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El ‘desconocido’ Ramírez salta a Brasil

El entrenador español que en 2019 hizo campeón de la Copa Sudamericana al Independiente del Valle ecuatoriano a un paso de fichar por el Inter de Porto Alegre. “Por el fútbol he perdido el pelo”, dice

Ladislao J. Moñino
Miguel Ángel Ramírez con la Copa Sudamericana. / IVV
Miguel Ángel Ramírez con la Copa Sudamericana. / IVV

Internacional de Porto Alegre, un histórico y laureado club brasileño, aguarda expectante la llegada de su nuevo entrenador, el canario Miguel Ángel Ramírez (Las Palmas, 36 años). Nada que él pudiera imaginar cuando tras seis años como formador en la Academia Aspire de Qatar aceptó, en junio de 2018, el reto de dirigir el fútbol base del club ecuatoriano Independiente del Valle. Una sustitución, en principio interina, en el banquillo del primer equipo tras la marcha de otro técnico español, Ismael Rescalvo, explotó en una ascensión meteórica como entrenador. Desde entonces, está subido en la ola de la vorágine del éxito inesperado. La conquista de la Copa Sudamericana en 2019, equivalente a la Liga Europa, y varias exhibiciones ante varios de los clubes más poderosos de Sudamérica como el Corinthians, el Flamengo, o Independiente de Avellaneda le han convertido en uno de los técnicos más solicitados al otro lado del charco.

“No vi que fuera a durar mucho como entrenador, pensaba que iba a tener fecha de caducidad, que volvería al futbol base. No es normal que salgan las cosas tan bien. Vino todo tan rápido y con tanto ruido que aún intento asimilarlo. Habrá un momento en el que te metas la ostia y solo te llame tu madre para ver cómo estás. No sé cuánto va a durar esto, tampoco me preocupa”, relata Ramírez por teléfono a EL PAÍS. “Por el fútbol he perdido el pelo. Solo quiero disfrutarlo, sufrirlo y sacar aprendizajes”.

Su fichaje está pendiente de que el nuevo presidente de Internacional de Porto Alegre, Alessandro Barcellos solucione la situación del actual entrenador, Abel Braga, que reemplazó a su vez a Eduardo Coudet. El nuevo mandamás ha dejado caer que Ramírez es el técnico elegido. El aterrizaje en uno de los grandes equipos de Brasil y lo que conlleva en términos de presión no parece afectar a un entrenador que asegura que padeció el temblor de piernas del novato cuando se sentó en el banquillo de estadios míticos de Suramérica. “Nunca había jugado en un estadio como el de la Universidad Católica de Chile”, dice. “Teníamos 5-0 a favor de la ida, pero esa afición te lograba poner a duda. Era la primera vez que me enfrentaba a una situación de eliminatoria y a esa presión de una hinchada. Me temblaban las piernas. Me pasó lo mismo en el estadio del Corinthians y en el de Independiente de Avellaneda. La final de la Copa Sudamericana, contra Colón y 40.000 argentinos gritando fue gasolina en vena”.

La final de la Copa Sudamericana, contra Colón y 40.000 argentinos gritando fue gasolina en vena

Formado en las técnicas de coaching, “no me preocupo, me ocupo”, Ramírez admite que no le inquieta el camino más exigente que emprenderá en el Internacional de Porto Alegre. “Tienes esas mariposas en el estómago de lo incierto, pero este salto lo veo más como una oportunidad, más que una amenaza, para seguir explorando mis límites. Si el fútbol profesional me dice que no estoy preparado me voy a otra cosa. No tengo miedo al fracaso. Siempre pienso que vengo de una isla demasiado bonita y lo peor que me pueda pasar es volver y vivir en ese paraíso”.

En Las Palmas, Ramírez conoció el fútbol callejero de los barrios del Atlántico o Escalerita, viveros de talento de la fina escuela canaria. “Siempre le recuerdo a Jonathan Viera que yo le sufrí en muchas de aquellas canchas de barrio”. En Ecuador, se ha relacionado con el fútbol de la calle como captador y formador de talentos. Uno de ellos, el mediocentro Moisés Caicedo (19 años), está a punto de fichar por el Manchester United. Allí también sufrió la violencia de la desigualdad con un episodio que aún le provoca que la voz le tiemble. “Mataron de dos disparos a un juvenil, Mauri Quiñónez, con el que tenía muy buena relación. Era un chico que quería sacar a su familia de ese entorno a través del fútbol. Es un duelo muy largo que aún perdura en mí”. En la celebración de la Copa Sudamericana, Ramírez lució una camiseta del chico asesinado.

Ramírez espera en Las Palmas el momento de viajar a Porto Alegre para, desde el primer día, tratar de inculcar los qués, “control del juego a través de balón, presión tras pérdida, y superioridades en todas las zonas”, y el cómo con los que ha marcado diferencias en un fútbol “en el que aún hay anclajes de escuelas del pasado”. Su libreto ha despertado mucha expectación en Brasil. Corinthians, Gremio, Flamengo y Palmeiras estuvieron en la puja por hacerse con los servicios de un técnico que ha roto moldes. “Tanto yo como muchos de mis compañeros hemos coincidido en que tu equipo fue el que más dificultades nos ha creado y nunca sentimos que fuimos superiores aunque os ganamos. El fútbol brasileño está admirado con lo que has logrado”, le elogió Filipe Luis tras un partido con el Flamengo.


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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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