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Al-Attiyah, líder del Dakar, mantiene la calma en su jardín de arena: “Se trata de sobrevivir”

Sébastien Loeb gana por tercera jornada consecutiva, pero el catarí sonríe durante la llegada al temido desierto de Rub’ al Khali, donde solo debe gestionar su ventaja para llevarse el rally

Nasser Al-Attiyah, durante la décima etapa del Rally Dakar.
Nasser Al-Attiyah, durante la décima etapa del Rally Dakar.FRANCK FIFE (AFP)

Nasser Al-Attiyah saborea un café y unos dátiles con crema de cacahuete en la parte trasera de su autocaravana en el vivac. Está tranquilo y destila confianza, y su sonrisa es la de siempre, haga sol o llueva, gane o pierda. Con alfombras saudíes de primera categoría desplegadas sobre su jardín de arena, se sienta al calor del fuego e invita a amigos y curiosos a saborear algunas de las delicadezas locales. También a los periodistas. “Se trata de sobrevivir. Terminar a un buen ritmo y sin problemas de ningún tipo”, comenta sobre las claves para repetir victoria en la general del Rally Dakar.

El piloto catarí (Doha, 52 años) aspira a levantar su quinto Touareg el próximo 15 de enero en Dammam, y en la décima etapa conduce lo que predica. Termina cuarto en la especial de 114 km entre dunas que da la bienvenida al temido desierto de Rub’ al Khali, que gana Sébastien Loeb (BRX) con un tiempo de 1h48m32s. El francés acumula cuatro victorias de etapa, y tres seguidas, en un rally que se le escapó por tres pinchazos en la segunda jornada y un vuelco en la tercera cronometrada. Al-Attiyah, con su indestructible Toyota, llega a la meta en Shaybah, un enclave estratégico rico en petróleo, a 5m45s y no se desvive por las pequeñas pérdidas de tiempo de los últimos días. “Debemos ser muy inteligentes, conozco muy bien el lugar y no es un sitio fácil. Sé cuál es mi objetivo”, explica.

Loeb es tercero en la clasificación con 1h37m23s de retraso sobre el líder, que cuenta con otro Toyota, el del novato brasileño Lucas Moraes (1h21m34s), de por medio. “No tendremos problemas”, vaticina el ganador de las ediciones de 2011, 2015, 2019 y 2022. “Está siendo un Dakar duro y rápido. En la primera semana hemos apretado mucho, a lo loco. Ha habido muchos fallos, y nosotros hemos tenido suerte y los pequeños problemas los hemos podido solventar”, reconoce a la llegada al cuadrante vacío, como se conoce en Arabia Saudí el desierto donde este jueves y viernes se celebrará la etapa maratón, sin asistencia técnica de ningún tipo para todos los vehículos.

Territorio inhóspito

Al-Attiyah es el único piloto que asegura haber conocido las dunas y arenas rojizas del Rub’ al Khali, un lugar donde se han registrado varias muertes y donde el mar de ondulaciones pronunciadas ha llegado a amenazar hasta los exploradores más experimentados. Este territorio inhabitado cuenta con dunas de hasta 250 metros de altura que se extienden como una alfombra rugosa de 650.000 km². “Aquí no puedes entrar solo”, explica el catarí, que ha organizado más de una expedición en estas tierras. Las reservas de petróleo de la región, las más grandes del mundo, han hecho construir una mínima infraestructura alrededor: una autopista que cruza de norte a sur, un aeropuerto militar y muchos oleoductos.

En esta región hiper-árida, con menos de 50 milímetros de precipitación al año, sufre temperaturas máximas de 55 grados en verano, aunque en invierno el clima es algo más benévolo. En parajes cercanos por donde rodará el Dakar, el director Denis Villeneuve filmó escenas de Dune, un territorio de película y leyendas populares. En estas arenas se esconde la Atlántida de las Arenas o Ubar, una ciudad perdida que menciona el Corán. Los dakarianos se enfrentarán a partir de mañana a 458 km cronometrados de dunas de todos los colores en un paisaje único e inédito que devolverá al rally a su esencia original.

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