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Christian Prudhomme: “Quiero creer que el ciclismo ya no es la oveja negra”

El director del Tour de Francia valora en esta entrevista la salud de la carrera, que en 2023 saldrá desde Bilbao, y la nueva generación de jóvenes corredores

Jon Rivas
Christian Prudhomme, director del Tour de Francia, la semana pasada en Bilbao.
Christian Prudhomme, director del Tour de Francia, la semana pasada en Bilbao.Fernando Domingo-Aldama

Christian Prudhomme (Saint-Omer, Francia; 60 años) es periodista televisivo, pero desde 2007 está al otro lado de las cámaras como director del Tour de Francia. “Aunque mi oficio es el de reportero, la dirección de la carrera es una misión”, asegura. En Bilbao, donde ha pasado el fin de semana, presentó la salida de 2023, “que los vascos han pedido con insistencia”, asegura.

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Pregunta. ¿Cómo está el Tour de salud en plena pandemia?

Respuesta. La salud del Tour es buena, la misma de siempre. El impacto de la carrera ha sido igual que otros años y estamos en la cumbre, en lo más alto. Es verdad que no ha podido ser seguida tan de cerca por los aficionados en las cunetas de las carreteras, pero las audiencias por televisión han sido satisfactorias, porque la gente estaba en casa. Sí que ha afectado al ciclismo en general porque se suspendieron muchas carreras. La base del ciclismo quedó dañada.

P. ¿Han perdido apoyo económico después de un año de crisis?

R. No, los patrocinadores siguen ahí. Es verdad que hemos tenido que hacer un esfuerzo porque muchas de las carreras que organizamos no han podido celebrarse y se ha gastado más dinero en preparar los protocolos obligatorios por la pandemia.

P. ¿Pensó en algún momento del año pasado que el Tour no podría celebrarse?

R. Realmente no. El peor momento que vivimos fue en primavera, porque no sabíamos cuándo podría hacerse, pero íbamos avanzando en coordinación con las autoridades. Aguantamos bien el tirón.

P. ¿Seguirán este año los mismos protocolos sanitarios?

R. Los iremos adaptando. El año pasado, si se producían dos positivos en el mismo equipo, debían retirarse todos los corredores de ese equipo. Afectaba a 30 componentes del grupo. Ese era el miedo más grande que teníamos, pero conseguimos establecer las medidas para evitarlo, proteger a los ciclistas y a su entorno. Eso nos funcionó. Ahora, el avance de la vacunación permitirá que las cosas sean más fáciles.

P. ¿Habrá algún tipo de privilegio para vacunar a los ciclistas?

R. Evidentemente, no.

P. ¿Esperan volver a la normalidad en 2022?

R. Esperamos, sí. Que haya gente en las cunetas y en las montañas es fundamental. La proximidad del público le da una dimensión diferente al Tour, o a la Champions. Que haya jóvenes, ancianos, gente de cualquier profesión o edad, que se acerquen a ver a los campeones ciclistas, que también están esperando poder correr entre la gente. Soñamos con el momento en que se pueda decir: ¡Fuera mascarillas! Que los ciclistas vean la sonrisa de la gente.

“Necesitamos que haya público en las cunetas y en las montañas”

P. El Tour ha cambiado mucho desde que comenzó, pero, ¿la labor del director?

R. También. La única característica común entre los directores es que todos hemos sido periodistas. Yo trabajé en la radio y la televisión, pero no hago como Henri Desgrange o Jacques Goddet, que escribían sus crónicas o sus columnas al acabar las etapas, ya no sería posible. Ahora corren 184 ciclistas y hay más de 2.000 periodistas acreditados. Cuando Jean Marie Leblanc me contrató para sucederle, yo no tenía la impresión de que abandonaba el periodismo, pero me he dado cuenta de que lo que hago ahora es como una misión, no es un trabajo. Se ha convertido en mi vida.

P. ¿Dónde se llevó una mayor sorpresa por el impacto del Tour?

R. En Yorkshire, en 2014. En el País Vasco es más normal encontrar el fervor de la gente, pero allí hubo dos millones de personas en la calle. No nos esperábamos eso, fue extraordinario, increíble. Hay dos públicos que son los mejores, el de Flandes y el vasco, que entienden el ciclismo, conocen a los corredores, animan. Al llegar a Yorkshire vimos que allí también era igual. Es un gran reto para Euskadi hacerlo mejor y superar aquellas cifras.

