Discos/Crítica

Quizá lo más difícil en el mundo de la música ligera sea llegar a estrella y continuar con un ímpetu creativo, o sobre todo con el contacto con el público que permite seguir entregándoles obras que les interesan y necesitan. Cada día que pasa estamos viendo que este es el principal problema de Kris Kristofferson, que se ha dejado arrebatar por otros varios el cetro del country rock del foIk-pop y de cuantas mezclas de estilos le eran tan gratas. Parece haber cambiado este interés por la música siguiendo una espectacular carrera cinematográfica -ha hecho más filmes que elepés- que le ha llevado a una consagración popular en sus actuaciones junto a Barbra Streissand y Sarah Miles. Ya habrán adivinado que no podemos, aplaudir mucho este nuevo LP de Kris. Lo poco que ha mejorado como cantante lo ha perdido como compositor, que era su vena fundamental. Ninguna de las canciones de este disco puede competir con los grandes temas que ha dado a la música de finales de los sesenta y principios de los setenta. En todo caso The Golden Idol y Eddie the eunuch podrán esperar a que lleguen otros intérpretes y le saquen algo más de rendimiento. Ni siquiera el espectacular despliegue de formidables músicos de estudio y de sus habituales voces de acompañamiento, Clydie King, Sherlie Mattews y especialmente Rita Coolidge, han servido para paliar la falta de inspiración del tejano.