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Álvaro Cervera: “El sentimiento se ha perdido, hoy el fútbol puede ser de cualquiera”

El entrenador del Cádiz, que enfrenta al Madrid, reflexiona sobre el método ultradefensivo que ha convertido a su equipo en un modelo de eficacia en la Liga

Alvaro Cervera Cadiz CF
Álvaro Cervera observa a sus jugadores en Anoeta.Javier Etxezarreta (EFE)
Diego Torres

Los directores deportivos del fútbol español repetían con asombro que el Cádiz había ascendido a Primera, el verano pasado, sin tener una plantilla técnicamente facultada. Atribuían la hazaña a la atmósfera mágica que había creado su recóndito entrenador, Álvaro Cervera (Malabo, Guinea Ecuatorial; 55 años). Hoy tienen la permanencia casi asegurada después de haber pasado por la Liga dejando una profunda huella contracultural.

Pregunta. ¿Qué opina de la Superliga?

Respuesta. No tengo mucha información sobre el tema.

P. ¿Qué le llevó a ser futbolista profesional?

R. Siempre quise ser futbolista porque siempre me gustó el fútbol. Pero cuando eres joven no sabes lo que es ser futbolista. Para ti ser futbolista es jugar al fútbol, salir por la tele. Pero no sabes lo que conlleva esta profesión. A mí me gustaba jugar y competir desde pequeño. Siempre que bajaba de casa lo hacía con un balón en los pies. El fútbol quizás me gustaba bastante más que ahora.

P. Pocos entrenadores han sido extremos puros como usted. ¿No entendió el juego hasta que no fue entrenador?

R. No. Creo que el juego sí lo he entendido siempre. Lo que no entendía era para qué y por qué se juega. Antes lo hacía por puro placer, y por ganar dinero, porque me gustaba la vida del futbolista, con mucho tiempo libre. Como jugador quizás no era consciente de lo importante que era el marcador. Pensaba que si perdía siempre habrá una posibilidad más en el siguiente partido. Como entrenador, no.

P. Los extremos necesitan vivir en el riesgo para ser eficaces. ¿No le parece una contradicción que después de haber hecho carrera a base de arriesgar, ahora como entrenador usted se preocupe por minimizar el riesgo?

R. Un día fui a una charla sobre el deporte y la droga. Hablaron psicólogos, médicos, pero a mí el que me interesaba que hablase era el que había sido drogadicto, porque ese me iba a dar la verdad. Esto es un poco lo mismo. Yo he conocido el fútbol de ataque, el fútbol alegre. He jugado con Hiddink en el Valencia. Pero también he conocido que realmente con eso no ganábamos nada. En mi casa no tengo ningún trofeo. Quiero hacerle ver a los futbolistas que ese es el fútbol que hará que hablen bien de ti un día pero no es el que te hará ganar dineros y títulos. Es lo que le pasa a Simeone en el Atlético. Otro lo puede hacer jugar más bonito pero estoy convencido de que no lo tendría donde lo tiene él.

P. ¿Este patrón tan académico y arraigado en España, de salir jugando con el portero, desplegar los laterales, que los centrales la toquen y que el mediapunta se ofrezca, ¿cree que puede conducir a una confusión?

R. Nuestro cuerpo técnico es bueno en una cosa: desde que los jugadores llegan al club nos reunimos con ellos para insistir en todo aquello que les sobra. Porque a los jugadores les sobran muchas cosas. Todos los jugadores de Primera tiene cosas buenas. Si podemos puntuar sobre diez, seguramente tienen cuatro cosas buenas, pero intentan hacer siete, y entre cuatro y siete hay tres mal. Queremos que hagan tres de las cuatro, o las cuatro buenas, pero no ocho o nueve. Porque nos estaríamos equivocando todos. Los jugadores acaban entendiendo que no es necesario hacer tanto. Es mucho más simple. O quitan las cosas que hacen mal o el que los quita soy yo porque se perjudicarían ellos los primeros, y luego al equipo.

