_
_
_
_
_

Silvia Domínguez: “Las deportistas no estamos protegidas ante la maternidad”

La capitana del Perfumerías Avenida de Salamanca repasa su trayectoria y reflexiona sobre su día a día como madre de un niño de seis años antes de afrontar la Final Four en busca de su cuarta Euroliga

Silvia Domínguez, en la Supercopa con el Perfeumerías Avenida de Salamanca. feb
Silvia Domínguez, en la Supercopa con el Perfeumerías Avenida de Salamanca. feb
Faustino Sáez

Hace 10 años, en Ekaterimburgo, el CB Avenida de Salamanca logró la tercera Euroliga femenina del baloncesto español después de las dos conquistadas por el Dorna Godella en 1992 y 1993. En aquel histórico póster de 2011 ya estaba Silvia Domínguez (Montgat, Barcelona, 34 años), que enlazó tres títulos continentales consecutivos en el triunfal despegue de su palmarés. Una década después, la capitana del Perfumerías afronta la Final Four de Estambul en busca de su cuarta corona, con problemas físicos pero con la ambición intacta. En semifinales espera este viernes el Sopron húngaro (20.00, Tdp). Al otro lado del cuadro se miden Fenerbahçe y Ekaterimburgo (15.00, Tdp). Antes de la cita, la base internacional repasa su trayectoria y reflexiona sobre su día a día como madre de un niño de seis años. El reto de llegar a tiempo al colegio y a punto a la pelea por el título.

Pregunta. ¿Cómo está?

Respuesta. Un poco mejor. Sorteando una temporada muy difícil. A nivel físico empieza a haber mucha carga y muchas lesiones. Esta dinámica no perdona. Está siendo una lucha tremenda. Se acumulan partidos, se suspenden, se reprograman, el estrés que eso supone… Al cuerpo no lo engañas.

MÁS INFORMACIÓN
Las jugadoras del Avenida escuchan a Roberto Íñiguez
El Perfumerías Avenida y el reto de Constantinopla
FIBA
El Perfumerías Avenida alcanza la Final Four de la Euroliga
FEB
El más difícil todavía de la España de Laia Palau

P. ¿Se le puede engañar un poco con recuerdos como el de la Euroliga de 2011?

R. Un poco sí. Ojalá se pudiera repetir aquella gesta. Fue maravilloso y todo lo bueno vino a partir de ahí. En una década, siete medallas [tiene ocho en total] y tres Euroligas. Esta va a ser mi séptima Final Four y entre eso, todas las conquistas con la selección, la experiencia de jugar tres temporadas en Rusia… Es mucho lo vivido en estos 10 años. Es como para estar orgullosa del camino.

P. ¿Cómo explicaría la química que se creó en aquel Avenida de 2011 para ganar el título rompiendo todos los pronósticos y para que allí naciera el núcleo de la selección de la edad de oro?

R. Era un equipo de grandes jugadoras y sin ningún ego. Teníamos piezas con mucha experiencia, fichajes que venían del Ros Casares, que era el equipo que dominaba a nivel nacional, y la juventud que aportábamos Alba Torrens, Marta Xargay, Laura Gil, Amaya Gastaminza y yo, que teníamos entre 20 y 24 años. Trabajamos mucho y le pusimos muchas ganas. Eso sumado a la veteranía y calidad de Sancho Lyttle y Erika de Souza creó la química perfecta. Jugábamos la semifinal contra Ros Casares y parecía que lo importante era disfrutar y ya está. Pero, en la primera semifinal, el Spartak de Moscú ganó al Ekaterimburgo, que era el máximo favorito, y eso nos cambió la perspectiva, nos hizo pensar ¿y por qué no nosotras también? Pasamos del ‘ya firmamos haber llegado hasta aquí’ al ‘tenemos opciones’.

P. ¿Y cómo fue su paso de ese crecimiento espontáneo e inesperado al proyecto del Ros Casares en 2012, con la máxima exigencia de resultados?

