Cancelo y el dilema del mercado del Barcelona
La dirección deportiva, que no se plantea cambiar de planes a pesar de la posible continuidad de Xavi, tiene que decidir el futuro del lateral, de Félix y de Vitor Roque
Sin recursos económicos —ya se había quemado todo el dinero de las palancas en el verano de 2022 en jugadores como Lewandowski, Rapinha y Koundé—, el Barcelona invirtió solo 3,4 millones en refuerzos en el mercado de fichajes de 2023. Unos meses más tarde, en enero, se sumó Vitor Roque a cambio de otros 40. No llegaron Kimmich ni Bernardo Silva, tampoco Juan Foyth. Eran los tres jugadores que, desde el staff de Xavi Hernández, se habían marcado como prioridad. No era una cuestión de nombres, sino también de posiciones, sobre todo la de pivote y la del lateral derecho. Para reemplazar a Sergio Busquets, que no quiso renovar su contrato y se refugió en el Inter de Miami junto a Leo Messi, se optó por la opción económica (3,4 millones) de Oriol Romeu en lugar de Kimmich. El excentrocampista del Girona acumula 33 partidos, pero solo 1.371 minutos. Habitual titular en el comienzo de la campaña, su rol en el equipo ha caído prácticamente en el ostracismo.
Con Bernardo Silva sucedió algo similar que con Kimmich. A pesar de que el portugués estaba abierto a negociar su contrato, el Barça no podía ni empezar a hablar con el Manchester City. Apareció entonces Gündogan, un fichaje a coste cero que había trabajado en silencio Jordi Cruyff, por entonces secretario técnico de la entidad azulgrana. Es justamente Gündogan el mejor fichaje que hizo el Barcelona en el último verano. A menos, así lo reflejan sus números: es el jugador que más minutos ha disputado en el equipo de Xavi Hernández: 3.731. El rápido protagonismo del alemán se ha convertido en una especie de bumerán, importante en el juego, demasiado exigente con sus compañeros frente a los micrófonos. Si no, que se lo pregunten a Araujo, marcado por Gündogan como uno de los responsables de la eliminación en la Champions frente al PSG. “Quedarte con uno menos tan pronto te mata en el partido”, protestó el alemán la expulsión del uruguayo ante el PSG. “Gündogan lleva dos días aquí y se cree con el derecho de andar señalando a los compañeros”, se quejó uno de los jóvenes de la plantilla azulgrana.
No hay futbolista azulgrana, en cualquier caso, que haya quedado más en el foco que João Cancelo. En una semana clave para el Barcelona, en la que se jugaba su futuro en la Champions y como consecuencia su última esperanza de clasificarse para el Mundial de clubes (50 millones de recompensa económica), además de buscar asustar en la Liga al Real Madrid, el lateral portugués quedó en la lona. Primero ninguneado por Dembélé, después por Lucas Vázquez.
El defensa, punzante cuando pasa al ataque, se queda sin recursos cuando tiene que recular. Hasta Ronald de Boer, en su transmisión en la televisión neerlandesa, apuntó contra el lateral en el último clásico: “Ahora sé por qué Pep Guardiola no quería a Cancelo. Este tipo juega su propio juego de fútbol. Él piensa que lo único que importa es lo que haces con el balón…”.
El problema de Cancelo en el City, sin embargo, estuvo más en el vestuario que en el campo. “Nunca aprendió a gestionar el liderazgo de Pep”, describen sobre la situación del portugués en el cuadro inglés. Entonces, sin lugar en Mánchester, Jorge Mendes le encontró una alternativa de lujo: el Barcelona. No era justamente la prioridad del cuerpo técnico. La idea de Xavi era incorporar un lateral de corte defensivo, básicamente porque ya contaba con Alejandro Balde en el sector izquierdo, que se recolocaba como extremo en el 3-4-3 que dibuja el Barcelona cuando ataca. Y, por eso, la apuesta del técnico azulgrana era de la Foyth, un central reconvertido en lateral. Una situación similar a la de Koundé, aunque con el argentino se evitaba los reproches. “No me incomoda jugar de lateral, pero todo el mundo sabe que soy central”, se quejaba el francés. Una actitud a la que se sumó Araujo: “No me gusta jugar de lateral”.
Pero por Foyth había que abrir la cartera y el Barcelona no encontró mejor remedio que llamar a Mendes. Había un peaje, claro: João Félix. Ocurrió lo esperado: ninguno de los dos cambió. Es decir, el delantero, discontinuo en el juego y sin compromiso defensivo cuando el equipo pierde el balón, le dio la razón a Diego Simeone, mientras que el lateral hizo lo propio con Guardiola. Las consecuencias primero las pagó Koundé —tuvo que volver a jugar de lateral—, después Xavi. Y eso que parecía que el técnico le había encontrado su lugar a Cancelo.
La lesión de Balde
Cuando se lesionó Balde, Cancelo encontró su lugar como lateral izquierdo. Al menos, eso era lo que parecía. El portugués estaba tan contento que le había pedido a su entorno que hiciera lo posible para que pudiera continuar su carrera en Barcelona. “Me encanta la ciudad, el club y el equipo. Me gustaría quedarme aquí tres o cuatro años”, dijo. Pero aparecieron el PSG y Dembélé. “La gente dice de todo”, denunció Cancelo en una entrevista con ESPN, antes del clásico; “hay comentarios en Instagram deseándole la muerte a mi hija, que aún no ha nacido. No piensan en la persona que está detrás del futbolista que ve en la televisión”. Cinco días más tarde fue el turno de Lucas Vázquez y el Madrid. Siempre con el mismo señalado: Cancelo.
En el Barcelona aseguran que la decisión de Xavi —ahora no descarta continuar—, no alterará su planificación. Saben, en cualquier caso, que el técnico quiere refuerzos. A excepción de Gündogan (33 años), los del verano pasado no funcionaron. La dirección deportiva trabaja con la idea de que Joan Laporta cuadrará los números en el balance y así podrán volver a la regla del uno por uno (puede entrar un euro de masa salarial por cada uno que sale), mientras deciden si renuevan o no las cesiones de Félix y Cancelo, además de definir el futuro de Oriol Romeu, Iñigo Martínez y Vitor Roque.
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