Cádiz era Mágico, los hermanos Mejías, la Tacita de Plata, el equipo simpático que gana 5-2 y pierde 3-4… Y realmente yo no soy eso. Yo soy una persona muy ordenada. El desorden me altera

P. ¿Qué le entusiasma más de su trabajo?

R. Lo que me engancha realmente es la posibilidad de ver a 25 chavales de entre 20 a 30 años, intentar hablarles en el mismo idioma que hablan ellos, e intentar que ellos entiendan el que hablo yo. Si tuviera que entrenar a gente de mi edad a lo mejor no me apasionaba tanto.

P. Cuenta que estaban a punto de echarle del Cádiz hasta que un día dejó de buscar la aprobación de la gente y decidió ser fiel a sí mismo, coincidiendo el viaje a Jaén a disputar el playoff de ascenso a Segunda en 2016. ¿Cómo se hace para renunciar al reconocimiento popular en la era de las redes sociales?

R. Estuve un año sin entrenar y me llamó el Cádiz. No es lo mismo que cuando te llama otro equipo. Cádiz era Mágico, los hermanos Mejías, la Tacita de Plata, el equipo simpático que gana 5-2 y pierde 3-4… Y realmente yo no soy eso. Yo soy una persona muy ordenada. El desorden me altera. Lo que no controlo no me deja trabajar. Pero me surge la posibilidad del Cádiz y vine pensando que tendría que dejar que el río fluya, y al final iría la cosa bien porque hay buenos jugadores. Y me doy cuenta de que no basta con eso. Que hay que dar un giro. Y llega ese partido de Jaén donde yo estaba más fuera que dentro, y recuero que me puse delante de los jugadores y en lugar de la charla del partido les conté un cuento. Le dije: “Señores a partir de esto tiene que cambiar hacia donde yo creo que tiene que cambiar. Tenemos que dejar de intentar hacer cosas bien y tenemos que empezar a dejar de hacer cosas mal”. En aquellos siete partidos se produjo un crecimiento por algo que yo creo en la vida. Hacer las cosas bien es muy bonito, me encanta ver los partidos del Manchester City, pero yo no soy capaz de hacer jugar a los equipos así. Yo soy capaz de hacer otra cosa. Los jugadores vieron que era una situación límite y dijeron: “Vamos a intentar hacerle caso al loco éste, a ver”. Y tuvimos la suerte máxima de ganar cinco partidos seguidos y recibir solo un gol en el playoff. Y a partir de ahí creo que logré el reconocimiento, sobre todo de los jugadores.

P. ¿La clave estuvo en el cuento?

R. La clave no son las tácticas futbolísticas que yo les doy sino la forma de vida que llevamos. Futbolísticamente somos reconocibles por lo sencillo. Pero donde somos complicados es de puertas hacia adentro: nos llevamos demasiado bien entre nosotros, nos ayudamos demasiado. Aquel cuento nos dio la clave para descubrir que no teníamos que hablar quizás tanto de fútbol y sí de compañerismo, de solidaridad, de amistad, para que esto funcionara.

P. ¿Qué decía el cuento?

R. La conclusión era: “Mirad chavales, lo que necesitamos lo tenemos nosotros dentro; el problema es que no lo sacamos fuera. ¿Por qué? No lo sé. Pero lo que necesitamos para ganar lo llevamos dentro como el niño que nace tiene un corazón y el que ve tiene dos ojos. Pero hay algo que hace que no lo saquemos fuera y quizás es la complejidad. Yo os voy a dar una fórmula. Vamos a hacerlo todo más simple y que esa simpleza nos ayude poco a poco a sacar lo que llevamos dentro. No queramos ser los más graciosos de un día para otro”.

P. Xavi Hernández, el mejor jugador de la historia de España, no era un artista, ni un driblador, ni hacía filigranas.

El fútbol es control-pase, control-pase, hasta que ese balón llega a Messi, Benzema, Cristiano, Neymar… Lo demás es control-pase. Pero ese control-pase es infinitamente difícil

