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Javier Imbroda, el anfitrión de la generación que redimensionó el baloncesto español

El técnico melillense, fallecido a los 61 años, hizo historia al frente de Unicaja y como seleccionador abrió la puerta a los ‘júniors de oro’ que desataron la conquista de medallas

Javier Imbroda, en el partido por el bronce del Europeo de 2001 ante Alemania. Tras él, de izquierda a derecha: Felipe Reyes, Lucio Angulo, Alfonso Reyes y Raúl López. Reuters
Javier Imbroda, en el partido por el bronce del Europeo de 2001 ante Alemania. Tras él, de izquierda a derecha: Felipe Reyes, Lucio Angulo, Alfonso Reyes y Raúl López. Reuters
Faustino Sáez

Hace 27 años, Javier Imbroda lanzó una frase a los jugadores de Unicaja y a Málaga entera antes de afrontar la final de la ACB ante el poderoso Barça de Aíto García Reneses: “El día que tengamos miedo no conseguiremos nada”. Era la temporada 1994-1995 y solo el Joventut se había atrevido a discutir el gobierno de los dos grandes del baloncesto español, Real Madrid y Barcelona (que para entonces se habían repartido 34 de las 38 ligas disputadas). Y, a base de arrojo, sin miedo, aquel equipo de Imbroda —con Manel Bosch, Alfonso Reyes, Gabi Ruiz, Curro Ávalos, Nacho Rodríguez, Dani Romero y Freddy Navarrete, y con los estadounidenses Kenny Miller y Mike Ansley y el ruso Sergéi Babkov como lustrosa terna de extranjeros—, se agigantó hasta agarrar con las manos de Ansley el balón para proclamarse campeón en el cuarto partido de la eliminatoria por el título.

El entrenador melillense, que ha fallecido este domingo a los 61 años tras seis de pelea contra un cáncer, no ganó aquel partido, pero igualmente hizo historia al frente de Unicaja. Posteriormente, como seleccionador, fue el anfitrión que abrió la puerta a los júniors de oro, la generación que redimensionó la historia del baloncesto español.

El triple que lanzó Ansley se estrelló en el aro y el Unicaja cayó derrotado en el quinto y definitivo encuentro de la final, pero la caldera del Ciudad Jardín malagueño proyectó su pasión a toda España. Se estableció un récord de audiencia de un partido de baloncesto, con 4,5 millones de espectadores que siguieron la transmisión íntegra y 6,5 pegados a la tele en el tramo final. “Queríamos demostrar a todo el mundo que un equipo modesto puede luchar por el título de Liga y puede ganarlo. Hemos abierto el camino”, dejó dicho Imbroda. Después de aquel no triple de Ansley llegaron la Liga del TDK Manresa, la inauguración del pabellón Carpena en Málaga y las conquistas de la Korac, la Copa y la Liga del equipo andaluz.

Tras una década exitosa, Imbroda dejó en 1998 el Unicaja (el equipo de su vida, aquel Maristas de Málaga al que llegó con solo 23 años para entrenarlo en Primera B y al que ascendió a la ACB en 1988) para irse al Caja San Fernando de Sevilla. Un camino que comenzó cuando acabó los estudios de Magisterio en su Melilla natal y le ofrecieron una plaza de profesor en el colegio malagueño de los Maristas. Allí, dirigiendo al equipo de la escuela con pedagogía y espíritu lúdico, se hizo entrenador. Una carrera de inicio meteórico hasta sumar 17 temporadas y 605 partidos en la ACB (también fue subcampeón de Liga y de Copa con el club sevillano en la 98-99).

Solo una parte de un currículo que alcanzó dimensión internacional antes de los Juegos de Barcelona 92, cuando la selección lituana le fichó para su cuerpo técnico por recomendación expresa de Arvydas Sabonis. Posteriormente, en aquel año 95 que le cambió la vida, Imbroda se incorporó al cuerpo técnico de la selección española como ayudante de Lolo Sainz. Un equipo en construcción que, en 1999, se proclamó subcampeón de Europa ante la Italia de Gregor Fučka y Carlton Myers. Una valiosa plata justo en la frontera del histórico relevo que estaba a punto de producirse con el cambio de siglo.

En aquel mismo 1999 nació la leyenda de la generación de oro que, con Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Raúl López, Felipe Reyes y compañía, conquistó el Mundial júnior ante Estados Unidos. La generación que cambió el baloncesto y, en buena medida, el deporte español. En sus 65 primeros años de historia la selección masculina de baloncesto conquistó seis medallas (4 platas —1935, 1973, 1983 y 1999— y un bronce —1991— europeos; y una plata olímpica —1984—), como éxitos episódicos en mitad de un puñado de intentos heroicos, algún patinazo sonado y numerosas frustraciones. En lo que va de siglo XXI, la colección es de 13 medallas, cinco de ellas de oro (en los Mundiales de 2006 y 2019, y en los Europeos de 2009, 2011 y 2015). Fue Imbroda quien abrió la puerta de la absoluta a aquellos júniors de oro que sacudieron la historia.

Se adelantó Navarro, que disputó los Juegos de Sidney 2000 con 20 años recién cumplidos. El resto se incorporó en 2001, ya con Imbroda como seleccionador. Una etapa corta en el tiempo, pero infinita en la enciclopedia: del bronce europeo, tras rendir a la Alemania de Dirk Nowitzki, al quinto puesto en el Mundial de Indianápolis de 2002 en el que superó a Estados Unidos por 81-75 en la que es la última victoria española contra la selección estadounidense en competición oficial absoluta (la segunda tras la lograda en el Mundial de 1982 en Cali, por 109-99).

“No discuto que el juego controlado y defensivo no sea un gran baloncesto. Pero yo creo que es mucho más divertido correr y dar la iniciativa al jugador, para que se sienta responsable de su trabajo. Así vienen a los entrenamientos con otra disposición”, contó Imbroda en su etapa de entrenador en Málaga para definir su estilo de ataque con transiciones rápidas. Un libreto en el que se fijó el Madrid de Florentino Pérez y Jorge Valdano para dar relevo a Sergio Scariolo en 2002. Fue su peor etapa, solo una temporada, y la peor clasificación histórica de los blancos en la ACB (10º puesto, con 17 victorias y 17 derrotas). El gran borrón en el expediente en los banquillos de Imbroda, que colgó la pizarra en 2009 previo paso por Valladolid y Menorca.

”Mi mujer me decía que este era el partido que me faltaba por ganar, y en ello estoy. Y esa esperanza es la que quiero trasladar a todos esos enfermos como yo de cáncer, diciéndoles: Nunca te rindas”, escribió Imbroda, “sin miedo”, en la carta con la que hizo público que le habían diagnosticado un cáncer de próstata en el verano de 2016.

La noticia no truncó su paso a la política, que se presentó a las elecciones autonómicas andaluzas en 2018 con Ciudadanos y fue nombrado consejero de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía tras el acuerdo de gobierno entre su partido y el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla. El pasado febrero, en la Copa de Granada, Imbroda fue homenajeado por la ACB en el descanso de la final. Esa fue su última aparición sobre el parqué.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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