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El fútbol femenino cambia el paso: es más físico, ha mejorado la táctica y hay más entrenadoras al mando

Varios técnicos explican que el profesionalismo y la globalización de los últimos años ha derivado en un juego más eléctrico y equiparado, como se aprecia en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda

La selección española, en un entrenamiento en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda este mes de agosto.Foto: REUTERS/Amanda Perobelli
Jordi Quixano

A Estados Unidos le faltó un milímetro para que el último penalti fuera gol, para no quedar apeada frente a Suecia antes de tiempo y aceptar que la hegemonía del balón ya no era suya. Alemania, otra candidata, se dio de bruces contra el suelo, gatillazo memorable en la fase de grupos. Canadá, campeona olímpica, apenas dijo ni pío, condena que también se llevó Brasil. Todas ellas están en casa ya. Salvo España e Inglaterra, que se verán las caras en la final del Mundial. El fútbol femenino ha cambiado el paso: ya no hay campos de césped artificial ni vacíos en los cuerpos técnicos; los premios asignados por la FIFA son de 168 millones para las federaciones, cifra multiplicada de forma exponencial si se atienden a los 45 de 2019 o los 23 de 2015. Otro paso más para el deporte, ya profesional y globalizado, con un ritmo de juego que ha equiparado a los equipos sin atender a su corta heráldica. José Luis Sánchez Vera, técnico del Levante femenino, Patricia Campos, una de las primeras mujeres en dirigir un equipo femenino profesional en Estados Unidos, Lluís Cortés, extécnico del Barça y de Ucrania, y Vero Boquete, exinternacional y ahora con las botas puestas en la Fiorentina, explican el cambio.

Más físico, más ritmo. La FIFA publicó un estudio después del Mundial de 2019 en el que explicaba que en cuatro años el balón corría un 11% más rápido al tiempo que las futbolistas cubrían un 15% más de distancia media en los encuentros. Faltará ver el nuevo informe cuando se corone España o Inglaterra, pero todo hace indicar que los registros siguen al alza, consecuencia de la profesionalización exigida por el organismo internacional y por la voluntad de las federaciones. “La gran diferencia entre el fútbol de antes con el de ahora es que la condición física ha mejorado mucho”, indica Cortés. “Los equipos están físicamente mejor y eso repercute en un mejor golpeo del balón, más rápido y más preciso”, señala Campos. “Si comparas una foto de cualquier equipo de ahora con la de hace unos años, se aprecia un cambio físico brutal. La constitución ha cambiado muchísimo, también la preparación, y eso hace que se pueda jugar en menos metros y que todo suceda más rápido”, resuelve Sánchez Vera. “Es que hemos pasado de entrenar tres días a las nueve de la noche a hacerlo todos los días por la mañana, a tener todo el staff que se necesita para estar al máximo nivel, gente que te da un plus a nivel físico... Eso hace que cada vez el nivel sea más alto y la preparación, mejor”, agrega Boquete. Un claro ejemplo fue en la semifinal, cuando España se midió con Suecia, pues siempre palideció en el plano físico y en Nueva Zelanda le jugó de tú a tú para después imponerse con el balón entre los pies.

Déficit táctico. En el Mundial anterior, Estados Unidos destrozó a Tailandia (13-0) y la FIFA envió el mensaje de que las federaciones debían invertir en el fútbol femenino, llevar la competición a otro nivel. Aunque también se han dado sonoras goleadas en este torneo, ninguna como el 7-0 de Países Bajos a Vietnam, se ha visto que cualquiera puede poner en apuros a las grandes potencias. Todas las favoritas cayeron ya, algunas más pronto que otras, a excepción de Inglaterra, actual campeona de Europa, y España, que apuntaba maneras pero nunca había superado una eliminatoria en un gran torneo. “La distancia de las grandes selecciones, que solían estar muy por encima del resto, son mucho más cortas. Todo se ha igualado y ha quedado un cuadro sorpresivo”, reflexiona Cortés. “Alemania y Estados Unidos, también los países nórdicos, habían dominado durante estos años porque había una gran diferencia física y de profesionalidad”, añade Boquete. Pero también se ha visto un giro táctico.

“Hace una década, el físico era el aspecto diferencial, las grandes selecciones tenían cuerpo técnico, nutricionistas, de todo. Y el resto, que no tenía acceso a estos medios, presentaban perfiles más bajos. Ahora, con todos equiparados en ese apartado, se ha visto que la parte táctico-técnica marca la diferencia”, señala Sánchez Vera. “Cuando se reduce la diferencia física lo que queda es fútbol real”, remarca Boquete. Campos profundiza: “Alemania tenía demasiada confianza en sí misma. No ha aportado nada nuevo de lo visto en la Eurocopa, le ha faltado creatividad y saber atacar bloques bajos. Lo mismo que a Estados Unidos, que no está acostumbrada a jugar contra equipos europeos, sus futbolistas han notado mucho esta deficiencia”. Cortés se suma: “Es que Estados Unidos ganaba siempre y mucho de su éxito era por la condición física. Pero a ellos, como a Alemania y Brasil, que tienen talento y preparación física, les ha faltado una propuesta colectiva más clara. Les ha fallado entendimiento del juego y tener un plan B por si el A no funcionaba”. Lineth Beerensteyn, extremo de Países Bajos fue más allá: “Desde el principio decían que iban a llegar a la final, tenían la boca demasiado grande. Hay que jugar antes de hablar”.

