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El árbitro es ahora árbitra

Sapir Berman, israelí, anuncia que va a iniciar el proceso médico de reasignación de sexo para ser mujer

Juan Carlos Sanz
Sapir Berman, el pasado martes en Ramat Gan (Israel).
Sapir Berman, el pasado martes en Ramat Gan (Israel).Sebastian Scheiner (AP)

El hasta hoy árbitro Sapir (zafiro, en hebreo) Berman, de 26 años, dirigirá este lunes el partido Hapoel Haifa-Beitar Jerusalén de la Liga israelí después de anunciar que se siente mujer. Saldrá del vestuario al césped tras haber revelado su secreto en el hipermasculino mundo del fútbol de Oriente Próximo. “Hasta ahora he vivido proyectando una imagen. Como hombre me ha ido muy bien en el colegio de árbitros, en los estudios e, incluso, con las chicas. Pero yo siempre me he visto como una mujer. Desde muy joven me atraía mi lado femenino”.

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Con esta declaración pública salió del armario la semana pasada. Anunció en la sede de la Asociación de Árbitros de Israel en Ramat Gan, en el área metropolitana de Tel Aviv, que iba a iniciar el proceso médico de reasignación de sexo. Aseguró que había contado con el pleno apoyo de la presidenta de la asociación, Ronit Tirosh, de sus compañeros y del mundo de este deporte para convertirse en la primera árbitra transgénero del Estado judío.

“En mi familia me veían como un hombre, pero cuando me quedaba a solas me sentía una mujer (...). Tenía envidia del lado femenino”, señaló para explicar el dilema interior que la acompañó durante muchos años. “Pensaba que la sociedad no me iba a aceptar. Pero al final decidí salir del armario. Lo hago por mí misma, y también por mis familiares y amigos. Creo que estoy haciendo lo correcto y tengo un respaldo muy amplio”, argumentó ante la prensa, acompañada de los principales responsables del fútbol israelí. Sapir reconoció que tardó tiempo en tomar la decisión en un entorno profesional tan masculino antes de llegar a la conclusión de que era incapaz de aguardar más: “Ya no podía seguir ocultándome. Así que voy a cambiar”.

Sapir Berman seguirá a partir de ahora haciendo cumplir el reglamento a rajatabla, aunque ahora sabe que mucha gente comienza a verla —así se lo han hecho llegar a través de muchos mensajes en las redes sociales— como una figura pionera en el mundo del fútbol. “Espero que la sociedad acepte a todos los sectores, a todos los géneros”, fue su deseo tras anunciar la decisión.

En las canchas más duras

Después de 10 años pitando partidos en todas las categorías, Sapir se ha curtido en las canchas más duras hasta encontrar una fórmula secreta frente los vituperios —a veces denigrantes y sexistas— de los hinchas más fanáticos. “Por un oído me entra y por otro me sale”, vino a decir con pragmática sabiduría Sapir Berman, antes conocida con el nombre de pila de Sagi (que se traduce como grande o sublime), y que aspira a culminar algún día su carrera con el arbitraje dirigiendo los derbis de Jerusalén o Tel Aviv y encuentros internacionales. “Espero, sinceramente, que nuestra sociedad mejore y sea lo más inclusiva posible para todos los sectores”, deseó.

Con ministros y diputados abiertamente gais y en una atmósfera favorable a la diversidad, Israel reconoce a la comunidad LGTBQI. Pero mientras los derechos de los homosexuales se han ido plasmando en normas, para los transexuales aún existe un gran vacío legal.

La libertad con la que se manifiesta la diversidad sexual no es la misma en la liberal Tel Aviv, sede del mayor desfile del orgullo gay del Mediterráneo oriental, o en la multicultural Haifa, donde la primera árbitra transgénero israelí va a estrenar su nueva identidad, que en la conservadora Jerusalén. Precisamente el visitante club Beitar —que ha estado a punto de ser adquirido en los últimos meses por un jeque del Golfo— es más conocido por su hinchada extremista antiárabe que por la calidad de su juego. A partir de este partido, la visibilidad de la sonrisa trans de Sapir Berman será como una advertencia de tarjeta roja para los intolerantes del fútbol israelí.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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