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Vinicius, el goleador que quiso vender Zidane

El francés, que no encajó con el brasileño y propuso al club su salida, vio en el estadio el tanto que valió una Champions

Vinicius
Vinicius, de rodillas al acabar la final de la Champions de París.DPA vía Europa Press (Europa Press)
David Álvarez

La noche del ingreso de Vinicius Jr. en la zona más noble de la leyenda europea del Real Madrid, en las gradas del estadio se sentaba la persona que, teniendo más poder, más había dudado de él. Zinedine Zidane acudió al Stade de France vestido con una chaqueta blanca con capucha y acompañado de su esposa, Veronique, y de sus hijos Luca y Theo. La final de la Champions fue una de las paradas deportivas del francés en un fin de semana que el día anterior le había llevado a Roland Garros y este domingo, a Mónaco, a la Fórmula 1. Desde la butaca de su palco VIP de Saint-Denis vio cómo ganaba una Copa de Europa con su gol un futbolista al que había querido vender.

Zidane y Vinicius nunca sintonizaron la misma frecuencia. El francés no creía que el futbolista pudiera aportar algo que se ajustara a sus expectativas, y prefería a Eden Hazard, pese a que el belga estuvo siempre en unas condiciones físicas muy precarias. La incomodidad del técnico con los problemas de comprensión del brasileño de algunos conceptos del juego que él ve como naturales desembocó en la falta de confianza hacia el futbolista, y en el desconcierto y el desánimo de Vinicius.

El técnico llegó a proponer a los directivos del club que se desprendieran del jugador, pero en los despachos siempre estuvieron convencidos de que explotaría y descartaron la opción. Por su lado, Vinicius siempre quiso quedarse en el Madrid, aunque durante alguna de las rachas de peor sintonía su gente se planteó si no sería mejor sacarlo de allí, Pero nunca llegaron a mover ficha, pese a la insistencia, por ejemplo, del Paris Saint-Germain.

Por entonces, en la época cruda, el brasileño ya se besaba el escudo cada vez que marcaba, que era mucho menos a menudo que ahora. Se mezclaban el desinterés de Zidane y la desconsideración a paladas de las redes sociales, pero Vinicius ha disfrutado siempre de una seguridad acorazada. En los días malos, seguía intentando una y otra vez destrozar defensas. Y en los días buenos, como el sábado, que terminaba con una final de la Champions, esa seguridad le servía para afrontar el reto con tranquilidad. El brasileño se pasó la mayor parte del tiempo libre del sábado durmiendo, mientras algunos compañeros, como Rodrygo, se entretenían jugando al póker en el bucólico y apartado Auberge du Jeu de Paume, el hotel de concentración en Chantilly, casi una hora al norte de París. Dormitaba y respondía mensajes de buena suerte: “Que sea un buen día para todos”, era su respuesta más repetida.

No le alteró ni el retraso del comienzo de la final por los incidentes en los alrededores del estadio. Su gol, el gol que vale una Copa de Europa, resume su nivel de confianza y la progresión de su juego.

La jugada empieza con un guiño de ojo a Klopp y un choque de manos con el entrenador del Liverpool. En ese momento, el balón había salido y Mendy se disponía a sacar en esa misma banda izquierda unos cuantos metros más atrás. Empieza entonces una jugada en la que recibe Kroos, que devuelve a Mendy, este se la da atrás a Militão... Mientras, Vinicius ha olvidado las sonrisas con Klopp y sigue el movimiento de la pelota al trantrán. Carvajal, Casemiro, Modric, Carvajal, Casemiro y a correr Valverde. Entonces, el brasileño se enciende. “He visto que Fede iba a tirar, que podía pasar el balón ahí, y ahí estaba. Estaba escrito. Ya sabía que el balón podría ir ahí. En los entrenamientos estaba siempre ahí”, contó. Un tiro, un gol. Clínico como Zidane no lo había imaginado.

Lo anotó muy cerca del lugar del fondo en que se ubicaban sus familiares y los miembros de su equipo, que lo celebraron entre lágrimas mientras él besaba el escudo. Vieron en ese momento el colofón a todo lo que ha trabajado y han trabajado con él, y el momento también supuso una válvula de escape a la presión y el sufrimiento que habían compartido, sobre todo en la época más dura de los memes.

La expedición familiar llegó a la casa de La Moraleja este domingo a las cuatro de la madrugada, y se esperaron al futbolista hasta las ocho. Hubo algo de charla, algunos durmieron un poco y luego compartieron una barbacoa en el jardín. Era el paisaje ideal para Vinicius, que siempre quiere su casa llena de amigos y familiares. Estuvo con ellos hasta que a media tarde tuvo que incorporarse al largo festejo por Madrid de la Champions que el Madrid ganó con su gol.

Hoy ya se irá a Corea, con la selección brasileña, mientras su agente, Fred Pena, termina de cerrar la ampliación de su contrato con el Madrid, una negociación de la que, según fuentes cercanas a las conversaciones, el futbolista no tiene demasiado detalle, como apenas lo tiene de su sueldo actual. Pero confía, y sabe que quiere quedarse, una vez que ya quedó muy atrás la idea de venderlo de Zidane.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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