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Marcelo Bielsa, auge y caída del dios del Leeds

El desplome al borde de los puestos de descenso de la Premier fuerza la destitución del entrenador argentino, el hombre más adorado por los hinchas en lo que va de siglo

Diego Torres
Marcelo Bielsa, contra el Manchester United hace una semana.
Marcelo Bielsa, contra el Manchester United hace una semana.PETER POWELL (EFE)

“¡Eres Dios!”, le gritaban los viandantes de Leeds. A lo que Marcelo Bielsa respondía negativamente con el dedo índice, como si el título de divinidad precisara una rectificación explícita inmediata.

Si los dioses son objetos de despido fulminante, quizás todo sea un malentendido. Porque también en Leeds, al previsible auge frenético sucedió la previsible caída, igualmente frenética. Así lo dictan los ciclos de Bielsa en casi todos los clubes en los que trabajó y no fue diferente en el Leeds United, donde le contrataron en 2018 para regocijo de la hinchada. Su laborioso ascenso de Segunda a la Premier, en la que el club no jugaba desde hacía 16 años, generó tal adoración que hasta bautizaron un pasaje con su nombre en el centro de la ciudad: ‘Marcelo Bielsa Way’.

Este domingo le echaron. El dueño del club, el italiano Andrea Radrizzani, gestionó el asunto con la mayor delicadeza de que fue capaz cuando comunicó que lo hacía forzado por las circunstancias. “Esta ha sido la decisión más dura que he tomado desde que dirijo el Leeds; considerando todos los éxitos que Marcelo ha traído al club”.

El 0-4 que le imprimió el Tottenham el sábado en Elland Road activó la alerta roja después de un declive imparable sin otro remedio. El equipo marcha 16º en el campeonato, a solo dos puntos del descenso tras sufrir cinco derrotas y 21 goles en contra en los últimos cinco partidos, y un total de 60 goles encajados en 26 jornadas. Una calamidad que no solo explican la técnica y la táctica, por menos ortodoxa que resulte la metodología de este argentino de 66 años.

“Mi preocupación es proporcional a los resultados que estamos obteniendo”, dijo Bielsa tras la derrota ante el Tottenham. “Soy una persona común con un trabajo con mucha repercusión. Y me siento como todas las personas comunes cuando no logran los resultados esperados”.

La falta de flexibilidad de Bielsa para modificar su doctrina del marcaje al hombre, un código de hierro que no ha sabido evolucionar en situaciones en las que es necesario dar prioridad a la zona, ya generó zozobra en la plantilla del Leeds, como en la plantilla del Olympique de Marsella, o en la del Athletic. Pero lo que más desgastó su labor fue su falta de sensibilidad para reaccionar a las caídas de rendimiento de sus futbolistas en casos puntuales, o a los problemas inesperados que le planteaban los rivales después de la primera sorpresa. A estas dificultades derivadas de su carácter inmutable, se añadieron las múltiples lesiones de hombres importantes como Bamford, Kalvin Phillips, Firpo o Liam Cooper. Sin ellos, el rendimiento del equipo se desplomó.

“Estos jugadores ya demostraron que tienen nivel para jugar en Premier”, dijo el técnico el sábado, evocando el noveno puesto logrado la temporada pasada, la mejor posición de un recién ascendido en la historia de la competición. “Ya quedó demostrado que este modelo se puede imponer en esta liga. El esfuerzo del equipo no se puede poner en tela de juicio porque es el más intenso físicamente en dos años en la Premier. Está claro que con todas estas capacidades no logro obtener lo mismo que antes. Al revés, lo que obtengo es peor”.

Jesse Marsch

Despedido Bielsa, el Leeds ha contratado a Jesse Marsch. El estadounidense, que fue entrenador del Leipzig y el Salzburgo, llega a la Premier con el marchamo de la escuela alemana, la última moda, como dictan Rangnick (United), Klopp (Liverpool), Tuchel (Chelsea), Daniel Farke (Norwich) o Ralph Hassenhüttl (Southampton).

A Marsch le espera una tarea ingente. No solo deberá reconducir la deriva depresiva que aflige al equipo. Deberá sentarse en el puesto de un hombre mitificado por la hinchada que, como siempre, logró adiestrar a sus jugadores en la práctica de un fútbol inflamado de ataques constantes, producto de un estado mental tan provechoso en la ola de entusiasmo como incontrolable cuando decae la energía original.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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