P. ¿Temen los organizadores del Tour que regresen alguna vez los tiempos oscuros de los escándalos por dopaje?

R. Como dice el presidente del movimiento para un ciclismo creíble, Roger Legeay, hay que mantener la llama encendida. En cualquier actividad, y más en una actividad deportiva, siempre hay gente que quiere saltarse las reglas y hacer trampas, hay que tener mucho cuidado. Quiero creer que el ciclismo, que ha sido considerado como la oveja negra, ha superado ya ese pasado tan doloroso.

“Nunca habían aparecido tantos jóvenes talentos a la vez”

P. El ciclismo parece haber cambiado bruscamente de generación. De los ganadores de más de 30 años se ha pasado a los que no llegan a 25.

R. Es sorprendente. Siempre hubo campeones jóvenes, como Eddy Merckx o Bernard Hinault, o como Fignon, pero nunca habían aparecido tantos jóvenes talentos a la vez. No sé por qué. Tal vez en parte se deba a la pandemia. Los más veteranos han tenido que cambiar de hábitos, no han podido seguir con su rutina, con sus entrenamientos, y los más jóvenes se adaptan mejor a los cambios.

P. ¿Sólo por eso?

R. Evidentemente, tiene que haber otras razones. Egan Bernal, un chico joven, ganó el Tour de 2019, y todos dijimos que había un ganador para muchos años, que podía ganar cinco o seis, y al año siguiente aparece Pogacar, más joven todavía [21 años entonces], y gana. Veo que son jóvenes y valientes, capaces de atacar a 50, a 60 o a 100 kilómetros de la meta. Es otra forma de ver el ciclismo, con muchísimo ímpetu, y que los aficionados lo agradecen.

P. El final del Tour 2020 (Pogacar remontó en la crono final a Roglic) resultó fantástico por su inesperado final, ¿no cree?

R. Seguro. Es un final que soñaríamos tener siempre. En la crono, iba en el coche con el presidente del Departamento de la Planche des Belles Filles, siguiendo a Thibaut Pinot. Llegué a la sala de prensa, y la gente que estaba allí no podía estar sentada en la silla. Estaban dando vueltas diciendo: “Esto no es posible”. Todo el mundo pensaba que era inevitable la victoria de Roglic, que había dominado con su equipo todo el Tour, y de repente llega un joven y da la sorpresa. Pusimos ese final contrarreloj para eso. Luego hay que ver si funciona o no. Y Pogacar pudo con todos.

P. Un ganador de Eslovenia, un país con escasa tradición ciclista.

R. Esa es la fuerza que tiene el Tour. Dentro de 20 años, Eslovenia será un país con tradición ciclista. En Francia nadie veía natación por televisión, pero aparecieron Laure y Florent Manaudou, ganadores de medallas en los Juegos Olímpicos, y todo el mundo veía la natación. Los campeones son atractivos para la gente.

Bilbao pidió la salida hace 25 años y Barcelona la descartó

Prudhomme presentó la semana pasada la salida del Tour desde Bilbao para la edición de 2023 y aseguró entonces que las autoridades vascas habían sido muy insistentes. “Eso me resultó muy sorprendente. Yo viene por primera vez en 2016 a Bilbao, invitado por mi amigo Javier Guillén a la Vuelta. Me recordaron que querían al Tour en Euskadi. ¡La candidatura tenía 25 años! La primera petición a Jean Marie Leblanc era de 1996, para el Tour de 2000. Cuando yo era director adjunto, enviaron una carta a ASO [entidad organizadora] en la que pedían estar en 2013: durante esos 25 años, el Gobierno vasco, Bizkaia y Bilbao han pedido constantemente que llegara el Tour. Yo no era consciente. Es un caso único. Teníamos que haber venido hace mucho. Tenemos muchísimas candidaturas, del Reino Unido, de Italia. Hace 10 años, habíamos pensado una salida de Barcelona. Llegó una etapa allí y lo hablamos con los responsables de la ciudad, pero cambiaron los dirigentes y los nuevos no tenían ese interés. Dependemos mucho de los políticos, que cambian cada cuatro años. Con Barcelona habíamos avanzado mucho, pero luego se acabó”.

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