R. Fue un año de muchísima presión. Había que ganar la Euroliga sí o sí. Se había hecho un equipazo y llevaban persiguiendo el título muchísimos años. No podíamos fallar. Era una obligación y después de perder la Copa con Avenida ese año, todavía más. Ganar solo la Liga no valía, habían ganado siete en 10 años. Con la dimensión que tenía el proyecto no estaba permitido perder. Pero supimos gestionar la presión, jugamos bien y ganamos a un gran Rivas que se plantó en la final como la gran sorpresa.

P. Y, al año siguiente, en 2013 en el Ekaterimburgo, logró la tercera Euroliga consecutiva, la primera como emigrante.

R. Esa la viví con más tranquilidad. Cuando te ficha un gigante como el Ekaterimburgo sabes que vas a tener también mucha presión, pero que la dimensión del club te da muchas opciones de conseguir títulos. De las tres temporadas que estuve en Rusia esa fue en la que mejor jugamos. Ganamos la final con holgura al Fenerbahçe (82-56)… Fue una presión diferente. El carácter ruso no te hace sentir tanto esa exigencia.

P. Esta temporada se la ve trabajando y ejerciendo mucho la capitanía

R. Llevo haciéndolo bastante tiempo, pero ahora con la redes cualquier detalle se hace más viral. Una carta motivadora, un mensaje al grupo… Siempre me ha gustado mucho mi papel de capitana aquí en Salamanca, ejercer el oficio ayudando dentro y fuera de la pista. Esta temporada se ha rejuvenecido la plantilla y tiro mucho de esa faceta. Luego, en la selección, todas cambiamos nuestro rol. Quizá la única que lo mantiene es Laia [Palau], que es capitana siempre y mantiene el estatus. El resto nos adaptamos a todo. Yo intento ayudar en las pequeñas cosas, aportar siempre, ser el pegamento para que todas se sientan cómodas.

P. ¿Cuándo se disfruta más del baloncesto, en aquel 2011 de la primera Euroliga, con 24 años, o ahora? ¿La madurez lleva a prescindir de lo accesorio y disfrutar más o a replantearse más veces cuánto merece la pena todo?

R. Todas las etapas son bonitas si aprendes a estar en ellas de la manera que toca. Pero con los años todo se vive diferente. Antes yo iba a entrenar y a jugar a tope y ya está. Me iba a casa y me olvidaba de todo. Ahora me fijo en todos los detalles. Si una compañera ha acabado el entrenamiento mal, si otra está frustrada tras un partido, me meto en todo eso, en preocuparme por todas y eso carga mucho. Hay que saber controlarlo también. Luego, en lo estrictamente deportivo, dentro de la pista, antes disfrutaba de ser la jugadora enérgica que sale del banquillo a revolucionar el partido y ahora disfruto de poner mucha cabeza fría en los momentos que toca.

P. Para descargar y desconectar le espera su hijo Yago, de 6 años, al llegar a casa ¿la maternidad lo cambia todo?

R. Sí. Un hijo te obliga a relativizar todo. Lo más importante en el mundo pasa a ser él. Con él desconectas y compartes cosas de la vida que nada tienen que ver con el baloncesto en mí caso. No descansas igual, te cambia las rutinas, piensas que quizá no estás haciendo todo al cien por cien para rendir en la pista… le pasa a las deportistas y a cualquiera que sea madre con sus trabajos, pero es la mejor experiencia. En el deporte de élite no se ven muchos casos por todo lo que implica. Las deportistas no estamos protegidas ante la maternidad. Ojalá cambie pronto y haya más que puedan elegir el momento en el que afrontar el reto de ser madres, sin tantos condicionantes y presiones. Queda mucho por avanzar.

Las jugadoras del Perfumerías Avenida celebran el pase a la Final Four de la Euroliga. fiba
Las jugadoras del Perfumerías Avenida celebran el pase a la Final Four de la Euroliga. fiba

P. ¿Qué preguntas le hace Yago, de esas que descolocan?

R. Ya va normalizando que hay momentos que estoy fuera, porque tengo partidos, viajes para las competiciones y concentraciones con la selección, pero cuando era más pequeño y me decía una y otra vez que ¿por qué? Que por qué me voy, que por qué no le digo al entrenador que no voy para quedarme con él… uff eso te frustra mucho. Este año con el tema del covid cada cambio me cambia todo el plan de la semana con él… La parte bonita es que se va haciendo mayor y entiende más y quiere participar, ver los partidos. Ahora que he estado lesionada él ve también que voy, lo intento, me esfuerzo por entrenar y cuidarme… ve el compañerismo, la superación. Es una manera muy fácil de transmitirle todos esos valores del deporte. Y luego él lo comparte en el colegio y lo desarrolla en las actividades extraescolares.

