Djokovic, o la vida al revés: a más años, mejor
El serbio anula el espléndido momento de Dimitrov (6-4 y 6-3, en 1h 36m), alcanza los 40 trofeos en los Masters 1000 y se eleva a las puertas de la Copa de Maestros
Suele suceder. Todo lo que reluce suele perder brillo cuando enfrente hay un mastodonte competitivo como Novak Djokovic, el ganador de los ganadores en esto del tenis. Con él al otro lado de la red, los rivales que con tanta fuerza y tanto brío vienen, caso de Grigor Dimitrov, acostumbran de repente a ir perdiendo el pulso y las sensaciones. No siente la pelota el búlgaro, un artista que estos días de otoño ha recuperado el vigor y el pincel, pero que en un abrir y cerrar de ojos, a la que pestañea, no encuentra la artillería ni manera alguna de hacerle daño al de Belgrado. Esto es una final, y ya se sabe cómo funcionan las cosas cuando Nole está sobre la pista, salvo extraña excepción. Rara vez perdona. Así que el desenlace de este París-Bercy (6-4 y 6-3, en 1h 39m) ofrece el fotograma que en 2009, 2013, 2014, 2015, 2019 y 2021: el serbio alza esa especie de cornamenta que se entrega al campeón y vuelve a cantar victoria. Son 40 en los Masters 1000.
Llora desconsoladamente Dimitrov en la banqueta por la impotencia, fruto de la tensión. Palmas para él, quién sabe si renacido de verdad, pero reducido sin miramientos por un deportista digno de estudio científico. A más años, mejor. Dura, dura y dura Djokovic. A sus 36 primaveras, el balcánico sigue reuniendo más y más méritos para alcanzar su objetivo de ser reconocido como el mejor de todos los tiempos, más allá de gustos, estilos, comportamientos, filias, fobias u otros ángulos. Cifras en mano, al comienzo de esta temporada ya había pocas dudas, pero completado ya prácticamente el recorrido de este 2023, a falta solo del festín venidero de la Copa de Maestros, la discusión es inexistente. No hay tenista con más filo ni más contundente que él, el hombre de todos los récords y la longevidad inagotable. “Encontré la forma de meter una marcha más cuando lo necesité”, resume. Gana y gana sin parar, pero quiere más. No le faltan alicientes por delante.
Sin ir más lejos, dos bien estimulantes: alcanzar los 103 trofeos que logró el suizo Roger Federer o, por qué no, el récord de 109 que posee el estadounidense Jimmy Connors. Acumula de momento 97, pero de seguir la cosa igual, la doble meta no es ni mucho menos una utopía. Tampoco parece descabellado que atrape algún día el oro olímpico, pero esa ya es una cuestión de futuro. Hoy por hoy, y cuando la última hornada de jugadores asoma amenazante y ofrece argumentos para pensar en un nuevo ciclo, él sigue cerrándole la puerta a golpe de castigo. En este curso jugado a la carta y en el que Carlos Alcaraz le ha abordado como un cuchillo, resiste, contragolpea y abre brecha. Junto con el español, Nole es el que más títulos ha festejado (6) y el más dominante en los grandes escenarios, llámense Grand Slams o el segundo orden de torneos, los miles.
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— Tennis TV (@TennisTV) November 5, 2023
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FORTY ATP Masters 1000 titles for @DjokerNole! 🤯 pic.twitter.com/CGDW9nkb6l
Aumenta en este terreno la renta sobre Rafael Nadal (36) y en términos de ranking también marca diferencias con el murciano, ahora 1.490 puntos por detrás. ¿Qué significa esto? Que prácticamente con poner el primer pie en Turín, donde se disputará la cita maestra del 12 al 19 de este mes, tendrá garantizado el trono de la ATP a final de año. Sería la octava vez que lo consigue. Pasa el tiempo y el serbio recorre un camino antinatural: en vez de languidecer (lo lógico) u ofrecer el más mínimo indicio crepuscular (como la mayoría a su edad), se reafirma, aprieta fuerte y marca el paso, acelera. Saca pecho Djokovic. Y lo paga Dimitrov. No tiene miga ni sustancia alguna este último episodio, resuelto a base de oficio y jerarquía, sin debate real. Silba la grada parisina, a ver si por ahí puede conseguir que haya un poquito de emoción, pero ni rastro. Todo se decide rápido.
“Ajde, ajde! (¡Vamos, vamos!)”, se desgañita en serbio desde su banquillo el malagueño Carlos Gómez Herrera, uno de los elementos imprescindibles de su equipo en la actualidad. Procede el número uno y da finalmente con la recompensa, por mucho que para conseguirla haya tenido que sufrir y lidiar con ese dolor de barriga que le mermó en las estaciones previas. Él y el sufrimiento, relato clásico ya. Hace falta mucho más para derribarle. “Solo puedo decir que nuestra relación es especial”, se dirige al público con ironía. “Gracias, de todos modos, por la energía que se genera. Tal vez nos veamos el año que viene...”, cierra con una media sonrisa a pie de pista, maquinando ya el abordaje a Turín y cómo puede seguir aderezando una de las carreras más asombrosas en la historia del tenis. Del deporte. Son 20 años como profesional y Djokovic sigue acercándose a su versión más brillante y efectiva. La vida al revés. París-Bercy, otra vez, presencia de nuevo la grandeza.
MENSAJE A NADAL: “QUIERO TODOS LOS RÉCORDS Y LO DIGO; NO FINJO COMO OTROS…”
En su reaparición en la escena mediática, hace mes y medio, Rafael Nadal afirmó en declaraciones a Movistar+ que la frustración de Djokovic “hubiera sido más grande” en el caso de no lograr el récord histórico de grandes, y que él también era ambicioso, pero de una manera “sana”. Preguntado por esta cuestión, el tenista serbio respondió indirectamente al español, sin citarlo.
“Voy a por todos los récords posibles, todos los que pueda batir. Nunca he tenido problemas en decirlo y por eso no le gusto a la gente. No finjo como otros, al decir que no es mi objetivo y comportarme después de otra forma. Siempre he tratado de ser coherente con lo que pienso”, expresó Nole, al que le vale una sola victoria en Turín para retener el trono.
Respecto a los récords, agregó: “Todo es posible. ¿Por qué no iba también intentar batir ese [refiriéndose al de Connors]? Ahora tengo 12 menos, pero me quedan unos cuantos años de tenis. Intento disfrutar de estos momentos, porque ahora valen el doble. Si tenemos en cuenta la etapa de mi vida y de mi carrera, cada victoria significa mucho, aunque parezca una rutina”.
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