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EL JUEGO INFINITO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La extraña Liga

En un mundo que ignora el cambio climático, a quién le puede importar el futuro de un club de fútbol que promete ilusión para mañana

Jorge Valdano
Jorge Valdano

La casa por la ventana. Empieza una extraña Liga que se partirá por la mitad a finales de año, cuando empiece un extraño Mundial. Como pueden ver, todo es extraño en el fútbol que viene. También fue extraño el verano, animado por un Barça pobre que decidió resolver su deuda comprando. Joan Laporta aparecía a cada rato por televisión, rebosante de optimismo, para contarnos que vendía futuro para comprar presente, negocio que disimulaba el riesgo por la potencia de seductores nombres propios que excitan a las redes. La llegada de Koundé puso en olvido que ya estaba fichado Christensen; Kessié quedó oculto detrás de la posible llegada de Bernardo Silva; Lewandowski tapó a Raphinha; por no hablar de Dembélé, oscurecido después de salir por una puerta giratoria por la que volvió a entrar iluminado. En un mundo que ignora el cambio climático, a quién le puede importar el futuro de un club de fútbol que promete ilusión para mañana. Corramos un tupido velo: vuelve el Barça y, con él, una Liga mejor.

La revolución tranquila. El Real Madrid mantiene a Casemiro, Kroos y Modric, los tres sabios que se encargan del sistema circulatorio del juego del equipo. Los tres parecen ignorar el paso del tiempo y se mantienen firmes defendiendo el fuerte. No solo el de su equipo, sino el del fútbol mismo, cada día más arrebatado por el despliegue físico y más limitado en su creatividad por un orden casi militar. Los tres magníficos sobreviven levantando trofeos, pero conviene no olvidar que, en algunos partidos de la temporada pasada, fueron superados por un alto ritmo de juego. Permanecen en modo espera Tchouameni, Valverde y Camavinga, trío prometedor y más parecidos al fútbol que viene. Hasta que llegue su turno, será interesante ver cómo la inteligencia de Ancelotti va salpicando con la energía de estos jóvenes, el criterio de los ilustres coleccionistas de títulos.

Cholo ante el peligro. En cuanto al Atlético, un año más lo explica Simeone. Sin necesidad de hablar, solo estando. El fútbol está lleno de paradojas y él interpreta una llamativa: entrenador resultadista que no necesita de los resultados para sobrevivir. Credibilidad que se ha ganado. Un aficionado renueva su abono por una expectativa y por amor. Con Simeone la expectativa es que el equipo va a morir en el intento y el amor queda garantizado por su gran identificación con el Atlético. Después de 10 años, su sólida presencia tranquiliza a los atléticos, que ven en el Cholo a un jugador que se escapó del campo, a un hincha que se bajó de la tribuna, a un ejecutivo que vela por el futuro de un club que, nadie lo olvida, a su llegada ni siquiera tenía presente. Tercero en discordia, sigo esperando que el Atlético dé el salto definitivo para que la Liga crezca en interés.

Tiburones que atacan. Para saber quiénes somos hay que mirar para afuera. Y como la economía crea guetos, es indiscutible que el de la Premier es cinco estrellas. Cucurella por 65 millones más siete en variables es la manera abusiva que utilizan los grandes para marcar el territorio. La clase media alta del fútbol mundial vive y muere por la ambición de estas economías insaciables. Vive por la inyección económica; muere por el empobrecimiento futbolístico. El Sevilla perdió a su soberbia pareja de centrales; el Valencia a Guedes, un jugador diferencial de esos que, solo por nombrarlo en la alineación, te hacen sentir grande. Hay mucho mérito en sobrevivir a esos ataques. Como la Premier es una Superliga en sí misma, será interesante ver cómo responde el resto de la Europa futbolística. Mientras tanto, nos consolamos con la extraña Liga que ya está aquí.

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