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Xabi Alonso: “El Mundial no mostró la evolución del fútbol”

El entrenador español del Bayer Leverkusen atiende a EL PAÍS para explicar su adaptación a la Bundesliga y reflexionar sobre los cambios en el juego: “el problema no es el pase corto sino jugar solo con el balón y olvidarse de atacar el espacio”

Xabi Alonso después de un partido con el Bayer Leverkusen en noviembre.
Xabi Alonso después de un partido con el Bayer Leverkusen en noviembre.picture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)
Diego Torres

Durante años se le vio por toda España luciendo trajes en las vallas publicitarias de la industria textil. Pero Xabi Alonso (Tolosa, Gipuzkoa; 41 años), el hijo menor del excentrocampista de la selección Periko Alonso, debió de nacer embutido en un chándal. Así se presentó la semana pasada a esta entrevista, celebrada en un palco del Bay Arena, el estadio del Bayer Leverkusen, equipo al que dirige desde hace 100 días bajo la atenta mirada de los grandes clubes de Europa, curiosos ante la evolución de un entrenador que debuta iluminado por una trayectoria inigualable: campeón mundial, doble campeón europeo, doble campeón de Champions, leyenda de la Real Sociedad, el Liverpool, el Real Madrid y el Bayern.

Pregunta. En septiembre de 2014 durante un Colonia-Bayern usted superó los 200 toques de balón y batió el récord de pases de la Bundesliga. Luego comentó que durante los partidos solía llevar la cuenta pero que ese día se sorprendió cuando le dijeron que había pasado de 200. ¿Los futbolistas en acción pierden un poco la conciencia, como los bailarines, o los pintores?

Respuesta. Hemos visto en los grandes partidos, en el Mundial, en la Champions, las cosas tan inesperadas que pueden pasarle a un equipo cuando domina el partido y de pronto ocurre algo y entra en shock y no es capaz de darle la vuelta a esa situación. Se trabaja la táctica, la técnica, el físico, pero lo mental… ¿Cómo se hace? No lo sé, pero veo que puede ser el siguiente paso. Es muy difícil. Porque hay momentos —tanto en el campo como en la banda— que intentas agarrar el partido, saber qué está pasando, pero el partido ya se te escapa de las manos. Hay inercias que son difíciles de controlar. Aunque seas un equipo buenísimo. Los estados emocionales muchas veces trascienden el nivel futbolístico.

P. Leverkusen era un equipo en crisis, en medio de una temporada lanzada, en los márgenes de un campeonato que probablemente no sea el que usted más conoce. ¿Por qué asumió el riesgo de venir a este club para iniciar su carrera como entrenador?

R. Quería marcar los tiempos que yo sentía que eran los naturales. Así empecé en infantiles en el Madrid y me sirvió para decir: “Me puede gustar”. El siguiente paso fue volver a casa, a la Real, en una estructura casi profesional, sin la imperiosa necesidad del resultado pero con todos los medios para trabajar con libertad y tranquilidad para conocerme, para ver dónde fallaba y dónde no. Porque te tienes que conocer tú mismo: cómo tú eres auténtico a la hora de interpretar lo que sientes. En mi decisión de venir aquí tiene mucho que ver mi última etapa en el Bayern. Los clubes alemanes tienen muy poco vértigo para darle oportunidades a los jóvenes. Lo vi con Nagelsmann en el Hoffenheim, en el Gladbach, y en el Dortmund también... Me veía. Encajaba.

Xabi Alonso
Xabi AlonsoScheidemann/ Bayer 04 Leverkusen

P. Muy pocos hijos de grandes jugadores acaban convirtiéndose en grandes jugadores. Usted lo hizo. Y no solo eso: ahora quiere dedicarse a un oficio extenuante. ¿No le alarmó ver cómo su padre sufría ese tránsito de jugar a entrenar? ¿Qué hay en su cabeza para meterse en este lío?

R. El fútbol me gusta demasiado como para alejarme de él. El no poder jugarlo hace que este trabajo me tire y me haga levantarme a las dos de la mañana y empezar a preparar mis cosas porque estoy dando vueltas en la cama. Hasta que no atas el cabo suelto no te quedas tranquilo. Cuando te entra el bicho en la sangre ya no se va. No seré el único entrenador que hace estas cosas.

P. Ha recuperado a Florian Wirtz, una de las grandes promesas del fútbol alemán. ¿Qué clase de jugador es?

R. Hay jugadores bonitos y buenos. Bonito es el que hace cosas bonitas, pero eso no es eficiente. ¿Por qué Messi es bueno? Porque sabe hacer el pase sencillo: dársela al que está en mejor posición. Eso es ser bueno, no estar siempre haciendo la cosa más brillante. Florian lo hace. Por eso es tan bueno. Ha estado lesionado y necesita ritmo de competición. El rock and roll empieza en Monchengladbach el 22. En la Bundesliga cada partido hay que trabajarlo mucho: del cero al 90 los equipos son un rodillo.

