Alcaraz, despedida con lección
El murciano cede en la tercera ronda ante los cañonazos del bregado Struff (6-4, 7-6(3) y 6-2), después de sorprender en su debut en París: “En vez de ir a ganar, he ido a no perder y en torneos así no se puede”
Zorro, trece años mayor que su adversario, Jan-Lennard Struff percibe que el chico tiene un momento de indecisión, así que cuando Carlos Alcaraz eleva la bola para servir y por el rabillo del ojo todavía divisa su posición, apura hasta que la mecánica del saque le obliga al murciano a perderlo de vista; entonces da un paso al lado contrario, caza el resto y firma el break. Es el segundo del primer set, y así cimenta una victoria (6-4, 7-6(3) y 6-2, en 2h 16m) que acaba con la bonita experiencia del español en Roland Garros, la primera en París.
Son 31 años frente a 18, un tenista más que bregado frente a otro que empieza a batir las alas. Se nota y se traduce. Tras dos victorias ilusionantes en las dos primeras estaciones del torneo, llega una sacudida. Y Alcaraz sigue descubriendo los entresijos de la élite. Se marcha a casa con la cabeza alta y un valioso botín entre las manos. La derrota escuece porque no está acostumbrado pero, ya lo decía él mismo hace un par de días, es el peaje de la transición hacia el enclave de los más fuertes: “Hay que aprender a sufrir”.
Se impone Struff a martillazos. El alemán, 42º del mundo, percute desde el principio y abre brecha, hasta que el arrebato de Alcaraz le aporta picante al primer parcial; del 5-1 al 5-4, pero la guadaña del gigantón elimina cualquier tipo de vacilación. Se repite el cierre en el segundo set, más comprimido en el desarrollo y decantado a las bravas por el gigantón, que revienta la bola, disfruta en la red y apaga el fuego cuando procedía. El murciano, más reconocible y más templado, sin tantas prisas, dispone de una bola para igualar el partido, pero pincha en hueso.
“No es fácil jugar contra él. Te mete mucha presión al resto y saca muy, muy bien. No es fácil llevar el ritmo del partido contra él. Pero diría que he jugado un poco retenido por no querer perder; en vez de ir a ganar, he ido a no perder y así no se puede en torneos de este nivel”, se reprocha.
A partir de ahí, Struff transita por una autopista hacia la victoria y se gana la cita en los octavos con el argentino Diego Schwartzman (6-4, 6-2 y 6-1 a Philipp Kohlschreiber). Llega, pues, el punto final de este primer viaje de Alcaraz por París, el segundo en un Grand Slam. Todo suma, todo aporta. Instalado ya entre los 80 mejores del circuito –el lunes aparecerá en el listado como el 78º de la ATP–, el murciano se lleva en el zurrón otras dos muescas de precocidad y un buen cúmulo de sensaciones. Vitaminas para un futuro muy prometedor.
“Estoy un poco decepcionado con la derrota, pero al final hay que ver la página completa. Ha sido un gran torneo y me quedo con que he crecido mucho como jugador; este tipo de torneos es lo que busco y creo que he hecho un gran avance. El próximo año volveré mejor y más fuerte, más preparado”, dice en la sala de conferencias, antes de regresar a casa y comenzar a pensar en la fase previa de Wimbledon (a partir del 21 de junio); “hay que seguir viviendo experiencias, estoy muy orgulloso de mí mismo. Me alegro de estar creciendo rápido y de estar pasando etapas”.
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