Eslovaquia sorprende a Bélgica, que empieza con mal pie la Eurocopa
Un error defensivo condena a los belgas, que se desesperaron por los dos goles anulados a Lukaku
El fútbol es tan voluble que le cambia la cara de funeral a un aficionado de Bélgica por una sonrisa y saltos de alegría, simplemente por un detalle tan nimio como verse en la pantalla gigante del estadio. Es tan caprichoso el deporte del balón y los 22 jugadores, que después de tres claras ocasiones que construye Doku para su selección, se le ocurre bajar a recibir un saque de banda a su favor y lo convierte en el gol que le da la victoria a Eslovaquia. Cambia tanto un partido por un detalle fugaz, que pasa desapercibido a primera vista, que a Lukaku se lo llevan los demonios después de celebrar con entusiasmo dos goles y ver como el VAR se los arrebata, el primero por una cuestión propia, el fuera de juego en su remate, y el segundo por una ajena, la levísima mano de Openda en su forcejeo para llevarse el balón y después centrar.
Todo eso, también, es lo mejor del fútbol, tan imprevisible, que reparte sorpresas por aquí y por allá, y la derrota de Bélgica frente a un rival en principio menor, no deja de serlo. Cayeron los belgas y empiezan de nuevo a decepcionar en un gran torneo, pese a los intentos desesperados de Kevin De Bruyne por hacerlo todo y en todos los lugares; aunque los belgas presenten una alineación plagada de nombres conocidos, mucho más que los eslovacos, a los que dirige Lobotka, un titán en el medio campo, incombustible, que da un repaso de las lecciones más elementales del fútbol a quien le quiera observar.
Todo comienza en Frankfurt con la Bélgica que apabulla, que empuja y encadena ocasiones, que tal vez se pierden por exceso de confianza en las propias cualidades. Doku es el principal causante de los problemas en el área eslovaca. Pero también es el alfa y el omega, la materia y la antimateria cuando se acerca a su área a resolver por su cuenta una salida de balón. En el nuevo catecismo del fútbol, es pecado pegar un pelotazo. Casi mortal. Y las nuevas escrituras de la biblia futbolística encuentran cada vez más feligreses incondicionales.
Doku es uno de ellos, así que después de recibir un saque de banda, de repente se ve rodeado, se lo piensa, no sabe qué hacer, pero por su cabeza no pasa mandar la pelota al otro campo o a la grada. Y comete un pecado tal vez mayor, que es jugar en horizontal hacia el interior del área propia. Anatema. Así que se la regala a Schranz, que toca de espuela para Kucka, que dispara para el rechazo de Casteels, vendido, que le cae otra vez a Schranz para marcar sin oposición. Y otra vez el fútbol caprichoso, que puede inclinar la fortuna a un lado o a otro por milímetros. El goleador está en posición legal por muy poco. Eso le cambia la piel al partido. Bélgica se atasca y Eslovaquia puede marcar otro en una jugada deliciosa, que, como todas, comienza Lobotka; Kucka se la lleva de espuela, centra atrás y Haraslín remata duro para que Casteels haga olvidar a Courtois.
A Bélgica no le quedaba otra que apretar y confiar en la clarividencia de De Bruyne y la eficacia de Lukaku, pero al genio del City le secaron bien y al delantero de la Roma, le frustró el VAR en dos acciones. Mediada la segunda parte, parecía que los belgas podrían empatar. Agobiaron durante un rato la portería eslovaca y Lukaku, al margen de los tantos que no contaron, tuvo una buena ocasión a pase de De Bruyne, pero todos los intentos fueron baldíos. Demasiado prolijos en el área rival, los belgas se atascaron primero y se desesperaron después. Eslovaquia aguantó, se llevó la victoria y dio una de las sorpresas de la primera fase.
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