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“Seve siempre estará vivo”

José María Olazabal recuerda a Ballesteros a los 10 años de la muerte del genial golfista

Olazabal y Ballesteros, en la Ryder de 1991.
Olazabal y Ballesteros, en la Ryder de 1991.David Cannon (EL PAÍS)
Juan Morenilla

Hace 10 años murió un genio. El 7 de mayo de 2011 falleció Severiano Ballesteros después de un largo partido contra un tumor cerebral. El deporte español perdía a uno de sus más grandes figuras y el golf mundial a un icono inolvidable. Más allá de sus cinco grandes (dos Masters de Augusta y tres Open Británicos) y de revolucionar la Copa Ryder para que Europa doblegara a Estados Unidos, Seve dejó una huella tan profunda por su juego imaginativo y su indómito carácter que todavía hoy perdura como si siguiera vivo. Dentro y fuera del campo, Seve era una tormenta. Y en nadie caló tanto como en José María Olazabal (Hondarribia, Gipuzkoa, 55 años). Su alumno, su heredero, su eterno amigo. Desde Alabama (EEUU), donde juega en el circuito sénior, el golfista vasco se emociona hasta las lágrimas recordando al mito que ya no está.

Pregunta. Diez años sin Severiano y sigue tan presente, ¿no?

Respuesta. Siempre va a estar presente pasen los años que pasen, sobre todo en algunos de nosotros. Las generaciones jóvenes que no le llegaron a conocer no tendrán esa sensación. Para los que convivimos con él, Severiano siempre va a estar vivo.

P. ¿Qué es lo más importante que Seve le dejó a usted como legado?

R. Sobre todo las enseñanzas que tuve con él, los ejemplos que me dio dentro del campo del golf a la hora de jugar, actuar y afrontar situaciones. Fue todo un ejemplo. Severiano tenía una actitud, un carácter, un espíritu de lucha y una confianza en sí mismo extraordinarios. Él pensaba que podía dar cualquier golpe, hasta el más difícil o el imposible. Nunca daba el brazo a torcer. A mí me ha dejado ese espíritu de lucha, de no abandonar, que me ha ayudado durante tantos años.

P. ¿Sobre todo en los peores momentos con la lesión de espalda que sufrió?

R. Sí, pero más en el campo de golf. Este juego es una montaña rusa de emociones y experiencias, e igual que hoy estás pleno de confianza, con un juego maravilloso, en dos días estás en el agujero más oscuro que te puedas imaginar. En esos momentos, todos los ejemplos que nos mostró son los que nos ayudan a dar la vuelta a la situación. Y fuera del campo de golf, me quedo con la entereza con la que llevó su enfermedad. Para quitarse el sombrero. Las veces que estuve en su casa no se quejó en ningún momento de nada de lo que le estaba pasando. Me sorprendió en esas situaciones. Una persona joven, con cincuenta y pocos años [murió a los 54], que tuviese que afrontar eso con unos niños que estaban creciendo y saber que nos les iba a ver crecer… fue digno de admiración.

P. ¿Qué recuerdo o imagen especial conserva?

R. Momentos de golf extraordinarios tengo muchos. Y fuera del campo, en una de las visitas al principio, después de la primera operación, cuando estuvimos una tarde viendo el Open Británico que estuvo a punto de ganar Tom Watson y se llevó al final Stewart Cink [en 2009]. Esa tarde que estuve en su casa… ¡buah! De repente se levantaba y se ponía a hacer abdominales y dominadas. Yo le preguntaba para qué hacía eso. Y me decía: “No, no, José Mari, es que me tengo que poner fuerte, que le tengo que dar la vuelta a esto”. Son momentos casi, casi surrealistas. Me preguntaba cómo un individuo puede tener esa fuerza mental para estando como está, todavía ponerse a hacer abdominales. ¡Madre mía! Fue extraordinario. Y luego golpes que ha dado, hoyos que ha ganado jugando conmigo en la Ryder… son infinidad. Te dejaba pensando cómo ese hombre podía hacer eso desde donde estaba. Increíble.

P. ¿Una frase o consejo?

R. Se me quedó grabada la nota que me puso en la taquilla en el Masters del 94, cuando yo podía ganarlo [así fue, como después ganaría también en 1999]. Me decía que confiara en mí mismo, que tenía el juego necesario para poder ganarlo, y que tuviese paciencia. Luego Severiano siempre decía que en la vida había que luchar por lo que creías justo, y que no se podían hacer las cosas a medias, que si tomabas la decisión de hacer algo tenía que ser con todas las consecuencias hasta el final.

P. ¿Qué le debe el golf europeo a Ballesteros?

R. Prácticamente todo. No hubiera llegado donde está sin Severiano. Abrió muchas puertas, no solamente a los que veníamos por detrás, que nos hizo creer que podíamos ganar a Estados Unidos en la Ryder Cup, que podíamos lograr torneos grandes y éramos capaces de vencer a cualquiera. Puso el golf europeo en el mapa e hizo que fuese respetado a nivel mundial. Y lo que hizo en cuanto a afición... En todo el mundo, la gente quería ver jugar a Severiano Ballesteros. Sabían que aunque no tuviera un buen día iban a ver dos o tres golpes que no iban a ver en ningún otro jugador. Creó una afición tremenda. Tenía carisma, presencia. Severiano era una atracción.

P. Hoy el golf parece que ha derivado en un juego más físico, de grandes pegadores. ¿Ya no hay golfistas con esa imaginación?

R. Muy pocos. El golf ha cambiado, ya no es tanto habilidad, arte, sensibilidad... Hoy es eficacia y eficiencia, preparación física, conocimientos técnicos. Tienes todo tipo de aparatos para estudiar el swing, la biomecánica. Está todo mucho más profesionalizado. Vemos jugadores que juegan al golf extremadamente bien con una precisión pasmosa, pero también sin poder darle a las bolas los efectos que le dábamos nosotros.

P. ¿En España se le valoró lo suficiente?

R. Más con el tiempo que en su momento. En su apogeo, si Severiano llega a ser estadounidense o británico, hubiese sido el icono deportivo del país, sin duda. Pero las circunstancias entonces en España eran otras. El golf no era popular, no se conocía, tenía una imagen que no ayudaba. Fue una pena. Ojalá se le valore de verdad lo grande que fue y lo que hizo por el golf y el deporte en general.

P. Si le pudiera tener delante ahora, ¿qué le diría?

R. [Después de unos segundos de silencio, Olazabal responde en un tono muy emocionado]. Que le he echado de menos durante 10 años, muchísimo, ¿eh?, muchísimo, y que ya iba siendo hora de que volviera. Yo le he echado en falta y el deporte también, el golf a nivel mundial. Y que siempre va a estar con nosotros.


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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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