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El doble juego de Agnelli

Italia carga contra el presidente de la Juventus, impulsor de la Superliga y a la vez representante de los clubes

Andrea Agnelli, presidente de la Juventus e impulsor de la nueva Superliga europea.
Andrea Agnelli, presidente de la Juventus e impulsor de la nueva Superliga europea.MASSIMO PINCA (Reuters)
Daniel Verdú

La noticia de la creación de una Superliga europea fundada por 12 grandes clubes no ha gustado a casi nadie en Italia. Especialmente al descubrir que Andrea Agnelli, presidente de la Juventus y también de la ECA (Asociación Europea de Clubes) había traicionado al resto de equipos italianos que no podrán participar en el proyecto y a los que en teoría representaba hasta su dimisión del domingo. De hecho, la Serie A convocó una reunión de urgencia por la tarde para afrontar la cuestión a la que, tras una negativa inicial, también fueron invitados los tres equipos que sí formarían parte de la supuesta Superliga: Juventus, AC Milan e Inter de Milan. Mario Draghi, primer ministro italiano, como ya hicieron Macron y Johnson, mostró su rechazo a la iniciativa este lunes en un comunicado.

Los periódicos amanecieron el lunes con fuertes críticas a la idea. Incluso los rotativos que pertenecen al grupo editorial de la familia Agnelli —la misma que controla la Juventus— lanzaron fuertes ataques contra el plan. Criticaron la idea los artículos de la Repubblica, La Stampa y de los principales diarios deportivos como la Gazzetta dello Sport, que llevó a la portada su posición: “¿Superliga? Super NO”.

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El doble juego de Agnelli —como representante de los clubes y como impulsor del nuevo proyecto— ha escocido en el mundo del fútbol italiano. La UEFA —cuyo presidente, Aleksander Ceferin, lo calificó como “serpiente”— se preparaba el lunes para oficializar sin sobresaltos su reforma de la nueva Champions. Agnelli, en calidad de presidente de la ECA, la consideraba hasta ayer “muy, muy cerca de una Liga de Campeones ideal”. El presidente de la Juventus había trabajado en la reforma de dicha competición antes de un golpe de timón que le hace ser ahora, de repente, vicepresidente de la nueva Superliga.

Agnelli agranda así su fama de favorecer solo a los clubes ricos y confirma los rumores de haber estado urdiendo el plan aprovechando el parón y los problemas causados en el fútbol durante la pandemia. La Juventus, el equipo que preside y posee su familia, atraviesa este año una pésima temporada en la que ni siquiera está claro que logre clasificarse para la Champions League del año que viene; conserva el cuarto puesto por un punto de diferencia. La Superliga, sin duda, terminaría con ese tipo de problemas.

El mundo del fútbol italiano —más allá de los tres clubes invitados a la nueva liga— se opuso frontalmente al plan. El lunes, el Atalanta, el Cagliari y el Hellas Verona pidieron la exclusión de la Serie A para los tres equipos que se han sumado a la iniciativa. El presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Gabriele Gravina, subrayó la oposición de la organización que representa. “La única reforma posible es la nacida de la propuesta de la UEFA sobre la Champions League. Cualquier otro intento de huida hacia adelante no es de recibo y es un daño para el fútbol europeo”.

La política también cargó en la misma dirección. Como ya hicieron Emmanuel Macron y Boris Johnson, el primer ministro italiano, Mario Draghi, mostró su rechazo a la iniciativa y aseguró que el Ejecutivo italiano está con la UEFA. “El Gobierno sigue con atención el debate en torno al proyecto de la Superliga y apoya con determinación las posiciones de las autoridades futbolísticas italianas y europeas para preservar las competiciones nacionales, los valores de la meritocracia y la función social del deporte”, transmitió.

En la misma línea, las distintas fuerzas políticas han olvidado las diferencias ideológicas y electorales habituales. El líder de la Liga, Matteo Salvini, se opuso a la medida. “Como hincha milanista debería estar contento de que participemos en la Superliga ingresando un montón de dinero. Pero como aficionado al deporte e italiano, digo que el dinero no lo es todo. Y los millones no bastan para borrar los símbolos, la historia, el mérito o la pasión. El fútbol es de todos, no de unos privilegiados”. En la bancada opuesta del parlamento, el líder del PD, Enrico Letta, también lamentó el avance del proyecto: “Es una idea equivocada. El fútbol y su belleza también están en historias como las del Atalanta, el Leicester o el Ajax. El modelo de la NBA no puede funcionar en Europa”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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