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La demanda infinita de la Zegama-Aizkorri

La maratón por montaña en tierras vascas, con un cupo de 500 participantes, bate su récord de peticiones: 13.830

El corredor Davide Magnini durante la maratón Zegama-Aizkorri.
El corredor Davide Magnini durante la maratón Zegama-Aizkorri.Gari Garaialde (Getty Images)

La lluvia cae de forma incesante en Zegama y la niebla esconde los montes embarrados. Así se monta este viernes la meta de la Zegama-Aizkorri, al alcance de unos pocos, apenas 500 corredores para un sorteo que ha contado este año con 13.830 peticiones, el récord de uno de los eventos más cotizados del mundo. Es la lotería por vivir este domingo la maratón por montaña (42.195 metros con 2.736 metros de desnivel positivo) que la afición vasca ha convertido en epopeya. Porque aquello ya no es subir un monte, es coronar el Tourmalet.

El padre de la carrera, Alberto Aierbe, cogió un mapa topográfico en la cocina e improvisó un circuito. Aquella idea quedó en la recámara hasta que un amigo escuchó en pleno paseo por el monte al presidente de la Federación Vasca de Montaña: “Hay que hacer una carrera aquí”. El Ayuntamiento necesitaba causas para frenar la despoblación y encontró un tesoro. Su sobrina Ainhoa Txurruka, directora de la carrera, lo recuerda. “El pueblo estaba bastante muerto, la gente se marchaba. Intentar hacer algo era montar una fiesta, para nada pensando en que se iba a convertir en un pueblo de 1.500 habitantes con turistas corredores que vienen durante todo el año a hacer el recorrido. Hace 20 años ver aquí un extranjero era algo anecdótico”.

Estos días es un lugar cosmopolita, pues la carrera integra el circuito más famoso del trail internacional, las Golden Trail Series. De los 500 dorsales, 250 salen a sorteo en febrero, 125 se otorgan a los mejores tiempos del año anterior y otros 125 son para la élite, patrocinadores y la organización. Kilian Jornet, diez veces ganador de la maratón, no estará este año. La paridad es un objetivo pendiente. “Sabemos que el porcentaje nunca va a poder ser el mismo, pero intentamos hacer una discriminación positiva a la mujer dentro de una lógica de tiempos. Y una vez que gestionamos las bajas, tiramos más de lista de espera de mujeres que de hombres”, cuenta. Hay dorsales para empadronados en Zegama —con al menos dos años de antigüedad—, tres para la San Silvestre del pueblo —sorteo puro entre los inscritos— y para los seis que han disputado todas las ediciones. Los patrocinadores sortean dorsales incluso en los días previos a la carrera.

El éxito de Zegama responde al boom de este deporte. “En 2002 no veías a nadie correr por el monte y hoy es raro no ver a alguien corriendo”, subraya Txurruka, que define el perfil familiar, el “cariño” que reciben al no ser una organización profesional. “Ninguno del núcleo duro somos deportistas. No teníamos ni idea de esto, pero tuvimos claro que había que aprender de los que lo hacían bien y, sobre todo, de los que hacían mal”, expone. Viendo carreras por todo el mundo, algunas en las que mitad los corredores se perdían. Por eso uno de sus pilares es redundar en la señalización.

Mentiras por un dorsal

La orografía de la zona justifica ese conservadurismo con el número de participantes. La edición de 2016 dio un gran susto por un cambio radical en la meteorología. En la salida, hacía viento sur con mucho calor y dos horas después, las temperaturas eran bajísimas en las cimas. “La gente no iba preparada, ni tan siquiera sacaron los cortavientos. Fue un drama, muchas hipotermias. Lo pudimos hacer porque eran 500. Si es una carrera de 2.000, vete a saber lo que hubiera podido pasar”, relata. En la mayor parte del recorrido no hay acceso en vehículo y el helicóptero no es una panacea. La organización cambió el recorrido del kilómetro vertical del viernes debido a la adversa meteorología.

La probabilidad de conseguir dorsal en el sorteo es del 1,8% y hay un corredor que lleva 15 años intentándolo sin éxito. “No hemos encontrado la solución, no sé si existe. ¿Qué nos soluciona subir a 100 ó 200 más? Tampoco vamos a hacer dos carreras. Sufrimos mucho con esto porque sabemos que es algo muy frustrante, pero Zegama es lo que es, un pueblo pequeño. Como organización no damos para más”.

Como respuesta, el fin del dorsal justifica cualquier medio. “Hay cosas que no se pueden contar, es terrible de lo que es capaz el ser humano”. Están las causas clásicas, la de pedir un dorsal para el hermano porque cumple 40 años. “De estas, mil”. El problema viene cuando apelan al drama, desde enfermedades a fallecimientos. “Hay gente que ha venido diciendo que se ha muerto su padre y era mentira. O he pasado tres cánceres y ahora estoy bien y al final descubres que no es verdad. Son cosas con las que no se puede jugar”.

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