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Kelvin Kiptum, un talento bendecido por los dioses y castigado por el destino

El atleta keniano, fallecido en un accidente en el Valle del Rift apenas cuatro meses después de batir el récord del mundo de maratón, había nacido para ser el primer hombre en correr los 42 kilómetros en menos de dos horas

Kelvin Kiptum, en Londres, en abril de 2023, durante la rueda de prensa previa a la maratón.Foto: ANDREW BOYERS (ACTION IMAGES VIA REUTERS) | Vídeo: EPV
Carlos Arribas

Tan fulgurante como el récord mundial de maratón que logró el 8 de octubre pasado en Chicago (2h 0m 35s) fue el paso por la vida de Kelvin Kiptum, atleta keniano fallecido a los 24 años y 72 días a las 23:00 del domingo cuando perdió el control del Toyota Premio que conducía y chocó contra un árbol en la carretera de los campeones, la Eldoret-Kaptagat, la arteria principal del Valle del Rift, la falla de África del Este en la que han nacido los más grandes maratonianos de la historia. Junto a Kiptum falleció su entrenador, el ruandés Garvais Hakizimana. Sharon Kosgey, una mujer que les acompañaba en el vehículo, resultó herida grave, según informó el comandante de policía de la provincia de Elgeyo Marakwet, Peter Mulinge, y recoge France-Presse. Fue un talento bendecido por los dioses y castigado por el destino, un talento, así, de artista.

Había nacido, y así lo proclamó ya el universo, para convertirse en el primer hombre que escalara el Everest del atletismo, correr una maratón en menos de dos horas. Murió exactamente dos meses y tres días antes de la fecha fijada para ello, el 14 de abril, cuando estaba anunciado que en Róterdam, un trazado plano, ideal, lo conseguiría.

Toda su vida atlética, tan corta, Kiptum, un prodigio de precocidad, fue un especialista en dejar al mundo con la boca abierta de admiración, y rascándose la cabeza, porque, como sucede con los genios, nadie supo encontrar una explicación racional al misterio de su talento, descomunal. Y también como los genios, Kiptum se empeñaba en romper todos los códigos establecidos en el poco más del siglo de existencia del maratón, la prueba de 42,195 kilómetros, como súmmum del atletismo de resistencia y velocidad.

Estado del coche en el que viajaba Kelvin Kiptum, fallecido este domingo.
Estado del coche en el que viajaba Kelvin Kiptum, fallecido este domingo. STRINGER (REUTERS)

Ninguno de los más grandes de la historia, de Abebe Bikila, el etíope de los pies descalzos, ni Eliud Kipchoge, el maestro en de la distancia, la mezcla exacta de misticismo y racionalismo, y la ayuda del desarrollo tecnológico de las zapatillas, consiguió la grandeza en tan poco tiempo. Bikila tenía 28 años cuando batió el récord del mundo (2h 15m 16s) al ganar el oro olímpico ante el Coliseo de Roma, el 10 de septiembre de 1960. Kipchoge, de Kaptagat precisamente, la ciudad en la que termina la carretera en la que murió Kiptum, estaba a punto de cumplir 34 años cuando logró en Berlín su primer récord del mundo, 2h 1m 39s, el 16 de septiembre de 2018.

Solo su compatriota Sammy Wanjiru, campeón olímpico en Pekín 2008 a los 21 años, una carrera en la que desafió el calor y la humedad asfixiante de la capital china corriendo de una manera que entonces se llamó locura, solo, delante de todos, sin miedo desde el principio, y batió el récord olímpico (2h 6m 32s), podría competir en genio, precocidad, en la vida y en la muerte, desmesura y tragedia. También Chicago, a los 23 años, fue la última carrera de una vida en la que fue el más joven que ganó cuatro grandes del maratón, y murió también a los 24 años, y de muerte por traumatismo, una caída desde el balcón de un segundo piso, borracho y misterioso. Al menos, el excesivo Wanjiru pudo gozar de la corona de laurel de la gloria olímpica. Nadie dudaba de que Kiptum la alcanzaría este verano en París.