P. ¿En qué sentido?

R. El ritmo es muy alto constantemente. Como no controles la transición, sufres. En España se juega en espacios más intermedios, en Inglaterra los espacios dependiendo del rival se reducen, y aquí es un espacio más amplio, más extensivo, se recorre de área a área. Dominar tanto al rival es muy complicado porque muchos equipos van al ataque. Aquí los entrenadores son muy valientes para transmitir a los jugadores que vayan. Ves pocos equipos muy defensivos. Aquí son de ir a buscar, de presionar alto, de crear muchas situaciones de hombre contra hombre. Más que en la Premier. En la Premier hay equipazos que te hacen propuestas de bloque bajo, y lo hacen muy bien. En la Liga tienen otro tiempo. El perfil del jugador es diferente.

P. Hay entrenadores que evidencian que necesitan dejar su impronta. A usted esto parece no preocuparle. ¿Su represión del ego es espontánea o calculada?

R. El estar en el filial de la Real, un poco a la sombra, me ha permitido centrarme en mi relación con los jugadores de otro modo: “Turrientes, ¿cómo te puedo mejorar a ti?; Pacheco, Karrikaburu, Zubimendi… ¿cómo puedo ser generoso respecto a ti?”. El haber estado en Zubieta me ha ayudado a decir: “Xabi, el tema no va de ti, el tema va de ellos”.

No me sale ser sargento ni canalla, pero tenemos que tocar diferentes músicas

P. ¿A cuál de sus entrenadores le debe esta forma de sentir el trabajo? Ancelotti, Mourinho, Guardiola, Del Bosque…

R. A mi padre. No es que lo haya estudiado. Lo he visto de cuna. Tenía la ética del trabajo en equipo, algo que pertenece al carácter de la Real. Saber que la prioridad es la generosidad. Como centrocampista tú eres generoso con el equipo: no juegas para tu brillo personal. Como jugador, ¿qué quería? Mejores jugadores que yo alrededor mío y ayudarlos a que lo sean. Porque si yo era el mejor, entonces el mediapunta, el interior y el extremo no eran tan buenos. Yo les quería dar buenos balones para que ellos hicieran lo que yo no podía hacer. Ahora mismo, si puedo hacer que los jugadores mejoren, podré ser mejor entrenador. Los matices técnicos y tácticos vienen después. ¿Venir aquí a ser un sargento con mano de hierro? ¡No! Me gusta la disciplina y unos estándares básicos profesionales, pero ser un canalla no me sale. Claro que si me toca el papel de canalla me pongo la chaqueta y soy un cabrón… Tienes que tocar diferentes músicas.

P. Usted fue maestro de una demarcación que es la clave de todo. ¿Cuáles deben ser las referencias de un mediocentro para no perderse en movimientos superfluos en un fútbol que exige que cada vez se hagan más cosas?

R. Tienes que entrar al partido pensando que el campo es un mapa. Tienes que controlar las zonas y saber cuántos jugadores hay a la izquierda y a la derecha. Si hay siete a un lado al otro hay tres y el portero. La superioridad tiene que estar. Si hay un delantero contrario solo, tengo que mirar hacia adelante, si hay dos tengo que ayudar más a mis centrales. Es un contador permanente para saber cómo dar el siguiente paso. No voy a ser el que resuelva en el último tercio, pero sí el que te permita llegar bien allí.

Xabi Alonso celebra un gol durante un partido del Bayer Leverkusen.
Xabi Alonso celebra un gol durante un partido del Bayer Leverkusen.KAI PFAFFENBACH (REUTERS)

P. ¿Qué significa la línea del balón para el volante central?

R. Los mediocentros por detrás, para poder ver 180 grados para delante; y los interiores y los extremos por delante. Si eres un Özil y vienes por detrás del balón no somos efectivos: espérala que te llegue arriba. Tienes que contar. Cuántos somos por detrás y por delante. Depende del rival: ¿cuántos quieres por detrás del balón y cuántos en la última línea? ¿Dónde quiero a la defensa contraria? ¿Defendiendo hacia su portería o hacia la mía? Ahí se ve lo que quieres de tu equipo.

P. ¿Qué distingue a los mediocentros extraordinarios?

R. Que los mejores siempre parece que tienen un segundo más con el balón, han anticipado su posición y su control para lo siguiente. Los que siempre tienen tiempo para hacer mejor el balón son los mejores, porque envían el balón con un mensaje: “te lo doy para lo siguiente”, “te lo doy para esa pierna para que controles…”.

P. ¿Los jugadores con una inteligencia superior para comprender el juego, como usted o Guardiola, cuando se meten a entrenadores no corren el riesgo de pensar que transmitir ideas es lo mismo que ejecutarlas?

R. En el Sanse [el filial de la Real Sociedad] ocasionalmente me metía a jugar al campo. Jugaba con ellos. Para decir: ‘lo que yo veo desde fuera y quiero, ¿cómo lo hacemos dentro?’. Te das cuenta de que verlo es muy fácil pero sentirlo… Tú puedes creer que sabes muy bien una receta, pero que sepa bien y funcione es otra cosa. Me gustaba comprobar esa sensación de que hay cosas más teóricas que prácticas. Las cosas que tenemos en la cabeza los entrenadores no siempre se pueden replicar. Tienes que asumir con naturalidad que no siempre estamos para esto.

