El Alavés encuentra los puntos flacos del Sevilla
Los goles de Carlos Vicente y Martín le dan la victoria, aunque Lukebakio acortó distancias casi al final
El Sevilla empieza a estar hecho unos zorros, y no es una novedad, porque la situación se repite de forma recurrente en las últimas temporadas. Nada le funciona a su entrenador, García Pimienta, pero tampoco les funcionó a los anteriores, así que no parece algo coyuntural, sino sistémico. Le falta mucho fútbol, algo de energía, y ni siquiera le acompaña la fortuna. Si hace una semana padeció en el Pizjuán para ganarle al Getafe, en Mendizorroza sufrió por todo, de principio a fin. Desde la lesión de Isaac Romero antes del cuarto de hora, hasta los golpes consecutivos que le dio el Alavés.
Tal vez es que los vitorianos asumen su papel en la Liga. Sus expectativas son claras desde el principio: salvarse del descenso cuanto antes, y después lo que llegue, y en eso están. El entusiasmo de sus futbolistas contagia a la grada, o tal vez sea al revés, pero sobre el campo se ve a un equipo dinámico, que pelea cada pelota en un ejercicio coral, y que incomoda a equipos como el Sevilla, de moral frágil, y al que le costó un mundo salir de su campo con la pelota controlada. Los vascos encontraron los puntos flacos de los andaluces.
El Alavés no se anda con demasiadas florituras. El fútbol directo les renta, y ante el Sevilla se comprobó enseguida, cuando, en el minuto 17, Tenaglia lanzó un balón desde la banda derecha hacia el área, y allí Carlos Vicente metió el pie para disparar sin dejarla bajar. La colaboración del guardameta Nyland resultó esencial para que los albiazules celebraran el primer gol.
El tanto dejó en estado catatónico al Sevilla, que durante algunos minutos perdió pie y estuvo a un paso de encajar algún gol más. Tres minutos después, cuando los sevillistas todavía intentaban asumir el duelo, Sivera lanzó largo hacia campo contrario, Toni Martínez le ganó la carrera a Salas, y frente al portero, disparó fuerte y la pelota se le desvió un metro del objetivo. Casi sin tiempo para respirar, Stoichkov consiguió anotar, pero un fuera de juego en el inicio de la jugada, estropeó la fiesta de Mendizorroza.
Hasta la segunda parte no reaccionó el Sevilla, y fue casi una cuestión de orgullo personal de Lukebakio, que se echó a su equipo a la espalda y decidió convertirse en un incordio para la zaga alavesista. Él solo, casi sin ayuda, incomodó al rival y provocó los mayores sustos ante Sivera. La primera vez se buscó un espacio en el área y su disparo, que llevaba veneno, se estrelló en la espalda de su compañero Saúl, que andaba por allí. Poco después, otra acción llevada por él acabó en las botas de Saúl que, desde cerca, disparó para que Sivera hiciera la parada de la noche.
Pero el infortunio sevillista se materializó en la siguiente acción, cuando el balón largo del portero del Alavés le llegó a Vicente, su centro lo remató Stoichkov al larguero, y la pelota le cayó a Carlos Martín, que solo tuvo que empujar para doblar la ventaja de su equipo. Casi hundidos, apaleados por el marcador, los sevillistas trataron de no rendirse, de abstraerse del desánimo, porque el Alavés, además, no daba síntomas de flaqueza. Quedaban muchos minutos y el Sevilla intentó tomar el mando de las operaciones. Al final, fue Lukebakio de nuevo el que abrió una rendija a la esperanza mientras el reloj andaba ya por el minuto 82, cuando recibió una pelota en el pico del área, se buscó el hueco y disparó a la escuadra de Sivera.
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