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LaLiga Santander jornada 12
Alavés
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R. Sociedad
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La Real baja un peldaño

El conjunto donostiarra cede el liderato, incapaz de marcar ante un Alavés que jugó media hora con uno menos y salvado por el meta Pacheco

Pacheco detiene un disparo de Isak este domingo en Mendizarroza.
Pacheco detiene un disparo de Isak este domingo en Mendizarroza.AFP7 vía Europa Press (Europa Press)
Jon Rivas

La Real perdió la cabeza. La de LaLiga, se entiende. Tenía enfrente un rival cercano, el Deportivo Alavés, que en las últimas jornadas estaba recuperando sensaciones, y que resistió el asedio donostiarra en una última media hora que jugó con diez por expulsión de Battaglia, que llamó “ciego” al árbitro, Munuera Montero. Dejó a su equipo con un hombre menos, pero provocó la solidaridad férrea de sus compañeros, que, inspirados por la gran actuación de su portero Pacheco, aguantaron hasta el final sin encajar.

ALAAlavés
Alavés
0
Pacheco, Lejeune, Laguardia, Ximo Navarro, Rubén Duarte, Pina, Battaglia, Jota, Luis Rioja (Edgar Méndez, min. 88), Joselu y Lucas Pérez (Martín Aguirregabiria, min. 71)
RSO R. Sociedad
0
R. Sociedad
Remiro, Zubeldia, Aihen Muñoz, Modibo Sagnan (Martín Zubimendi, min. 83), Gorosabel (Zaldua, min. 74), Ander Guevara, Merquelanz, Merino, Roberto López (Jon Bautista, min. 74), Portu (Barrenetxea, min. 83) y Isak (Willian José, min. 74)
Goles
Árbitro José Luis Munuera Montero
Tarjetas amarillas Lejeune (min. 42)
Tarjetas rojas Battaglia (min. 61)

Imanol montó un equipo diferente al habitual. Su intención era la de preservar titulares de cara al crucial partido frente al Nápoles del próximo jueves, cuando se juega la clasificación en la Liga Europa en su visita al estadio Diego Armando Maradona (antes San Paolo). Sólo repitieron cinco del último partido. Además, Oyarzabal causaba baja por un esguince y David Silva, que figuraba en la alineación, se lesionó en el calentamiento. Salió Roberto López en su lugar. Parecía un experimento, pero en la primera parte no le salió del todo mal a los donostiarras, sobre todo de medio campo hacia adelante. Tendían los extremos a buscar el centro y los laterales, en especial Gorosabel, aprovechaban los pasillos para entrar como cuchillos por la banda.

Nada más comenzar, Portu e Isak se acercaron con peligro. Pacheco tuvo que sacar la pelota, que se colaba en el remate del sueco. Respondió el Alavés de inmediato. La defensa inédita de la Real no acababa de ajustarse, y una duda de Remiro en la salida permitió a Joselu levantar la pelota por encima del guardameta, aunque sin ajustar a la portería.

Trató la Real de evitar esos inconvenientes por el sencillo método de conservar la pelota en su poder y de presionar la salida de balón de un Alavés demasiado cándido en medio campo. Los donostiarras se impusieron, como si el centrocampismo vitoriano hubiera perdido la brújula. Tomás Pina no andaba fino en su habitual labor de rompe y rasga y la Real salía fácil con la pelota, aunque se oscurecía cuando llegaba al área. Gorosabel se trastabilló en una acción cuando más apretaba su equipo. También Isak vio de cerca la portería en un remate que sacó Pacheco, inspirado. Portu envió alto el rechace del guardameta.

Se sacudió el Alavés la acometida realista en el comienzo de la segunda parte. Decidió dar un paso adelante, presionar más arriba y se puso a mover la pelota con determinación. En eso andaba, con la Real unos grados más fría que en la lluviosa primera parte, cuando en una jugada en la que Joselu retrasaba el saque de banda mientras se quejaba de un golpe en el tobillo, el argentino Battaglia, a cuatro metros del árbitro, y sin ni siquiera mirarle, algo masculló que a Munuera le pareció que sobrepasaba los límites de su paciencia, así que le expulsó en el minuto 61. Según el acta, se dirigió así a un compañero haciendo referencia al colegiado: “No nos va a pitar ninguna falta, es un ciego”.

Su equipo tuvo que dejar de pensar con ambición para pasar a tratar de conservar lo que tenía, un punto al menos. Imanol movió el banquillo para darle aire a su ataque, su equipo cogió la pelota y no la soltó hasta el final, pero el Alavés se defendió con saña, con Pacheco convertido en su estandarte. Un par de intervenciones suyas fueron decisivas para que la Real, después de varias semanas, se apeara de lo más alto del podio.

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