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Y una florentina para ordenar a tantos hombres en el Tour

La italiana Francesca Mannori se estrena en el Tour como primera mujer que preside el jurado de comisarios de una carrera de tres semanas

Carlos Arribas
Francesca Mannori Tour de Francia
Francesca Mannori, antes de la salida de la segunda etapa.

Por encima de Gouvenou, Thierry, por encima de Prudhomme, Christian, en el Tour de Francia manda Mannori, Francesca, de Florencia. Es comisaria internacional de ciclismo, es la primera mujer que preside el jurado del Tour, el colegio encargado de hacer cumplir los reglamentos, capaz de detener la carrera si lo considera necesario, de expulsar, de sancionar. de castigar a quien no cumpla, sea este Gouvenou, el director de la carrera, sea Prudhomme, el organizador, sea el suizo Stefan Küng, que le suelta un manotazo al portugués Ruben Guerreiro en mitad del puente. A sus órdenes, impartidas por radio desde el coche rojo que abre la caravana a cola del pelotón, 16 comisarios más, nacionales e internacionales, a moto o en coche o esperando en la meta, todos hombres. Y ella decide el sábado, con criterio propio y reglamentos, si montarle un barrage [detener los coches de los equipos para que el corredor que se ha descolgado no aproveche su rebufo para volver al pelotón] a Rigo Urán, que se ha caído y no hacerle la misma faena al líder Lampaert, caído en el puente, y regresa rápido entre coches.

“Es una cosa muy importante, ser la primera mujer en un territorio muy masculino, pero yo prefiero alegrarme más porque es un logro personal, porque he llegado a donde quería profesionalmente”, dice Mannori, de 49 años, quien, reconociendo lo obvio, que el mundillo del ciclismo no solo es casi exclusivamente masculino sino también excesivamente machista, no llegó a conocer los tiempos en los que una de las misiones de los comisarios en las carreras era la de vigilar que no hubiera ninguna mujer, la tentación, el diablo, ni en los coches de los directores ni acreditadas en cualquier puesto de la carrera que no fuera el de guapas oficiales del podio o de animadoras. Tiempos en los que las mujeres de los ciclistas, sus novias también, robaban acreditaciones, se colaban en los hoteles a escondidas… “No, no, dice Mannori”, que trabaja en Florencia en unas oficinas legales. “Cuando yo empecé, en 1993, ese tiempo había pasado. Yo iba a las carreras con mi abuelo, que era periodista de ciclismo, y un día, a los 20 años, alguien me dijo que por qué no hacía el curso. Empecé con el regional, luego el nacional y ya en 2010 logré el internacional”.

Si el Tour es la primera carrera de tres semanas que preside, y ninguna mujer ha presidido aún la Vuelta y el Giro, Mannori llega al top con la experiencia de ser comisaria jefe ya en el Tour de Suiza y en el de los Emiratos, carreras en las que ha comprobado que nadie la miraba como un elemento exótico. “No me gusta que me vean como una curiosidad, como una anécdota. Si la UCI me ha designado sé que es porque es importante para el desarrollo del ciclismo femenino imponer políticas igualitarias en el ciclismo masculino, aunque, curiosamente, en las carreras”, dice Mannori, que prefiere que le digan comisario, y no comisaria. “Nunca me he sentido discriminada. Todos los colegas me han tratado siempre con respeto, y los ciclistas. De hecho, todos me han felicitado y se han alegrado cuando la UCI anunció que yo sería la presidente del Tour”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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