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Las reinas de Tokio buscan nuevos límites

Yulimar Rojas y Elaine Thompson persiguen batir este jueves en Lausana los récords mundiales de triple salto y 100m

La atleta Yulimar Rojas durante la final de triple salto en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
La atleta Yulimar Rojas durante la final de triple salto en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020HOW HWEE YOUNG (EFE)
Carlos Arribas

Llega de Tokio a Guadalajara Yulimar Rojas con Iván Pedroso y, ya batido el récord del mundo de triple salto (15,67m), la campeona olímpica empieza a trabajar para su siguiente objetivo, darle un buen mordisco al salto de longitud, una prueba que apenas ha practicado pero en la que está segura de que también puede alcanzar la cima. No tanto, ni tan rápido como para batir ya el récord del mundo (los 7,52m que la rusa Galina Cistjakova saltó en Leningrado en 1988), pero este verano, antes de Tokio, sin apenas práctica, saltó en La Nucía (Alicante) 7,27m. La marca no figura en las listas por exceso de viento a favor (2,7 m/s), pero, unido a un nulo larguísimo, le permitía prever que tras un poco de entrenamiento específico, unos buenos 7,40m, por lo menos, estarían a su alcance en su regreso a la competición, este jueves (20.00, Vamos) en la Diamond League de Lausana.

La atleta Elaine Thompson durante la carrera de 100m durante la  Wanda Diamond League
La atleta Elaine Thompson durante la carrera de 100m durante la Wanda Diamond LeagueJONATHAN FERREY (AFP)

Sin embargo, hace unos días, Rojas y Pedroso cambiaron de planes. La saltadora hizo también un par de sesiones de triple, de mejora de su segundo, el paso, y Pedroso la vio tan bien, “mejor que en Tokio”, aseguran los presentes que dijo, que decidió a última hora borrarla de la longitud e inscribirla en el triple, en el que buscará un nuevo récord mundial, y una recompensa económica por conseguirlo que en los Juegos no se concede. Y la venezolana, la reina del mediodía en Tokio, no será la única protagonista de la tarde (el triple salto es a las 20.45).

Más de dos semanas han pasado desde los Juegos y en las riberas del lago de Lausana, tan olímpico, solo se habla de récords, como si la conversación iniciada en Tokio no se hubiera agotado y el jueves, en la Athletissima, la primera parada en Europa de la Diamond League este agosto, debiera renovarse con absoluto vigor y necesidad.

Habla de récord del mundo Elaine Thompson, la reina de la noche en Tokio, y el mundo, expectante, contiene la respiración. La jamaicana, triple medallista de oro en Tokio (100m, 200m, y 4x100m), no descansó tras los Juegos y hace una semana, el sábado pasado, exhibió en el nuevo tartán del Hayward Field de Eugene (Oregón), la calidad del nuevo material sintético, similar al de Tokio, la velocidad de las nuevas zapatillas, ya expuesta en Tokio, y, sobre todo, la calidad y la velocidad de sus tobillos y sus pies, pues ganó los 100m con una marca de 10,54s, siete centésimas menos que la extraordinaria marca que le dio el oro en Japón, a solo cinco centésimas de los 10,49s que Florence Griffith dejó como récord mundial en 1988 en Indianápolis, un registro para siempre inalcanzable según la imaginación popular durante décadas, y perfectamente al alcance de la quíntuple campeona olímpica (también ganó los 100m y 200m en Río 2016).

Las zapatillas mágicas

Aparte de hablar de zapatillas que, con su acolchado, su placa de carbono, sus espumas ligeras, hacen que la atleta corra con la espalda más recta, con lo que los isquiotibiales, los músculos del sprint, se estiran mejor y sufren menos, y hacen que el pie se pose menos tiempo en la pista, fabricada con materiales sintéticos que devuelven como un muelle la energía de la pisada, los técnicos destacan que Thompson, de 29 años, ha mejorado extraordinariamente su salida, aunque su segundo paso, dicen, es aún corto, y que ya no busca erguirse rápido, sino que acelera mejor porque tarda más en ponerse totalmente de pie. Pese a eso, siempre llega a los 50 metros por detrás de su compatriota Shelly Ann Fraser, una bala de cañón en las salidas gracias a su menor talla. La diferencia, siempre, la espalda recta, las caderas altas, ángulos rectos sus rodillas, la marca Thompson en la segunda parte de su carrera, pues es capaz de seguir acelerando hasta los 70 metros, donde alcanza su velocidad máxima, 40 kilómetros por hora, y tarda más en desacelerar que Fraser, quien a los 60 ya ha llegado a su tope.

“Flo Jo [Florence Griffith Joyner] corría tan suave, era seda, tan fluida… Yo intento imitarla, pero aún no la he alcanzado”, dice Thompson en Lausana, adonde ha llegado desde California en avión privado. “El récord del mundo no es mi gran objetivo, de todas maneras, pero si se dan las circunstancias…”. La prueba, a las 21.07.

Y si Karsten Warholm, el recordman mundial de 400m vallas (45,94s) puede batir la plusmarca europea de los 400m lisos (44,33s de Thomas Schönlebe) y hasta ser el primer europeo por debajo de los 44s, también habla de récord (de España) Marta Pérez, la soriana friolera que con sus 4m 0,12s de su noveno puesto en la final de Tokio se quedó a 61 centésimas de la plusmarca nacional de 1.500m (3m 59,51s) que fijó Natalia Rodríguez hace 16 años.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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