Cómo sacar a miles de andorranos de la nieve para ir al fútbol
El FC Andorra, el único equipo extranjero que compite en LaLiga, ha alcanzado el fútbol profesional tras 80 años de historia gracias a una profunda transformación que persigue atraer a una población enamorada, hasta ahora, del esquí
A Edgar Folch jamás se le había pasado por la cabeza que ese equipo donde había jugado de cadete y de juvenil, ese equipo de franjas azules, rojas y amarillas, identificado con los colores de la bandera de su país, pudiera ser su equipo. Él, como la mayoría de sus amigos, siempre había sido seguidor del FC Barcelona y veía en el FC Andorra una entidad deportiva más que un sentimiento. Pero algo cambió cuando en 2018 el exfutbolista Gerard Piqué y su empresa Kosmos, además del grupo andorrano Clayton, tomaron el control del club y dieron un vuelco a la gestión. Folch, administrativo de 38 años, sintió que “algo especial” comenzaba. Y acertó. Pese a que empezó a acudir a la grada para animar acompañado de “cuatro gatos” en la modesta Primera Catalana, su conversión cobró sentido a medida que la institución fue subiendo categorías hasta alcanzar el pasado mayo el ascenso a LaLiga SmartBank por primera vez en sus 80 años de historia. “Ahora lo que me importa más es el Andorra, sin duda”, confiesa.
La progresión del único club extranjero que compite en LaLiga ha sido una de las más fulgurantes de los últimos tiempos, al escalar tres peldaños en cinco años: Tercera División, Primera RFEF y LaLiga SmartBank. Han pasado de tener jugadores que se lavaban ellos mismos las equipaciones a contar una estructura profesionalizada, con analista, nutricionista y equipo de marketing y comunicación. De jugar en un campo de césped artificial a las afueras de Andorra La Vella a mudarse al Estadi Nacional d’Andorra, en pleno centro de la capital, con zona VIP y tienda con camisetas, bufandas, gorros. Una completa transformación que busca, a largo plazo, cambiar los gustos de un país con cerca de 80.000 habitantes donde, a diferencia de sus vecinos españoles y franceses, el fútbol no es el deporte rey.
Los andorranos son más de esquí –actividad obligatoria para los alumnos de entre 6 y 16 años– y de baloncesto, gracias a un equipo con una larga trayectoria en la élite. Para comprobarlo basta una visita a algunos de los muchos centros comerciales que pueblan la avenida Meritxell, la principal arteria de la capital: frente a la infinita variedad de chaquetas, botas y demás ropa de montaña, existe una ínfima oferta de camisetas de fútbol donde, eso sí, ha asomado por primera vez la tricolor del equipo local que cada vez visten más niños por las calles, aseguran desde la entidad.
La producción de talento apenas da para cubrir las necesidades del club, que tras cerrar un convenio con el Gimnàstic de Manresa se ha empezado a nutrir de jóvenes salidos de este equipo catalán de tradición formativa. La selección nacional está compuesta, en gran medida, por amateurs y en el plantel dirigido por Éder Sarabia, que fue segundo de Quique Setién en el FC Barcelona y el Real Betis, no hay ningún futbolista del Principado, que tiene en el exculé y exmadridista Albert Celades (nacido en Barcelona, pero criado el país de los Pirineos) a su gran figura histórica.
A la exigua tradición futbolística y futbolera han venido a poner remedio Folch y su peña Squadra Carlemany (rey al que se atribuye la fundación de Andorra), artífices de la primera grada de animación del equipo. Son unos 80 miembros (empezaron menos de una decena), la mayoría de ellos antiguos seguidores del Barça, el Real Madrid o el RCD Espanyol de Barcelona que se han reconvertido, convencidos de la magia del vínculo con lo local y entusiasmados por la aventura de empezar algo desde cero: inventar canciones, hacer nuevos amigos... “Nuestro reto es traer cada vez más gente, hacer que corra la voz de que venir a ver el fútbol es divertido. En la grada somos los que hacemos más ruido, nos pasamos todo el partido animando, pero aún cuesta un poco que el resto del estadio se sume a nuestros cánticos”, explica.
