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Ryan Crouser lanza el peso a 23,37 metros: cae un récord que parecía eterno e imposible

El atleta norteamericano supera por 25 centímetros la plusmarca mundial de lanzamiento de peso fijada por su compatriota Randy Barnes en 1990

Carlos Arribas
Ryan Crouser, durante los trials de Hayward Field.
Ryan Crouser, durante los trials de Hayward Field.Charlie Riedel (AP)

En los tiempos en los que récords de fondo, de maratón, 5.000m o 10.000m, parecen escritos sobre el hielo, y en un plisplás dejan de gritar se sobrescriben nuevas marcas sobre ellos, duran apenas horas, en las tablas del atletismo perviven récords que parecen grabados en la piedra, imposibles de borrar, récords de otros tiempos, de otros hábitos. Como el récord mundial de lanzamiento de peso que fijó un día de mayo de 1990 el norteamericano Randy Barnes en una pista de Los Ángeles. Sus 23,12m han permanecido lejanísimos e intocables durante tres décadas en las que los mejores del mundo suspiraban felices son solamente rozar la barrera de los 22m. A los 23 metros nadie soñaba con acercarse siquiera. Ni siquiera el propio Barnes, quien fue suspendido 27 meses por dopaje unas semanas después de su récord, y en su regreso a la competición ganó el oro en los Juegos de Atlanta 96 para ser suspendido a perpetuidad poco después por un nuevo dopaje.

Y entonces llegó Ryan Crouser, quien, 31 años después, dejó el récord mundial en 23,37m.

En el panorama de una especialidad que, en los tiempos actuales, los de los controles antidopaje más estrictos, sustituyó los anabolizantes que daban fuerza y velocidad extras por mejores entrenamientos y una nueva técnica, la rotatoria, en la que el atleta gira en el círculo casi como un lanzador de disco, apareció un gigante (en todos los sentidos: 2,02 metros de altura; 142 kilos de peso; 28 años) de Portland, Oregón, que lleva dos años haciendo que pasar de los 22m parezca tan sencillo como respirar (133 veces ha pasado en su carrera de esa distancia: entre todos los demás lanzadores del mundo lo han hecho en 39 ocasiones) y acelerando sin parar, anunciando lo inevitable, hasta un 2021 en el que todo le cuadra.

En enero, Crouser dejó en 22,82m el récord del mundo en pista cubierta en mayo pasó por primera vez de los 23m, por un centímetro, hasta alcanzar por fin su grial la noche del viernes 18 de junio en el histórico estadio, y vecino para él, de Hayward Field, en Eugene, Oregón, en la primera jornada de los trials olímpicos de Estados Unidos. Tras tres larguísimos lanzamientos por encima de 22,50m, en el cuarto sintió Crouser que los planetas se conjuntaban. “Sentí que la fuerza y la potencia estaban ahí, dentro de mí”, dijo después Crouser, el campeón olímpico de Río 16, un lanzador para quien el mayor sacrificio es lograr meterse en el cuerpo diariamente las miles de calorías que necesita para mantener el peso. “Solo necesitaba transmitírselas a la bola [7,26 kilos], así que lo hice con calma y en el momento en el que la bola abandonó mi mano supe que ahí estaba, y ya empecé a celebrar”. La medición tomó poco tiempo y certificó lo que le decían sus sensaciones: 23,37m, 25 centímetros más lejos que la plusmarca por siempre sospechosa de Barnes. “He estado persiguiendo tanto tiempo este récord”, dijo Crouser. “Que he sentido como si finalmente me quitara un peso de encima”.


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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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