Papá, quiero ser como Raúl

Tendría unos siete años cuando vi jugar por primera vez a Raúl González. “Papá, quiero ser como él”, recuerdo que le dije entonces. Me impresionaba mucho que nunca dejaba de correr, incluso perdiendo peleaba el balón en la banda. Después llegó Iker Casillas, y ahí se desató una futbolera dentro de mí. Llegué a pedirle a mi madre si podía hacer la comunión vestida con su camiseta. Intuyo que se puede adivinar la respuesta. Me parece un jugador tocado por una varita: siempre estará defendiendo la portería del Real Madrid. Sus valores de lucha y coraje representan a los niños de barrio, por eso será mi mayor ídolo. Incluso hoy, con 33 años, mi habitación está llena de recuerdos del Real Madrid, sobre todo de Casillas.

Luego llegaron los galácticos. Zidane, Figo, Roberto Carlos, Beckham… No es fácil conseguir asiento en el Santiago Bernabéu, por eso mi padre me regaló el carné madridista por mi cumpleaños para poder ir a ver a mis ídolos de vez en cuando. Así tengo las entradas más baratas. El mayor regalo, sin embargo, me llegaría hace unos años, cuando el fútbol femenino empezó a hacer ruido en este país. Se suele decir que nunca es tarde si la dicha es buena: ahora puedo disfrutar de dos equipos del Real Madrid. ¿Se puede pedir más?

Estoy deseando que empiece la temporada para poder ir a los partidos en el estadio Alfredo di Stéfano. Además, está la hija de Raúl, María, en la cantera blanca, por lo que el futuro está asegurado. Como jugadoras me encantan Esther González y Alexia Putellas, que creo representan a todas las niñas de mi generación que quisimos jugar al fútbol y no pudimos.