El triunfo del deseo
La victoria del Barcelona avala sus aspiraciones después de una remontada antológica en el Metropolitano




A falta de 10 jornadas por disputar, hay consenso en considerar que el Barça ha sido el equipo más sorprendente y divertido de la temporada por su juego vibrante y directo, el que mejor juega de la Liga, palabra de Simeone. La duda está en saber si tendrá la energía y el equilibrio suficientes para mantener su apuesta por marcar un gol más que el contrario y ganar títulos después de conquistar la Supercopa. Nadie mejor para discutir un asunto tan futbolístico que el Atlético. La victoria azulgrana avala sus aspiraciones después de una remontada antológica en el Metropolitano. El partido se hizo demasiado largo para los rojiblancos y se convirtió en un excelente ejercicio de puntería de los barcelonistas, culminado con un zurdazo de su icono Lamine Yamal y los goles de rigor del suplente Ferran.
Los rojiblancos dejaron de ser un equipo imposible para los azulgrana el día en que precisamente se exigía su victoria por el momento en que llegaba el partido después de la jornada de Champions para el Atlético. El tercer partido deparó un tercer resultado -los dos anteriores acabaron con empate y victoria rojiblanca- que afirma a los azulgrana como líderes con un partido menos después de un 2025 inmaculado con 15 victorias y tres empates, invictos precisamente desde la victoria del Atlético en Montjuïc el 21 de diciembre de 2024. El gol de costumbre de Sorloth solo sirvió en el Metropolitano para disparar y reafirmar al Barcelona y abatir a un Atlético derrengado y dolorido todavía por la eliminación de la Champions ante el Madrid.
Los rojibancos hicieron de tripas corazón para ganar el partido hasta el 2-0. El fútbol del Cholo nunca fue una cuestión de toques, ni de uno ni de dos, como todavía se analiza con un microscopio sobe el penalti de Julián Alvarez, sino de fuerza y poderío, de una vigorosidad contrastada para combatir al Barça. No hay equipo que dignifique mejor la sala de espera que el de Simeone. Los rojiblancos defienden muy bien, ajustan la distancia entre las líneas y los jugadores, siempre pendientes de las ayudas y las basculaciones, sólidos ante Oblak y rápidos en las transiciones en busca de Julián Alvarez y Griezmann. No sabía el Barça cómo atacar al Atlético y los goles de Julián Álvarez y Sorloth cayeron acompasadamente ante la euforia de la hinchada del Metropolitano.
Ya se sabe que cuando los azulgrana no están finos y no son eficaces les suele poder la impaciencia y la frustración para suerte de los contrarios, especialmente el Atlético. Ocurre también que los muchachos de Flick nunca se rinden, mientras que los de Simeone no supieron jugar con dos goles de ventaja, tan saciados como fatigados desde el miércoles, sorprendidos en ocho minutos por los tantos de Lewandowski y Ferran. El arrebato azulgrana fue incontenible para el Atlético, que no supo tapar los centros de Iñigo ni Lewandowski. La locura fue tal que el Barça devolvió uno por uno en Madrid los golpes encajados en Barcelona. No se recuerda a un equipo azulgrana tan pasional y voraz como el de Flick.
El deseo se impuso a la ortodoxia futbolística porque el equipo tiene prohibido especular, gestionar, y está obligado a ser puntual para ser consecuente con su divertida aventura en la Liga, en la Champions y en la Copa. El hambre hace que no haya imposibles para el Barça ni siquiera en partidos imposibles como el del Metropolitano.
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