Ni la posesión ni el pase corto se pasarán de moda. El problema no es olvidarse de atacar el espacio. Cada vez son más importantes las carreras de sacrificio, esas que haces sabiendo que lo más probable es que no te llegue el balón, pero que sirven para generar un espacio

P. Cuando en el Mundial eliminaron a España y Alemania, los grandes representantes del juego de posesión, la prensa repetía que más de 1.000 pases en un partido son síntoma de que algo no funciona. Usted que batió el récord de pases de la Bundesliga, ¿qué cree que tiene que tener un pase corto para ser desequilibrante?

R. ¿Pero cómo no va haber pases horizontales y pases cortos? Eso habrá siempre y tiene que haberlo. ¿España cómo va a jugar? ¡Pues a eso! No podía jugar a la transición o solo al juego directo. Claro que hay que jugar en corto. En todo equipo hay unos procesos. Argentina también en la primera fase jugaba con muchos pases horizontales y acabó el Mundial siendo más vertical. España tiene que tener eso. El Arsenal, que está jugando muy bien, tiene mucho pase en corto y luego tiene un cambio de ritmo. Pero en la fase de iniciación atrae muy bien a los rivales con pases cortos. Eso tiene que ser así.

P. ¿La posesión no se pasó de moda, entonces?

R. ¿Y qué decimos de los equipos que tienen mucha posesión? ¿No son modernos ni eficaces? La posesión sin cambio de ritmo y sin profundidad es difícil. Si por detrás del balón tienes demasiados jugadores es complicado. Pero si tienes una posesión con la que tú atraes bien para luego hacer daño, y estás bien colocado a la pérdida para que te dé esa posibilidad de ir arriba... eso nunca se pasará de moda. Cuanto más arriba controlemos el juego, más me gusta. Pero en Leverkusen también estoy aprendiendo a dominar el espacio desde no tan arriba para llegar de acuerdo a las cualidades de los jugadores, que son muy buenos en la transición. Eso me está haciendo sentir otros registros que yo hasta ahora había hecho con el Madrid como jugador, cuando a 50 metros de nuestra portería vivíamos tranquilos.

P. Durante el Mundial vimos equipos cerrados que vencían a equipos dominadores. Usted ha sido uno de los mejores pivotes defensivos de su época. ¿Qué tipo de pase es el que más daño hace a los pivotes cuando se cierran atrás? ¿El pase corto a la espalda o el cambio de orientación?

R. El que te busca la espalda. Pero luego este pase tiene que tener otro pase a la espalda de la defensa. Si el que recibe detrás del mediocentro es el delantero, ¿quién va detrás de la defensa? Esa última línea hay que atacarla con el delantero, con el interior, con el extremo, o con el que sea. Pero esa última línea hay que atacarla. O estar bien preparado para la pérdida. Puedes preparar lo académico o lo caótico. Ante defensas bien organizadas muchas veces es a partir de tu pérdida cuando ellos se desorganizan y tú generas las situaciones.

P. En general, ¿el pase corto ordena mejor que el largo?

R. Sí, pero tomando riesgos. El balón tiene que ir adentro-afuera-adentro y de izquierda a derecha. Si va solo horizontal… Cuando te defienden con dos líneas de cuatro y ellos se mueven horizontales no se cansan, pero cuando metes pases afuera y adentro y les mueves de adelante hacia atrás, se generará un espacio. El problema no es el pase corto sino jugar solo con el balón y olvidarse de atacar el espacio. El problema es cómo atacar el espacio para que el balón llegue ahí. Cada vez son más importantes las carreras de sacrificio, esas que haces sabiendo que lo más probable es que no te llegue el balón, pero que sirven para generar un espacio. Solo con el pase, sin los movimientos sin balón, es muy difícil.

P. ¿El Mundial es un laboratorio que muestra hacia dónde va el fútbol?

R. No creo. En el Mundial pesan más las emociones, la convivencia, el espíritu de grupo. Hay ingredientes distintos. Cuando ves las Ligas y la Champions ves un poquito mejor hacia dónde evoluciona el juego.

R. ¿Qué ve en la Champions?

R. Que cada vez los equipos son mejores. Más completos, más dinámicos, más flexibles con los sistemas, más agresivos, con jugadores más integrales.

P. ¿Favoritos?

R. El City, el Bayern me encanta verlo, el PSG si cuadran todas las piezas… y el Madrid siempre. Porque Carlo [Ancelotti] tiene una inteligencia emocional que por eso es Carlo y por eso todos vamos y le damos un grandísimo abrazo. Tiene esa aura. Hablamos mucho de fútbol. Pero la energía que se genera en un vestuario con la inteligencia emocional, aparte de los matices técnicos y tácticos, no sé el peso que puede tener: ¿50-50?

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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