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Entrevista:

Sospecho que se exagera la importancia del partido comunista, dice el ministro Solís

-Y bien, señor ministro, ¿el Solís de 1976 es el mismo que el de aquella etapa anterior, que el del Congreso Sindical de Tarragona, por ejemplo?-Hombre, no sé. Le diría que un poco más responsable, aunque responsable he sido siempre. Posiblemente más sentado, pero idéntico en cuanto a inquietudes sindicales y sociales.

Solís es posiblemente el hombre que más sabe de la Organización Sindical.

-Mire, en Tarragona, hace ocho años, dimos un gran paso para reformar nuestras estructuras sindicales, pero aquél paso fue, con todos los respetos, desaprovechado. Perdimos entonces una gran oportunidad y después hemos perdido ocho años.Pronto ha saltado a la conversación el tema de la reforma sindical considerada como necesariamente paralela a la reforma política. Solís, como otros ministros, ha preparado un informe sobre la misma, un informe que contiene disparidades con el del titular de Relaciones Sindicales. Hombres de la época sindical de Solís, por otra parte -Martín Sanz, por ejemplo- se han mostrado obstinadamente opuestos a toda reforma que no venga perfectamente controlada por la propia O.S.

-¿Es que hay oposición por su parte a la reforma esbozada por Martín Villa?

-No, no hay esbozada ninguna reforma, sino unas propuestas del ministro de Relaciones Sindicales, que es el lógico responsable de esta parcela. Con esas propuestas y las que hemos presentado otros miembros del Gobierno, elaboraremos un proyecto único, que será el definitivo.

Pregunto al ministro cuál es su concepto de un sindicalismo moderno y operativo, marco eficaz para que obreros y patronos diluciden sus diferencias. -Insisto en que, desaprovechada una etapa, hemos de planteamos el sindicalismo, en función del concepto actual de la empresa.

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No pudimos concretar un tipo de empresa donde todos, capital y trabajo, participasen en la responsabilidad, en la gestión y en los beneficios. Hay mucha gente, incluso, que considera tal posibilidad utópica. Ahora, en cualquier caso, el sindicalismo debe basarse en la independencia de las organizaciones de empresarios y trabajadores, a todos los niveles, pero acompañadas, también a todos los niveles, de organismos de encuentro y contacto para resolver entre sí sus problemas.

Se extiende sobre su concepto de sindicalismo, basado en el consenso y no en el conflicto. «Yo creo -dice- que estamos trabajando en el montaje de un sindicalismo, no sólo reivindicativo, sino también colaborador; un sindicalismo que sea práctico, útil y conveniente a nuestra Patria».

-El unitarismo sindical -sigue diciendo- no es problema y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) tampoco lo plantea. En mi opinión, debemos ceñirnos en todo lo posible a las recomendaciones que nos hizo el grupo de cinco expertos de dicha organización en el Congreso de Tarragona.

-Recientemente se ha celebrado el XXX Congreso de la UGT: ¿Cree usted positivo para el movimiento sindical español que se celebren reuniones de este tipo? Como miembro del Gobierno, ¿qué opinión le ha merecido la posibilidad de que tal Congreso secelebrase?

-Respondo a la primera parte de su pregunta con una afirmación: sí, creo que son positivas estas reuniones, siempre que tengan por objetivo buscar sinceramente un futuro basado en la comprensión y en un auténtico deseo de buscar nuevas fórmulas de participación y de superación de las viejas luchas clasistas. Respecto a la segunda parte de la pregunta, puedo decirle que la posibilidad de que el Congreso a que alude hayade celebrarse es una prueba inequívoca del propósito del Gobierno de practicar una política de apertura no siempre reconocida. Desgraciadamente, la respuesta no ha estado a tono con la actitud del Gobierno.

apunto al ministro que, en su idea componedora y no conflictiva, desde diversos sectores, tanto empresariales como obreros, se configura la idea, no bien definida. de un pacto social. ¿Qué piensa del pacto social?

-Pienso que cabe a muchos niveles. Podría haber un pacto general, total, es decir, vamos a estudiar los problemas más importantes que tener y vamos a llegar a un acuerdo sobre ellos, válido para todos los sectores.

-Cabe también un pacto por sectores o, incluso, un pacto. concreto para resolver determinado problema. Podría haber, lo que quizá fuera mejor, un gran pacto social y luego pactos parciales, para abordar numerosos temas, no sólo sociales, sino también de productividad, desarrollo, entendimiento en la transformación de la economía y otros muchos no menos interesantes, con evidente repercusión en el cuerpo social.

-Ahora bien, para que un pacto sea eficaz ha de estar respaldado por el firme propósito, de su cumplimiento por parte de los que lo suscriben. No es admisible que se elijan unos representantes, que éstos lleguen a unos acuerdos, y que los hombres de la base no acepten después esos acuerdos por no sentirse representados.

Me dirijo ahora al ministro del primer Gobierno de la Monarquía y le pregunto sobre los resultados del programa reformista elaborado para esta primera etapa del posfranquismo, puestos en duda a muchos niveles.

-Suponíamos qué la transiciónno iba a ser fácil y, sin embargo, creo que va mejor de lo- que pudimos pensar. El Gobieino, por encima de todo, ha tratado, por un lado, de perfeccionar, corregir y poner al día muchas cosas cara al mañana y, por otro, de modernizar las instituciones. Se han conseguido muchas cosas.

-Sin embargo, algunos sectores de la sociedad.se muestran partidarios de una ruptura democrática como liquidación del sistema político. ¿Considera usted admisible esta solución?

-No. Primero, porque no se va a producir; segundo, porque no la quiere nuestro pueblo; tercero, porque sería una insensatez y, cuarto, porque ya va siendo hora de que consigamos para España muchos años más de entendimiento y tranquilidad. A lo largo de nuestra historia, de vez en cuando hemos echado a rodar lo que había para recomenzar de nuevo y pienso que el pueblo español prefiere ahora modificar y actualizar lo que sea preciso sobre la marcha,-pero sin dar tumbos.

-¿Es usted partidario de la existencia de partidos políticos?

-No me importa que los haya. Es más, a éstas alturas, casi es preferible que existan y, de hecho, las asociaciones ya son como partidos. No me preocupan, con tal de que sean losjustos; lo que no podemos es desembocar en una atomización inoperante.

-¿Entre esos partidos que usted califica como »los justos» cabría el comunista?

-Sería una forma de comprobar su auténtica importancia, que sospecho se exagera. Pero el presidente Arias ha dicho que los grupos. y partidos antidemocráticos no entrarán en el juego democrático y yo ataco totalmente esa decisión.

-¿Cómo ve.el futuro político de España?

-Veo radicalizaciones y fraccionamiento, que es lo que más me preocupa. Cada español lleva dentro unjefe de grupo o partido político y las divisiones y subdivisiones se producen sin cesar. El peligro consiste en que hay otros grupos que, por el contrario, permanecen muy unidos y protegidos a través de importantes contactos en el exterior

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