Selecciones no tan pequeñas. Todos los equipos africanos (Nigeria, Sudáfrica y Marruecos) alcanzaron los octavos como también lo hizo la caribeña Jamaica, del mismo modo que Colombia, selección sudamericana sin el caché de Brasil, subió un peldaño al igual que la oceánica Australia, semifinalista. “Banini, jugadora argentina, decía al acabar su Mundial que seguirían peleando, que como federación habían crecido, pero que el resto lo había hecho más. Y lo han hecho muchas porque se ha visto que las teóricas selecciones pequeñas han dado un paso grande”, comenta Sánchez Vera. “La globalización afecta al fútbol y el ranking FIFA no es real porque los equipos africanos solo juegan contra rivales de su continente y no se sube puestos si no ganas a selecciones superiores… Está claro que Nigeria no es la 40 del mundo”, interviene Campos. “Han progresado porque antes en esos países algunas de las jugadoras empezaban a jugar de manera federada cuando eran mayores, lo otro era jugar en la calle y en qué condiciones... Pero ha subido el nivel de los entrenadores y han mejorado”, aclara Boquete. “Marruecos, por ejemplo, tiene un técnico (Reynald Pedros) con dos Champions. Las selecciones y federaciones han dado un paso al frente y los equipos ya no son como antes”, explica Sánchez Vera. Campos lo desarrolla: “Ha llegado la globalización. La futbolista africana vivía de la anarquía. Era un patrón físico, pero ahora también tienen un modelo de juego, un contexto táctico”. Así lo ve Boquete: “Hay características en su juego y estilo que es bueno que mantengan, pero cada vez están más trabajadas y organizadas”. Y remacha Sánchez Vera: “Los equipos africanos o Jamaica siguen tirando mucho del físico, pero sin perder un orden; hace años eran muy caóticos. Ya no. Y a eso le suman potencia física; se ven los resultados”.

La mujer al mando. En la Copa del Mundo de 1991 solo había una entrenadora de los 12 equipos que participaron, la sueca Gunilla Paijkull. “Que las mujeres formaran parte del mundo profesional era muy complicado”, recuerda Campos, orgullosa porque en esta edición se cuentan hasta 12 de los 32 equipos. “Ya es algo natural. En cualquier equipo deben estar los/las mejores. Si es una mujer la que está preparada, pues tiene que estar”, resalta Sánchez Vera. “Durante un tiempo se hizo de manera forzada; la UEFA y la FIFA impulsaron que entraran mujeres en los diferentes cuerpos técnicos aunque no estuvieran del todo preparadas para estar en el banquillo o en la dirección deportiva; sabían que de no forzar ese salto, nunca les iba a llegar la oportunidad. Ahora es algo natural, una opción real, y se preparan y están a la altura por conocimiento y capacidades. El siguiente paso será verlas dirigiendo equipos masculinos”, resume Boquete. “No lo veremos. Si una chica estuviera al mando del Real Madrid, y aunque no debería ser así, no podría trabajar, sería el foco de atención, se le cuestionaría…”, apunta Campos. “Es que quizá los tabúes y barreras están en otro lado y no en el fútbol femenino”, agrega Sánchez Vera. “Digamos que cada vez está más próximo”, rebate Boquete; “ya hay alguna dentro del mundo masculino e irán llegando más. Costará porque suelen decidir los hombres y eso condicia la decisión. El primero que lo haga tendrá que ser un valiente”.

Cosas que no cambian. Aunque cada futbolista cobrará por parte de la FIFA un mínimo de 28.000 euros, un estudio sobre 362 jugadoras reveló que el 29% no percibió nada por jugar el Mundial, del mismo modo que el 66% ha tenido que pedir permiso en su segundo empleo para asistir al torneo. Una tara todavía por mejorar en el fútbol femenino. Pero la más grave, sin duda, han sido las denuncias de acoso sexual de las jugadoras de Zambia que reveló The Guardian y que supuestamente se han reproducido durante el torneo, pues el técnico Bruce Mwape ha sido señalado por frotar con la mano los pechos de una jugadora. “Es un escándalo y es urgente el respeto al fútbol y a la mujer”, dice Campos. “Son temas que hasta duele hablarlos… Es preocupante. Un acoso laboral está penalizado como delito, aunque siempre está la presunción de inocencia. Pero este episodio vuelve a empañar la imagen del Mundial”, lamenta Sánchez Vera. “Los organismos tienen que intervenir ya de manera seria como contra el racismo y otros aspectos”, reivindica Boquete.

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