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La incertidumbre diabólica de la España de Luis Enrique

A una semana de su debut en la Eurocopa, la selección emite señales propias de los equipos jóvenes que apuntan buenas maneras pero están en formación

Ladislao J. Moñino
Eurocopa
Luis Enrique conversa con Unai Simón en el amistoso ante Portugal.JuanJo Martín (EFE)

El examen de la Portugal de Cristiano Ronaldo el pasado viernes en el Metropolitano (0-0) fue una buena radiografía con vistas a la Eurocopa de lo que es la España de Luis Enrique. El portero ofreció dudas; la alineación transgredió al clasicismo con dos centrales zurdos; la presión alta se consolidó como la herramienta que mejor ha interiorizado el grupo; y la falta de gol penalizó los momentos de mayor productividad ofensiva. A ello se sumó este domingo el positivo de Busquets y su baja para el arranque del torneo. Partidos de ese trazo bajo la dirección del preparador asturiano ha firmado unos cuantos esta España desafiada por el reto de mostrar que puede volver a pelear por un gran torneo. Con el historial desde el Mundial de 2014 en la mano, llegar a semifinales sería una nota alta; e incluso caer en cuartos, ante una gran potencia y dando la cara, valdría un aprobado si la fase de grupos y los octavos son decentes.

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A una semana del estreno ante Suecia, en La Cartuja, el próximo lunes, el diagnóstico de selección lo vertebra una de las incertidumbres más diabólicas que el fútbol reserva para los equipos jóvenes que apuntan buenas maneras: puede ganar, empatar o perder con casi cualquiera. El despliegue táctico del equipo destila el ardor y el empeño propios de la juventud que perfila la lista de 24 jugadores, con una media de 26 años, amplificada por la ausencia de Sergio Ramos. Todos entregados a la causa del seleccionador de dominar los partidos ahogando al rival en el campo contrario. De todas las improntas que pretende Luis Enrique, esta es la que con más eficacia ha impregnado en sus internacionales. Y suele ser una señal inequívoca de que el plantel le tiene fe al entrenador.

Sin los violinistas que lo ganaron todo, es con la pelota con lo que debe afinarse La Roja. Y ya se sabe que esta, por mucho que se mecanicen movimientos y circuitos, vive mucho, sobre todo en ataque, de asociaciones que comienzan siendo intuitivas y terminan por ser muy reconocibles porque los jugadores que las establecen gozan de continuidad. A ese dogma también se enfrenta Luis Enrique cuando, con el obstáculo de no contar con al menos media docena de jugadores de un mismo club, varía tanto las alineaciones y airea que todos los convocados pueden ser titulares. Parte de su decisión de reclutar a 24 jugadores en vez de 26, como permitía la UEFA, tiene que ver con ese convencimiento que sigue convirtiendo sus onces en una quimera hasta para sus jugadores en los días previos a los partidos.

Si en la Eurocopa mantiene la apuesta de refrescar al equipo con tres o cuatro cambios entre partido y partido para poder sostener la exigencia de intensidad que requiere su libreto y le da resultado, Luis Enrique y su cuerpo técnico abrirán una senda en gestión y dirección hasta ahora desconocida en los torneos de selecciones. No hay novedad sin incertidumbre.

Bajo esos parámetros tan excitantes como inquietantes, España tendrá que afrontar una competición muy marcada por los efectos de la covid-19 en el diseño de un calendario agotador. Será una Eurocopa extraña por los 11 países que la organizan o por la misma ausencia de Ramos como cacique del vestuario. La capitanía asumida por Busquets en silencio desde el respeto que le profesa el vestuario, lo refleja el discurso del seleccionador y los jugadores. Todos responden que el liderazgo debe ser colectivo. Nada que ver con los tiempos de los Casillas, Xavi, Piqué, Puyol y el mismo Ramos, en los que nadie dudaba quiénes eran los referentes de la caseta. Ahora, con el positivo de Busquets, el discurso del liderazgo grupal ha cobrado fuerza.

No habrá partido en el que España no deba despejar una incógnita. Como ver cómo responde si tiene que medirse a la plenitud física y futbolística de Francia; a la vigente campeona Portugal sin ser un amistoso; a la Bélgica que igualó a la generación del 86 alcanzando las semifinales del Mundial o al pedigrí de Alemania, Inglaterra, Holanda e Italia, a las que también persigue la misma incertidumbre que a la selección de Luis Enrique. Pueden ganar, empatar o perder con casi cualquiera.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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