Marc vuelve a ser Márquez: primera victoria en un gran premio 1.043 días después

Marc Márquez ya puede dejar de contar. 1.043 días después, vuelve a ganar un gran premio de MotoGP después de desplegar su versión más dominante en el GP de Aragón, donde dejó al resto de la parrilla en otra galaxia. Para Marc, de nuevo Márquez, no se trata de un triunfo cualquiera. Por rendimiento y sensaciones, se antoja como el punto y aparte definitivo que llevaba tiempo buscando. Atrás queda, por fin, su periplo de lesiones y aguda crisis deportiva, eterna para todo un ocho veces campeón del mundo. Más de cuatro años han pasado desde que se rompió el húmero derecho en el GP de España de 2020 y empezó su martirio, hundido entre quirófanos y la naturaleza indomable de Honda. Casi tres hacía de su último triunfo en un gran premio, en Emilia-Romaña, octubre de 2021.

La primera victoria con Ducati llegó en territorio amigo, en Motorland, para él prácticamente su jardín de casa. Cervera, su pueblo natal, está a menos de 200 kilómetros del circuito aragonés, y en las gradas celebraron junto a él centenares de vecinos y miles de devotos. La contención del sábado, “es solo una sprint”, decía, dio paso a un auténtico estallido de emoción este domingo. Marc se acercó a los suyos, se puso de rodillas ante la grada y les agradeció su confianza eterna. Locura en el garaje de Gresini, su familia de acogida, alguna sonrisa cómplice en el garaje oficial de la marca italiana, su próximo destino. Las lágrimas de Roser, su madre, los abrazos entre Julià, su padre, y Gemma, su pareja, todo el paddock alegrándose por un triunfo único, quizás el más especial para un tipo que ha ganado ya 60 veces en la categoría reina.

Márquez dominó como lo hizo a lo largo del fin de semana. Siendo el más rápido y el más camaleónico en una pista plagada de trampas desde el viernes. Que si reasfaltado, que si lluvia por la noche, que si polvo al mediodía… Condiciones igual de complicadas para todos, donde el puro talento destaca. “Haciendo malabares, él es el mejor”, contaba su hermano, Álex Márquez. El campeón del mundo, Pecco Bagnaia, no daba crédito: “Puede inclinarse cuatro o cinco grados más que el resto, si le copiaba me caía”. “Es algo que le sale natural, y se lo he preguntado muchas veces, ¿cómo lo haces? Ni él mismo tiene la respuesta, por mucho que intente explicármelo”, añadía el pequeño de la familia.

Desplegando su mejor versión, la que recordaba su arrollador 2019, donde sumó 12 victorias y su último título antes de la desgracia, Márquez salió escopeteado desde la pole y ni siquiera tuvo que mirar atrás en toda la prueba. Por primera vez, ni Jorge Martín ni Pecco Bagnaia, líderes destacados del certamen, llevaron la batuta del fin de semana. Hacía mucho que nadie superaba a ambos con tanta claridad. El madrileño, segundo clasificado y ahora más líder del campeonato, quedó a casi cinco segundos y sacó un botín notable después del fin de semana desastroso del italiano. El defensor de la corona protagonizó un espeluznante accidente con Álex Márquez cuando ambos batallaban por la última plaza del podio a siete vueltas del final. No hubo sanción a pesar de que no se pusieron de acuerdo sobre la culpabilidad del mismo. El aspirante, que llegaba cinco puntos por detrás del número uno a la cita, emerge ahora con 23 tantos de ventaja en la cabeza de la general, a 70 del ganador de la carrera.

Marc volvió a estar un peldaño por encima, y se escapó desde la primera curva. Una lucha al límite entre el líder del certamen y Pedro Acosta, que se tocaron en el sacacorchos de Alcañiz, en la segunda vuelta, permitió al catalán disparar su ventaja a los dos segundos. No necesitaba la ayuda, y poco a poco fue despegándose todavía más para poder gestionar a placer, sin exageraciones, su distancia al frente. Por detrás, tras el encontronazo entre Pecco y Álex, el podio lo heredó Acosta, el novato que muchos consideran el heredero del 93 y perla de futuro del proyecto de KTM.

La victoria tan esperada, que corta la mala racha a nivel mental y estadístico, redondea un curso de liberación para el 93. Saltó al vacío y se expuso a la mejor moto de la parrilla para determinar si estaba acabado o todavía podía ser él mismo y divertirse a 350 km/h. Con 31 años, más maduro que nunca después de tantos trompazos, vuelve a sonreír como aquel niño que maravilló al mundo del deporte y del motociclismo. La ilusión por correr sigue intacta, la velocidad sigue estando en sus manos y su cabeza. Después de volver a ganar, solo le queda otro objetivo de aquí en adelante. Recuperar la corona. “Esto solo acaba de empezar”, avisó desde el parque cerrado. Marc vuelve a ser Márquez.

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