Nuevo déficit en la balanza comercial británica
La balanza comercial británica ha vuelto a presentar números rojos. En julio, el déficit fue de 524 millones de libras, 200 millones más que en junio. La noticia produjo un inmediato descenso en el valor de la esterlina, que equivale ahora a 1,78 dólares. La creciente tendencia a la importación y la dificultad que los productos ingleses encuentran para colocarse en el mercado exterior han producido esta deprimente situación de la balanza comercial. El único dato positivo que pueden dar esas cifras es que en el renglón de importaciones figura el equipamiento que Gran Bretaña ha comprado en el extranjero para hacer más rentable los pozos petrolíferos del mar del Norte, de cuyo rendimiento depende en buena parte el futuro de esa balanza comercial, ahora tan desfavorable.En otro orden de cosas, la lucha contra la inflación parece que sigue alcanzando triunfos. La subida de los precios en el último mes ha sido mínima, lo que coloca el índice de inflación en condiciones tan positivas como las profetizadas por el Gobierno. El mantenimiento de los precios de productos de primera necesidad, como las patatas, los huevos y los tomates, han conseguido detener la tasa de inflación en un 13 por 100, medio punto por debajo de la cifra registrada en la última estadística, publicada hace un mes.
Se considera que el déficit comercial podría incrementarse en el mes inmediato si los marineros ingleses mantienen su amenaza de ir a la huelga si no se les concede un aumento de sueldo que al parecer se considera fuera del Código Oficial que controla las subidas salariales. El sindicato de marineros se reunió ayer en Londres. La decisión de los líderes sindicales es contraria a la huelga, pero no parece que la base laboral comparta esta actitud.
Si hay huelga, las posibilidades de exportación de productos británicos se reduciría considerablemente, porque la mayoría de los artículos que salen de este país al extranjero llegan por mar a su punto de destino.
Se espera que el ejecutivo sindical sea capaz de convencer a los marineros de que deben mantenerse en sus puestos o que, en todo caso, reduzcan el alcance de sus acciones. Sin embargo, entre los hombres del mar es total la oposición al Código de control salarial acordado por los sindicatos con el Gobierno. El sindicato de los marinos fue uno de los pocos que, cuando se discutía ese acuerdo, votó en contra de la disposición del Congreso de los «Trade Unions» aceptar la renovación de un sistema de restricciones como el presente.
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