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BREXIT FC
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Turbas y claroscuros en el año de Klopp

Las invasiones de campo de los aficionados, así como las vanidades políticas y geoestratégicas, son nubarrones en la Premier que finalizó ayer

Aficionados del Manchester City rompen una de las porterías tras invadir el campo del Etihad, el domingo.
Aficionados del Manchester City rompen una de las porterías tras invadir el campo del Etihad, el domingo.DPA vía Europa Press (Europa Press)

La Premier se prometía un año triunfal. Alimentada por el formidable mano a mano entre el Liverpool de Jürgen Klopp y el City de Pep Guardiola, se iba a comer el mundo de la mano de una vitalidad financiera sin rival en el mundo. Con la Liga en crisis tras los estragos de la covid, Alemania admirándose en el espejo de su carrera de un solo caballo, Italia en el purgatorio, Francia exportando jugadores (menos el más deseado…), la Superliga Europea en el abismo, solo faltó la llegada de capital saudí vía Newcastle a finales de 2021 para confirmar las aspiraciones inglesas a la supremacía permanente.

Sí, el City consiguió ayer el título en el último suspiro gracias a una remontada espectacular, cuestionando así la supremacía nacional a la que el Liverpool aspiraba tras ganar la Copa de Inglaterra y la Copa de la Liga. Y el sábado le espera al Liverpool el momento cumbre del año con la final de la Champions en París frente al temible Real Madrid. Una final en la que aspiraba a estar Pep Guardiola, cuyo derrumbe en el último instante en el Bernabéu permitirá el alumbramiento de una catarata de teorías y explicaciones sobre la influencia del absurdo en el fútbol. O del temple mental.

En todo caso, pese al desencanto que vivió ayer, es difícil discutir que esta ha sido la temporada de Jürgen Klopp. En siete años al frente del Liverpool, Klopp ha ganado dos Premier, una Copa de Inglaterra, una Copa de la Liga, una Champions, una Supercopa de Europa y una Copa del Mundo de Clubes. Un palmarés enorme si se tiene en cuenta que antes de que él llegara, el Liverpool llevaba 30 años sin ganar la Liga, 16 sin ganar la copa, 10 sin ganar la Copa de la Liga y 14 sin ganar la Champions. En sus seis años en el City, Pep ha ganado cuatro ligas, una copa y cuatro copas de la liga. Nada mal para un equipo con muy poca plata en el escaparate.

Pero el brillo de esa carrera de dos caballos no permite ocultar que la Premier se ha quedado a medias en Europa (un solo finalista, aunque sea en la Champions, es poco para una liga que se atribuye la absoluta hegemonía europea) en lo futbolístico y se han formado inesperados nubarrones en otras materias. La caída en desgracia de Roman Abramóvich no solo ha puesto al Chelsea al borde del abismo, sino que supone un toque de atención muy serio sobre la viabilidad de un modelo financiero que, a pesar de su indiscutible fortaleza (la Premier nada en la abundancia de los derechos de televisión y sigue siendo un polo de atracción de inversión desde ultramar) se apoya demasiado en la vanidad de algunos de los propietarios de sus clubes. Incluyendo las vanidades políticas y geoestratégicas.

El nubarrón más negro de todos, sin embargo, ha sido la repentina resurrección de las invasiones de campo, al estilo de lo que ocurría en los años 70 y 80. Hasta cinco invasiones ocurrieron la semana pasada: cuando el Huddersfield eliminó al Luton en las semifinales del playoff para ascender a la Premier; cuando el Nottingham Forest se clasificó en casa ante el Sheffield United en la otra semifinal; cuando el Mansfield Town eliminó al local Northampton Town para el ascenso a la League One; en la otra semifinal entre el Port Vale y el Swindow Town y cuando el Everton confirmó la permanencia al remontar (3-2) ante el Crystal Palace.

En todas las invasiones hubo provocaciones y agresiones hacia los jugadores y técnicos visitantes, incluido el entrenador del Palace, Patrick Vierira, que lanzó una patada al aire para defenderse. Un hincha del Forest fue condenado a 24 semanas de cárcel por un brutal cabezazo a un jugador del Sheffield.

Un fenómeno preocupante, difícil de atajar y que algunos expertos atribuyen al aumento de la delincuencia en general y una caída de la disciplina de los hinchas de fútbol en particular tras los encierros provocados por la covid. También los hinchas del City invadieron el campo para celebrar el título, claro.

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