativamente sencillo concretar una común estrategia con sus representaciones, que no hubiera marginado a quienes hoy en Espana pretenden su autonomía, con el lastre de no contar con una referencia histórico-jurídica estatutaria. Podría haberse conseguido algún tipo de acuerdo común, de modo que tal postura no quedara ausente de la famosa Comisión negociadora. Y ello, en beneficio de la propia comisión, por su mayor representatividad, dada la seguridad, en tal caso a la hora de la futura negociación,de que se iba a debatir el problema. Dejo el tema apuntado. por uanto cabe alguna acción todavía en este sentido.

Labor positiva

Hoy, desde fuera de ella, debo dejar constancia de la labor positiva de la Taula en este orden, a lo largo de estos ocho meses de existencia. Posiblemente sin su creación no estaríamos donde estamos. Pero también, todo hay que decirlo, los hechos demuestran que nos ha faltado al menos habilidad para haber planteado de un modo radical una exigencia posible, habiendo preferido, en ocasiones, un verbal planteamiento intransigente de una reivindicación imposible, tal como el veredicto de los acontecimientos se ha encargado de resaltar. No basta proclamar que «el hecho diferencial o la nacionalidad del PV es un hecho indiscutible en todos los aspectos» si luego somos incapaces de concretar en la práctica política tal circunstancia. Es más, me atrevo a señalar que una pretensión inoportunamente maximalista, no por ello es más valenciana, antes al contrario, es políticamente más incorrecta pues consigue un efecto diferente al pretendido, si es que sirve, de hecho, para retrasar nuestra autonomía.

Los valencianos, y el resto de los españoles, estamos en estos momentos inmersos en un proceso de cambio político de importancia. Se trata de conseguir nuestro autogobierno, y para ello considero imprescindible que la futura estructuración del Estado admita, desde un principio, la autonomía de toda región o nacionalidad que lo desee, haya o no tender un antecedente jurídíco en vigor hace ya cuarenta años. Tal concreción es preciso que sea efectuada a nivel constitucional. Lo cual exige, para que en su día así se consiga, preparar ya en la práctica el funcionamiento de tal sistema autonómico.

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Por lo que al País Valenciano respecta, y a causa de los motivos aducidos. se Impone la evidencia de un pacto que recoja a todos los partidos políticos que en Valencia operen. con el único fin de plantear camino concreto para llegar a conseguir este poder autonómico. Comprendo las dificultades que una propuesta de este tipo encierra. Puede plantearse, en primer lugar, la posible exclusión de los partidos estatales que actúan en el PV. Desde una perspectiva ajena a los mismos, pienso, de todos modos, que sería un grave error prescindir de ellos. de consecuencias además contraproducentes para la autonomía. Más aún, cuando de contrario se podría aducir que basta con suprimir una letra, o crear una federación o un equipo para jugar en los dos bandos, lo cual es, evidentemente, también inexacto. Es claro que hay partidos con una carea más valencianista que otros, no obstante, en beneficio de ese valencianismo, habría que intentar, al plantear el pacto pro autonomía, englobar en él a todos los partidos políticos democráticos que actúan en el País.

No se puede ocultar tampoco que el País Valenciano como proposición, opera y es utilizado de diversos modos. según la pers pectiva ideológica del partido que lo emplea. El País Valenciano es algo distinto, por ejemplo, para un partido de clase que para un partido interciasista. Por otro lado, tiene a veces diversos significados cuando seutiliza desde diferentes referencias geográficas: por ejemplo, Valenca-ciudad, La Safor, Vinaroz, Alicante, Orihuela, etcétera. Asimismo, cuando se hace desde comarcas castellano-parlantes o catalano-parlantes. Y todavía,desde perspectivas regionalistas o nacionalistas. Y dentro de éstas, cuando interfiere, con voluntad política, la idea de los países catalanes. Estas y otras muchas connotaciones plantean, de, modo evidente, la circunstancia de que el concepto País Valenciano ni es, ni será posiblemente nunca, unívoco. Lo que se traduce, obviamente, en la dificultad de plantear una estrategia común a todos los partidos políticos democráticos en orden a conseguir un único proyecto autonómico.

Apoyo popuIar

A la vista de ello, habría que rehuir la discusión concreta de una futura norma estatutaria, antes de saber el apoyo popular con que cada postura cuenta. Pero hay un punto común, a corto plazo, en que sí puede caber hoy el pacto: la autonomía es un avance democrático, la autonomía permite un acercamiento del poder a las gentes, y la autonomía trasladaría a los valencianos la gerencia de nuestros propios asuntos. En ello todos los partidos están interesados. El contenido de esa autonomía -de esa gerencia, de ese poder, de esa democracia-, ya se lo darán los partidos mayoritarios.

De otro punto, difícilmente habrá autonomía, y la experiencia es buena consejera, si no imponemos ya esta exigencia, aun antes de que las constiltuyentes redacten definitivamente la Constitución. con todo,el carácter provisional que, lógicamente, tal autonomía deberá tener. Y hay que presumir que esta exigencia se debe imponer al Estado central, donde mande quien mande, siempre hemos encontrado problemas para comprender cualquier cosa que no fuera más allá de, la simple delegación de poderes.

Se impone, en tal caso, al menos a mi criterio, un pacto entre todos los partidos políticos democráticos que en Valencia operen, para reivindicar una estructuración preparatoria de la autonomía, viable en estos momentos de transición. Y negociar, esta vez en serio, tal programa con Gobierno y Oposición de todo el Estado.

No podemos seguir en un voluntarioso amateurismo político con simplistas planteamientos infantiles. Y es bien triste que el País Valenciano sufra tan a menudo las consecuencias de la inexperiencia de hombres de buena voluntad y las consecuencias de la voluntad ambigua de hombres expertos.

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