R. Ni Busquets, Pedri, Modric… El fútbol es control-pase, control-pase, hasta que ese balón llega a Messi, Benzema, Cristiano, Neymar… Lo demás es control-pase. Pero ese control-pase es infinitamente difícil. Parece fácil pero es un movimiento, un control y un pase, y hay jugadores que lo hacen muy bien porque llevan la pelota a los que deciden los partidos. Pero no todos los pases son importantes. Dar 30 pases a 40 metros de mi portería no me tiene que hacer salir a mí porque es seguramente lo que está buscando el rival. Yo les digo siempre: “No todos los pases son importantes, a los importantes tenemos que ir, a los otros no, que los hagan sin problemas”. Si fuésemos un equipo de baloncesto defenderíamos en zona. Cuanto más arriba hemos ido nosotros a presionar más goles hemos recibido. Todos los equipos tienen jugadores que reciben la pelota en un sitio indicado y ahí te hacen daño. Todos los equipos tienen virtudes, algo que repiten sistemáticamente todos los partidos. Eso es lo que tienes que evitar. La genialidad no se puede evitar. Si Messi te la mete desde fuera del área no puedes hacer nada.

P. ¿Qué quiere decir cuando define al Cádiz como un equipo desordenado?

R. En España reconocemos a esos equipos y el Cádiz es uno de ellos. Puede estar un año en Primera, cinco en Segunda, luego bajar a Segunda B… Aquí en la misma provincia encuentras sol, sierra, mar… divertimento en el Carnaval, seriedad en la Semana Santa… En Cádiz puedes hacer todo lo que te dé la gana. Y cuando tienes de todo es difícil ordenarlo. Y llega una persona como yo, un tío ordenado, a una ciudad que espera el duende. Y lo sigue esperando... Cádiz sigue queriendo ver seguramente al que yo no pongo, porque es el jugador habilidoso, el desequilibrante y tal. A mí se me permite hacerlo porque he ganado. Peo el que ordena mucho acaba cansando. Como dije, estoy en el Cádiz por mi orden, y mi orden me echará del Cádiz.

P. ¿Cómo hace para que un equipo que vive del orden juegue con tanto corazón?

R. El día que perdamos eso el Cádiz volverá al sitio de donde lo cogí yo. Hemos conseguido crear un vínculo entre el vestuario, la afición que reconoce el esfuerzo de los jugadores, y los jugadores que se ven reconocidos no solo por lo que hagan con la pelota sino también por lo que hacen sin ella. Vamos contra natura. Pero lo que buscamos es que el Cádiz pueda reconocerse por Mágico y los hermanos Mejías y por aquellos que juegan con coraje y ganas de defender con el sentimiento que tienen por este club. El sentimiento se ha perdido en el fútbol. El fútbol hoy en día es de cualquiera. Un equipo puede ser de un chino. Pero nosotros no podemos perder de vista que estamos defendiendo una ciudad. A este equipo no puede venir cualquiera. Ese es un error que hemos cometido: trajimos a jugadores porque jugaban bien al fútbol y realmente lo que hicieron es hacernos peores porque solo jugaban bien al fútbol, y solo con jugar bien al fútbol a nosotros no nos vale.

Nosotros muchas veces jugamos a que pasen pocas cosas. Yo entiendo a la gente que ve los partidos. Pero no deben olvidar que su divertimento es mi trabajo

P. ¿Una cosa es tener técnica y clase y otra jugar bien al fútbol?

R. En Primera hay muchísimos jugadores con clase. Pero atacar mucho durante todo el rato, tener el balón, y que el portero contrario no haga ni una parada no es jugar bien. Defender mucho, meterte atrás contra un equipo que es mejor que tú, y que tu portero no tenga que hacer ni una parada sí es jugar bien al fútbol.

P. Ha desarrollado una filosofía del error ¿Si le llegan a su área y le rematan es únicamente porque su equipo ha cometido un error?

R. La mayor parte de las jugadas de gol vienen de un error. A veces son errores cometibles, como un mal centro en el área contraria que es despejado o controlado y te sacan una contra. Eso no es un error, realmente. Pero la mayoría de los goles viene por un error del equipo que tiene el balón. No sé si en todo lo que llevamos de Liga habrá habido dos o tres goles en los que se ha sacado el balón desde atrás, se ha llegado a la portería contraria y se ha marcado. Si los hay, uno será del Barcelona y otro del Madrid. Normalmente los goles vienen de errores, incluso teniendo la pelota el equipo contrario. Por ejemplo, el contrario despeja y tú cometes el error de ir a saltar donde no debes, y al final la coge el rival que dejaste atrás. Analizamos mucho todas esas cosas, porque un equipo como el nuestro saca más provecho de cometer pocos errores que de acertar.