P. ¿En el colegio presume de tener una madre deportista de élite?

R. (Risas). Los otros padres me dicen ‘Silvia, contigo no podemos competir’. Pero hay que tener cuidado con eso también. Hay que medir que no tome las cosas como una exigencia a imitar, que no todo es ganar y que no se gana en todo. La vida no es así. En casa cuando jugamos yo gano y pierdo también, le recalco el valor de aprender de las derrotas para que no se haga una imagen irreal de que juego al baloncesto y gano medallas y copas. También las pierdo y esto no es fácil.

P. Dijo hace poco que ve a los niños como unos superhéroes.

R. Tienen la capacidad de cambiarte en un instante un día malo, de sacarte una sonrisa, de relativizar y dar la importancia real a las cosas. Son superhéroes por ese poder y las madres y los padres lo son por vivir ese proceso y gestionar el estrés, lo duro que es intentar llegar a todo, controlar todo por el bien de tu hijo… no tomamos conciencia de ello. A veces llego al entrenamiento y mis compañeras me miran y piensan ‘uff que cara’, ‘habrá tenido cuarenta mil cosas con su hijo, con todo’. Eso de ‘salgo de entrenar, voy corriendo, qué hora es, tengo que llegar a recogerlo al cole y luego a llevarle a otro sitio’… Mientras, mis compañeras se toman un café, y tan tranquilamente. El día que te paras y respiras valoras todo lo que hacemos los padres. Hay que dejarse ayudar y no estar exigiéndote llegar siempre a todo.

P. Y, en mitad de ese ritmo, llega un periodista y le pregunta si ha pensado en el reto del verano con la selección, con el Europeo y los Juegos casi de forma consecutiva.

R. (Risas). Tal cual. Soy consciente del calendario, de los retos, hablamos con el seleccionador, Lucas Mondelo, en algún momento, pero vivo el día a día. Más con el año que llevamos. Entre las lesiones y el ‘a ver cuándo acaba todo esto’, solo estoy pensando en tener algún día para poder parar cuando acabe la temporada con el equipo. Para recargar pilas de verdad, porque si no es imposible afrontar un verano así. Las ganas y la ambición no nos han faltado nunca y no van a faltar ahora, más con un Eurobasket en España y unos Juegos. Va a haber un cambio generacional, van a entrar jugadoras jóvenes y habrá que ver cómo afrontan su papel. Toca armar de nuevo el puzle, pero que no se nos deje de tener en cuenta. Tenemos que responder de nuevo con el impulso de las nuevas generaciones.

P. ¿Qué cuentos le lee a Yago antes de dormir y qué consejos le da?

R. No hay ningún cuento concreto. Hablamos más de cómo ha ido el día, de que ha pasado en el cole, de cómo se siente. Todos necesitamos a veces que nos pregunten ¿cómo estás? O ¿cómo ha ido el día? El gran consejo es que cuide a los demás, a sus amigos, que se comporte bien con la gente. Al final lo que queda en la vida es la gente. Puedes ser jugadora de baloncesto o arquitecto, puedes ser lo que quieras, pero lo más importante es ser la mejor persona que puedas. Eso es lo que te hará ser feliz y estar bien rodeado.

P. Y Silvia Domínguez ¿qué quiere ser de mayor?

R. De momento sé que quiero ser jugadora de baloncesto y seguir dando alegrías a Salamanca, como en aquel 2011. Seguir consiguiendo éxitos. No sé lo que vendrá después, aunque tengo que empezar a pensarlo seriamente, cada vez más.

Puedes seguir a DEPORTES en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_