_
_
_
_
_

Laia Sanz charla con Cristina Gutiérrez: “Ahora vas a una carrera de chavales y está lleno de niñas”

Las dos referentes femeninas del Rally Dakar conversan sobre igualdad, compañerismo y aventuras antes de arrancar la cuarta edición del mítico rally en Arabia Saudí

Laia Sanz charla con Cristina Gutierrez
Cristina Gutiérrez y Laia Sanz en el en Sea Camp de Yanbu (Arabia Saudí) antes de la salida del Rally Dakar.

Laia Sanz i Pla-Giribert (Barcelona, 1985) y Cristina Gutiérrez Herrero (Burgos, 1991) se saludan y abrazan efusivamente al verse por primera vez desde que aterrizaron en Arabia Saudí. Llevan ya tres días en el campamento XXL que la organización del Dakar ha montado a orillas del Mar Rojo, donde las más de 3.000 personas que forman el convoy de la prueba ultiman los detalles de la 45ª edición. El rally arranca hoy con una etapa prólogo de 12,5 km cerca de la población costera de Yanbu, al oeste del país. Tanto la catalana, en su segunda participación en coches, como la castellanoleonesa, en la categoría T3 de prototipos ligeros, buscan resultados ambiciosos: la primera quiere llegar entre los 15 mejores vehículos a Dammam el próximo 15 de enero; la segunda parte como candidata a la victoria en su clase. De por medio, a los 820 participantes les esperan 8.549 kilómetros de aventura, 4.709 de ellos cronometrados, divididos en 15 etapas que buscan dotar de más dureza a la prueba. En conversación con EL PAÍS, ambas competidoras reflexionan sobre su buen momento personal, los avances de la mujer en el mundo del motor y el reto que supone la cuarta incursión en el desierto saudí.

Pregunta. ¿Hay una relación especial entre las mujeres participantes?

Laia Sanz. A mí me es indiferente, me relaciono igual con todos.

Cristina Gutiérrez. Yo también. Somos uno más. Sí que hace ilusión ver a más mujeres, porque cuando Laia empezó no habría ni…

L.S. Éramos seis o siete en total, y ahora hay más de 50.

C.G. Un montón. Está bien, porque te hace ver que el tema está evolucionando.

P. ¿Se puede mantener amistad y rivalidad?

L.S. Sí. Yo, que vengo del mundo de la moto, pienso que allí hay todavía más compañerismo. Estás solo, te juegas la vida y puede ser que tu rival te salve la vida. Cuando hay un accidente, el primero que llega es tu oponente. Especialmente en el Dakar hay muy buen rollo. Por ejemplo, uno con el que me peleaba mucho es ahora mi copiloto [Maurizio Gerini].

C.G. ¡Anda! En coches es algo distinto, pero dentro del equipo se comparten piezas si hace falta. Esto solo pasa en el Dakar, y el ambientillo es una de las cosas que más engancha.

P. ¿Cómo viven los días previos al inicio?

C.G. Con muchas ganas de empezar.

L.S. A mí se me hace muy largo. Soy nerviosa y me cuesta estar parada. Me aburro y encima hay colas para todo, es pesado. Tengo ganas de dar gas.

C.G. Yo necesito arrancar, coger ritmo. No me gusta la etapa de descanso, a la que paras…

L.S. ¡Te cuesta arrancar!

P. ¿Qué esperan de esta edición?

L.S. Siempre nos asustan. Siempre se dice que será el más duro, pero este año creo que es verdad. Hay más kilómetros, hay más días. Los coches no podremos parar durante el repostaje, y es incómodo. No puedes ir al baño, comer bien durante la etapa, y eso endurecerá la carrera.

C.G. El Empty Quarter [el cuadrante vacío del desierto saudí], cuando ves el perfil de etapa, muy corta, te hace pensar.

L.S. Eso es trampa. En el Dakar, cuando hay una etapa tan corta es que es jodida.

P. ¿Se fijan mucho en lo que hacen los demás competidores?

L.S. Hay poco tiempo. Es llegar, comer, fisio. Hay gente a la que no ves durante todo el Dakar. Seguramente no nos veremos en toda la prueba, pero al final terminas contándote las batallas.

C.G. Igual cenando, de pasada, un ‘¿qué tal?’ Cada uno tiene su rutina, pero es interesante hablar con otra gente de tu categoría.

P. ¿Cómo va el tema de la inclusión en el deporte de motor?

L.S. Miro atrás y, por suerte, el tema ha cambiado mucho.