Entrenamientos extenuantes

Tres maratones ha tenido tiempo de correr Kiptum. Los tres le hicieron ya legendario antes de convertirse en leyenda eterna con su muerte temprana. Los tres fueron noticia excepcional, los tres por debajo de dos horas y dos minutos, una barrera que en la historia solo cuatro atletas (junto a Kiptum y Kipchoge, los etíopes Kenenisa Bekele y Sisay Lemma. El primero, en Valencia, el 4 de diciembre de 2022, recién cumplidos los 23 años, 2h 1m 53s que acabaron con el mito de que para ser grande en pruebas de fondo había que ser un atleta maduro, sabio por experto, con el cuerpo ya machacado y habituado a entrenamientos extenuantes. El segundo, cinco meses más tarde, en Londres, 2h 1m 25s, y nadie había corrido tan rápido nunca por las orillas del Támesis, y el tercero, en Chicago, octubre pasado, en el que estableció como dogma que para ser el mejor en maratón había que correr muy rápido la primera media maratón (y lo hizo en 60m 48s) y más rápido aún, lo que se creía imposible, la segunda media.

Para llegar al récord de 2h 0m 35s, y terminó sonriente, casi, señalando con un dedo a los espectadores que lo aclamaban, a la Kipchoge, y fresco como una lechuga, corrió la segunda media en Chicago en 59m 47s, un tiempo que le habría valido para ser sexto en el Mundial de la especialidad, y solamente 8s más lento que el récord de España de Carlos Mayo. 2m 52s el kilómetro, a casi 21 kilómetros por hora. Si las zapatillas de placas de carbono y ancha suela de espumas ligerísimas no eran ajenas a la maravilla de sus tiempos, a su capacidad de repetir entrenamientos sin lesionarse y a su elegante zancada, tan saltarina y fluida, tan ligada a su físico longilíneo como un junco y ligero como una pluma (1,75 metros, 60 kilos), solo Kiptum, entre tantos miles de atletas agraciados por la tecnología, ha sido capaz de llevar el maratón a otra dimensión. La dimensión irracional. La contraria a la razón establecida.

Las sospechas de dopaje fueron inevitables. Uno que en su primer maratón hace la segunda marca de la historia o es una maravilla o es un tramposo, y en Kenia, donde el maratón es la mejor forma de salir de la pobreza, la agencia antidopaje del atletismo mundial descubre decenas de positivos al año, a ellas respondió, serio, su entrenador también fallecido en el accidente, Garvais Hakizimana, un ruandés que vivía en Lyon, Francia, la mayor parte del año. “La mejor explicación de sus tiempos son sus ganas de salir del hambre y la miseria y una capacidad fisiológica magnificada por su vida en altitud”, explicaba en L’Équipe hace unos meses Hakizimana. “Y ha pasado decenas de controles antidopaje. Hasta me acuerdo de un día en el que pasó un control de sangre a las 10 y uno más solo cuatro horas después”.

Hakizimana había descubierto a Kiptum en 2009, cuando el atleta fallecido solo tenía 10 años y aún así intentaba seguir al ruandés, que todos los días pasaba entrenándose delante de su casa en Chepkorio, Valle del Rift, a 2.600 metros de altitud. Y como todos los años se entrenaba en la misma pista Hakizimana lo vio crecer y progresar sin parar. En 2014, cuando Kiptum tenía 15 años, Hakizimana decide por fin comenzar a entrenarlo. “Le ponía la mita de carga de lo que yo hacía. Si yo tenía 15 kilómetros él hacía siete, y aun así, muy pronto fue ya capaz de aguantar mi ritmo”, explicaba el ruandés en el diario francés. Alcanzado su esplendor atlético, la vida de Kiptum los cuatro meses previos a la disputa de un maratón era la vida de un monje. Entrenamientos de 290 kilómetros semanales, una carga que pocos soportan, y, para evitar distracciones, solo un día a la semana, el domingo, para estar con su familia, su mujer y sus dos hijos, Caleb y Precious, de siete y cuatro años (a los 16 ya fue padre), que viven en Chepsamo, un pueblo más pequeño que Chepkorio, donde nació y entrena.

Once medias maratones entre 2018 y 2021, entre los 19 y los 22 años, con una media de una hora y 13 segundos, precedieron sus tres maratones, las tres obras de arte por las que será por siempre recordado, y por el lamento por la muerte temprana de un talento tan grande, que obligará a retrasar la llegada del hombre a la luna del maratón, 42,195 kilómetros en dos horas menos un segundo.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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