El club, que esta campaña ha pasado de 400 a más de 1.000 abonados (el estadio tiene capacidad para 3.347 espectadores), los trata con mimo, reconoce el aficionado. Además de la costumbre de invitarles a una ronda si hay victoria local en el bar Estela, su lugar de reunión habitual, pegado al campo, les ofrecen abonos a precio reducido (60 euros por toda la temporada) y muchas veces les ponen un autobús o les pagan las entradas para los partidos de fuera de casa.
Niños, influencers y nuevos símbolos para que crezca la afición
Cerca de la Squadra Carlemany, también detrás de una portería, se suele sentar un grupo de 18 niños y niñas venidos de La Seu d’Urgell, una población catalana cercana a Andorra. Son hijos de padres y madres senegaleses, nigerianos, ucranios, ghaneses, marroquíes… que juegan en el Club Esportiu Ciutat La Seu, un pequeño equipo con una clara vocación social, cuenta uno de sus responsables, Antonio García.
“Empezamos a venir el año pasado y esta temporada no hemos fallado ni un partido. Nos ofrecieron las localidades y cada 15 días llenamos un autobús y vamos rotando a los que vienen. Para ellos es el gran momento de la semana. Se saben ya los cánticos y ven a los jugadores como auténticos ídolos, y eso que algunos aún están aprendiendo español”, comenta este hombre que ha decidido consagrar su vida al deporte y a ayudar a los chavales de la Seu tras jubilarse de una empresa de construcción. “Hace poco, además, recibimos por parte del club y de su proveedor Fútbol Emotion una donación de botas y camisetas. Ver la emoción en sus miradas no tiene precio”.
Otros de los nuevos perfiles que se abren paso en la grada andorrana son los turistas –Andorra recibió cerca de 5,5 millones de visitantes en 2021, más que Barcelona en el mismo periodo–. Lo demuestran una pareja de jóvenes neerlandeses que presenciaron el duelo de la jornada 3 contra la UD Las Palmas o un chico inglés que, bajo el seudónimo de Tricolor Unic, sigue la actualidad del club desde Twitter y también ha viajado hasta el Principado.
El club también ha contado con la colaboración de varios influencers. El más destacado quizá sea el andorrano Spursito (1,3 millones de seguidores en Twitch), que participó en la presentación de un paquete con merchandising con el que el Andorra obsequió a sus primeros 1.000 abonados para el presente curso. Otros de ellos, el youtuber Salva (seis millones de suscriptores en YouTube) contaba en la media parte del partido contra el Málaga CF de la jornada 34, a principios de abril, que suele ir bastante con sus amigos, que se siente identificado con los colores y que le preguntan bastante por un proyecto a cuyo impacto mediático contribuye la presencia de Gerard Piqué, estima.
La contribución de este tipo de perfiles ha sido solo una parte de la estrategia para abordar la profunda remodelación de la imagen del equipo. Un escudo con un diseño mucho más moderno; una camiseta patrocinada por una de las principales marcas de ropa deportiva; un nuevo himno, interpretado por el popular grupo catalán de pop y folk Els Catarres y una nueva mascota, encarnada por el Tamarro, animal mítico de las leyendas andorranas, son algunas de las muchas acciones emprendidas con el fin de ampliar la base de aficionados.
Pese a todo, lo que más valoran muchos seguidores es la familiaridad y el trato cercano del que gozan, afirma Folch, y que “no existe en ningún otro lugar”. Para ello recurre a varias anécdotas: las charlas con el director general del club, Jaume Nogués, o cuando este año les prestaron el trofeo de la Copa Cataluña que conquistaron en febrero para que cada uno de los miembros de la peña se pudiera sacar una foto. Mientras habla en una mesa del bar Estela, rodeado de sus compañeros de peña, casualmente el míster Éder Sarabia pasa por delante del local y él lo señala y vuelve a la carga con su argumento. “¿Te imaginas otro equipo en el que el entrenador llegue andando al campo un día de partido? ¡Incluso hemos llegado a entrar al túnel de vestuario para mantearlo! Para nosotros el equipo es como una pequeña familia”, zanja.
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