C.G. Solo con ver el número de mujeres ya no sientes tanto respeto. Cuando empecé, la única referencia que tenía era Laia. Tenía ese miedo de ver si podía entrar en este mundo sin más. Lo que más me ha costado es hacerme valer, a veces cuando yo digo algo no se creen del todo que pueda tener esa experiencia, y eso todavía me cuesta ahora. Hoy, por lo general, ya no es lo normal.

L.S. Y no son solo las pilotos. En un equipo antes eran todo tíos, y ahora hay una ingeniera y una mecánica en el mío, en trabajos que se consideraban de hombres.

P. Aun así, en el campamento hay una clara mayoría son hombres.

L.S. Hubieras alucinado hace 10 años.

C.G. Los baños de chicas vacíos… (ríe)

L.S. ¡No había nadie!

P. Son pilotos consolidadas, ¿notan si les dan más proyectos interesantes?

L.S. No nos dan, no, nos lo curramos. En la moto sí había demostrado mucho, pero en coches estoy empezando de cero. Sales de tu zona de confort, y lo que hice antes no sirve de demasiado, aunque algo ayuda.

C.G. Tengo menos experiencia que Laia, pero si es cierto que, aunque estos años parece que todo va bien, es verdad que tienes batallas mentales, dudas de ti misma. Es un trabajo donde no desconectas nunca, y a mí al menos me cuesta. Siempre estamos trabajando, buscando patrocinios.

P. ¿Creen que hay todavía diferencia de trato respecto a los hombres?

L.S. Con los Mundiales que he ganado en moto, si fuese un tío podría retirarme y trabajar poco. No será así, pero tampoco hay que engañarse. El hecho de ser mujer en un ámbito donde no era lo normal también me ha ayudado. En las motos me costó muchos años demostrar mi valía, entrar en el equipo oficial. Siempre había que demostrar más.

C.G. Al final, la que entra tiene la lupa encima. Si haces algo mal, parece que es tres veces peor que el error de un hombre. Si cometes un error, parece que te están mirando mal. Sí estoy de acuerdo con Laia sobre el tema de la atención y los patrocinios, hay dos caras de la misma moneda.

L.S. Hay que recordar que este es un mundo muy difícil para cualquiera. También hay pocos hombres que no deban trabajar mucho y poner de su bolsillo para llegar al Dakar. En ciertas cosas nosotras lo tenemos peor, pero soy optimista y vamos por el buen camino.

P. Por vuestro trabajo, como es el caso, viajan a sitios donde los derechos de la mujer dejan mucho que desear, ¿les incomoda?

L.S. En el Dakar vivimos en una burbuja. Vas de la etapa al vivac, y es como estar en casa.

C.G. No vivimos la realidad de aquí.

L.S. No estamos integrados, es un mundo paralelo.

P. ¿Cómo ha sido competir como compañeras de Carlos Sainz y Sébastien Loeb en la Extreme E?

L.S. Ha sido genial, creo que para las dos.

C.G. Aprendes todo el rato.

L.S. Imagínate empezar en el mundo de los coches con Carlos. Seguro que ha acelerado mi proceso de aprendizaje. No hubiera podido aprender tan rápido y tan bien sin alguien como él acompañándome.

C.G. Sébastien es muy natural. Es como un padre deportivo, un amigo. Es tan sincero con todo. Hay muy buen rollo, me ayuda con todo y nos lo pasamos muy bien. ¡Es una leyenda! Todavía no me lo creo.

P. ¿Qué significaría que una de vosotras, o cualquier otra mujer, volviera a ganar el Dakar?

L.S. Ya lo hizo Jutta [Kleinschmidt], y hay que repetir. Hay que ir a por ello.

C.G. Para mí es cuestión de estadística. Cuantas más mujeres haya será más fácil que alguna gane. Hay que empujar, y Laia ha demostrado que puede conseguirlo. Yo en mi categoría estoy peleándome como puedo. Hay que darlo todo y luego tener algo de suerte.

P. ¿Sería posible un Dakar paritario en el futuro?

L.S. No soy partidaria de forzarlo. Es un tema de educación. Yo cuando empecé de pequeña era la única, un bicho raro. Me decían marimacho y de todo. Ahora tú vas a una carrera de chavales y está lleno de niñas. No hay que repartir los números como los ministros. Yo creo en la gente que es válida y competitiva.

C.G. Pienso lo mismo. Con tener la libertad de hacer y decidir, eso ya sería un gran logro.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_