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Reportaje:

La financiación del presupuesto de 1977

Con motivo de la presentación del Presupuesto del Estado para 1977 se ha señalado con alborozo el hecho de que se esté corrigiendo en los últimos años el desequilibrio entre los impuestos directos e indirectos. Con ello se quiere decir que el sistema fiscal va camino de una mayor equidad, porque es frecuente que, de la simple comprobación de que los tributos indirectos (que pesan sobre el mercado) recaudan más que los directos (que gravan la renta) deduzcan los entendidos una tendencia a la regresividad del sistema fiscal, que incidirá más sobre los más pobres al repercutir con mayor fuerza sobre los precios del mercado.,Si la cosa fuera así de sencilla y pudiéramos, sin más, formarnos una idea sobre la justicia, del sistema conociendo la relación impuestos directos/ impuestos indirectos, habría en verdad motivo de alegría. Como demuestra el cuadro núm 1 las diferencias entre ambos grupos de tributos se van acortan do y a corto plazo podrán igualarse las recaudaciones. Pero, aunque hay bastante verdad en la acusación de regresividad, es evidente que esas cifras significan poco en si mismas, y que fundamentar los juicios sobre el sistema tributario en ese utópico fifty fifty es demasiado superficial. Todo dependerá de cuáles son esos tributos directos o indirectos, de su significación particular y de los criterios de gestión. Puede haber tributos directos de intolerable iniquidad e indirectos bien ajustados a la idea que casi todos tenemos hoy día de la justicia fiscal.

Desglose de los impuestos más importantes

De ahí la necesidad de saber la importancia real de cada tributo, lo que unido al conocimiento de cómo funcionan, nos da una radiografía que facilita el diagnóstico sobre la salud del sistema. Con esa intención he elaborado el cuadro núm. 2, donde encontrará el lector los millones que recauda cada impuesto y el tanto por ciento que supone sobre la recaudación total. Como el cuadro está referido a los últimos tres años, es fácil comprobar la evolución de cada tributo en ese breve período.Puesto que los números cantan (demagogia de las cifras, que dirán algunos), debemos advertir que, para 1977, el tributo de mayor recaudación es el que recae sobre los rendimientos del trabajo personal. Entre los impuestos directos no hay ninguno que se le parezca ni en potencia ni en ritmo de crecimiento, lo cual matiza bastante, el optimismo ante el incremento de la cifra total de tales tributos directos. El impuesto sobre la renta quesería de verdad el único convincente en cuanto tal tributo general y personal, está estancado, lo que vemos con desesperanza. El, que graba las rentas de capital se ha moderádo mucho después de su espectacular subida de 1976, cuando aquello del gravamen de los intereses de cuentas corrientes (que, por supuesto, no caza los extratipos). El impuesto industrial va para atrás en términos relativos y el de sociedades ahí se anda.

El impuesto de lujo, a la cabeza de los indirectos

En el grupo de los indirectos nos encontramos con otro gigante: el impuesto de lujo. Lo cual está muy bien. ¿Pero grava realmente todo el lujo y, sólo el lujo? He aquí un buen terna para una investigación. Y dos sorpresas: el impuesto sobre el tráfico de las empresas y los especiales. se nos van para atrás y, reducen notoriamente su recaudación, con el ánimo evidente de aligerar peso a un mercado con fuerte inflación y la consiguiente dosis vitamínica a las empresas. Y, en cambio, las Aduanas suben considerablemente, pues duplican con desahogo la recaudación anterior, en un afán de proteccionismo y de equilibrar la balanza de pagos, confesado por el Gobierno. Por lo demás, pocas novedades. El impuesto de transmisiones, en el que había puestas algunas esperanzas de problemático fundamento, crece por debajo del ritmo presupuestario. Tabacos se mantiene, y el monopolio de petróleos aprieta lo que todos esperábamos, pues la política del Gobierno al respecto está bastante clara.Así que habría que dar un buen repaso a nuestros tributos directos, e indirectos antes de sacar Conclusiones sobre sus respectivas cifras recaudatorias.

Para facilitar una imagen de todo este asunto, ahí está el gráfico, en el que se representa la potencia y la velocidad de los principales tributos. Póngase el lector por un momento, al volante de la Hacienda e imagine que conduce el sistema tributario (no se deje llevar del vértigo). El gráfico que tiene delante es la aguja del cuentakilómetros. El impuesto sobre la renta ha corrido, desde 1973 hasta 1977 sin que nadie eleve su plano.

Crecimiento espectacular de la renta de aduanas

Algunos, como el impuesto sobre las rentas de capital y el de sociedades, parecía que iban a tomar velocidad en el kilómetro 1976, pero véase que recorren con prudencia el 1977. En ese mismo kilómetro el impuesto sobre el tráfico de las empresas da un frenazo sorprendente. Hacienda ha sido respetuosa con las normas de tráfico y no ha querido pasar de los cien mil millones de pesetas. Lujo recupera su velocidad y aduanas se lanza a tumba abierta. Sólo hay un vehículo al que se saca el máximo rendimiento, marcha con aplastante regularidad y aumenta su velocidad sin sobresaltos ni titubeos: el impuesto sobre las rentas del trabajo personal.De modo que han decidido que nos apretemos el cinturón, que hay que cuidar a los inversores y a las empresas con un aligeramiento fiscal y un hogareño proteccionismo, y que por ahora no cifremos muchas esperanzas en la imposición personal y patrimonial. Esperemos que el futuro nos depare. la suficiente estabilidad y trañsparencia política para afrontar la reforma fiscal.

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