P. ¿Los errores más peligrosos se producen con o sin balón?

R. Los errores cuando no tienes la pelota los tengo que solucionar yo como entrenador. Yo tengo que colocar a mi equipo, decirle por dónde es bueno el contrario, qué jugador es bueno, dónde les gusta recibir… Los errores con balón dependen un poco de tus jugadores y también de que el contrario sea bueno defensivamente.

P. ¿Cuanto menos cosas ocurran en un campo de juego, más tranquilidad tiene usted?

R. Sí, sí. Nosotros muchas veces jugamos a que pasen pocas cosas. Yo entiendo a la gente que ve los partidos. Pero no deben olvidar que su divertimento es mi trabajo: es como ir al circo y decirle al trapecista que no se ponga la red debajo. “Oiga me la voy a poner porque si me caigo me mato”. Esto es lo mismo. En muchos partidos me gusta que no pase nada. En otros me gusta que pasen cosas, porque creo que puedo hacer más peligro que el contrario, o porque voy perdiendo, y entonces genero algo para que ocurran cosas.

Con Benzema y Kroos el Madrid tiene más posibilidades de perder. Con Casemiro tendrán las mismas posibilidades de ganar pero tendrán muchas, muchas menos de perder

P. El Cádiz no ha ganado ni un partido de esta Liga tras encajar el primer gol.

R. A nosotros ir por detrás en el marcador nos viene mal. Porque tenemos que hacer más cambios de los que queremos para poder generar algo con la pelota, porque nuestro control-pase no es lo ágil que tendría que ser, y porque el entrenador poco a poco intenta ser mejor cada día.

P. Usted dice que entrenan con alegría para no tener la pelota. Sin embargo, trabaja con una generación de jóvenes criados en la contemplación del Barça de Messi y la selección de Xavi. ¿Son más difíciles de convencer de que tienen que pasarse el partido basculando, haciendo movimientos laterales, cerrando líneas de pase, antes que tener la pelota?

R. Eso ha sido un problema, porque tenemos jugadores que les gusta tener el balón, que son felices con la pelota. Y hemos tenido jugadores que les gusta tener el balón y que cuando no lo tengamos sean otros los que hagan el trabajo por ellos. Y eso no lo debemos permitir. Todos quieren tener la pelota pero todos también deben recuperarla. Todo está en el resultado. Yo no hubiese durado cinco años en Cádiz si las cosas que yo exijo no dan resultado. Al final el equipo está en Primera, los jugadores ganan mucho más dinero que antes, están más valorados, son más felices, y todo eso les lleva a correr detrás de la pelota si lo tenemos que hacer. El resultado me posibilita obligarles. El día que no haya resultados tendré un problema gordo.

P. ¿El Cádiz es el equipo de la Liga que menos faltas hace por partido (11) después del Barça (9) y el Madrid (10). ¿Cómo lo consigue teniendo tan poco el balón?

R. Eso lo traemos desde la Segunda B. En Segunda B y en Segunda los atacantes cometen más errores y es más fácil defender sin faltas. En Primera es más complicado porque los jugadores se equivocan menos. Por ejemplo: un extremo que va a centrar normalmente tiene al delantero centro y uno o dos más que llegan. Si haces falta transformas la jugada: dejas el balón en el mismo sitio, de cara al que centra y con seis rivales metidos en tu área. Hay situaciones en las que no hay que hacer faltas. Estamos obligados a no hacerlas porque hay muchos goles a balón parado. A oponentes que están de espaldas, o contra la línea de banda, o que saltan de cabeza en el mediocampo, hay que dejarlos porque normalmente nunca van a ir a ningún sitio. Entre actuar y hacer falta o no actuar, preferimos no actuar.

P. ¿Por qué Casemiro le parece más importante que Benzema o Kroos?

R. Porque creo que con Benzema y Kroos el equipo tiene más posibilidades de perder. Con Casemiro tendrán las mismas posibilidades de ganar pero tendrán muchas, muchas menos de perder. Jugamos en Valdebebas contra el Madrid y la primera parte jugaron Kroos y Modric con Isco por delante y sin Casemiro, y nosotros hicimos la mejor primera parte del año. En el descanso me dijeron que salía Casemiro y yo sabía perfectamente que no íbamos a poder llegar a portería.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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