Erling Haaland contra las leyes de la física
El noruego del Dortmund, que mide 1,94 pero se mueve como si su centro de gravedad fuera el de un hombre de baja estatura, es el más precoz de los grandes goleadores del siglo
Cuando el 21 de febrero de 2017 Kylian Mbappé tiró un desmarque corto, se instaló en la fracción de campo que va de los centrales al portero, y en medio segundo fijó dos veces con la mirada a Willy Caballero antes de ajustar el disparo del 1-2, se certificó un prodigio. Se jugaba el City - Mónaco de los octavos de la Champions y el gesto alertó a los analistas más cotizados de Europa: ante sí tenían algo grande. El asombro de algunos de aquellos mismos expertos se multiplicó hace una semana cuando vieron a Erlig Haaland, el delantero del Dortmund, desmarcándose por delante de los centrales del Hertha antes de girar hacia la portería a toda velocidad, ganarle la posición a su marcador, controlar a la carrera el pase de Brandt y, frenándose, cambiar de palo el disparo tras medir con la mirada a Schwolow —el portero— hasta cuatro veces sin perder nunca el equilibrio ni el dominio del balón.
“Los desmarques por delante de los centrales te ayudan a no caer en fuera de juego pero van contra el canon porque le dan ventaja al defensa”, observa un ojeador de la Premier que prefiere el anonimato; “Villa, Di Natale, o Vardy, han sido capaces de leerlos, pero hasta ahora nunca habíamos visto a un delantero redondear una maniobra tan difícil. Haaland lo hace porque posee cosas que no ha tenido nadie: la amplitud de zancada de un hombre de 1,94 de altura, la frecuencia de un velocista, y el control del centro de gravedad propio de un jugador de 1,65 para girar en ángulos agudísimos. ¡Mide casi dos metros y se desplaza como Messi!”.
Haaland es extraño. Lo advirtió José Relucio. El centrocampista español, que hasta este verano jugó en la reserva del Dortmund, observó que su compañero reunía una mezcla de disciplina, rigor, aura y magnetismo. Con solo 19 años, el conocimiento de los secretos más indescifrables del oficio había destilado en el cerebro de este noruego consagrado al gol. “Erling”, concluyó Relucio, “ha leído muchos libros”.
Con sus dos goles al Brujas, este martes, sumó 16 tantos en sus primeros 12 partidos de Champions. Nadie tardó menos tiempo en lograr esa cifra. Los más jóvenes en alcanzar los 16 goles fueron Mbappé, en 27 partidos; Messi y Benzema, en 29; y Raúl que debió jugar 34 encuentros. Cristiano Ronaldo disputó 53 partidos antes de poder anotar 16 tantos, y Zlatan Ibrahimovic lo hizo a los 63.
“Mucho más que un nueve”
Hoy Haaland es el delantero más inspirado del mundo. Las causas de su explosión no son esotéricas. Tampoco son exactamente académicas. René Maric, segundo entrenador de Marco Rose en el Borussia Mönchengladbach, entrenó al noruego cuando coincidieron en el Salzburgo en 2019. Puesto a enumerar razones que expliquen el fenómeno, las palabras Maric resuenan como las de un devoto. “Erling”, dice, “es mucho más que un nueve de área”.
El hombre trasciende la condición de anomalía psicomotriz. Si su estatura no invita a pensar en la habilidad para contonearse y cambiar de dirección a toda velocidad, su devoción por marcar goles y ganar partidos ha conspirado para que no exhiba con más frecuencia su fina comprensión del juego. A fuerza de vivir en la zona decisiva, Haaland esconde el sentido de la pausa y la asociación que muestra cada vez que retrasa su posición.
“Sus movimientos son impecables”, observa Maric. “Posee una tremenda combinación: gran estatura, gran velocidad y gran inteligencia. A esto añade su asombrosa capacidad para asociarse con el resto del equipo. Si tengo que elegir sus mayores virtudes, diría que son su increíble apetito goleador y su inteligencia para generar ocasiones, para sí mismo y para sus compañeros”.
Cuando a Michael Zorc, director deportivo del Dortmund, le preguntaron la semana pasada cómo veía a Haaland, su respuesta fue la de un presidente cualquiera: “Si hablásemos de cuestiones futbolísticas, por su tamaño le falta juego de cabeza; pero tiene años por delante para trabajarlo”.
Predominan los mandatarios que, puestos a fichar puntas, sobrevaloran el físico. Haaland posee la carrocería más impresionante de los futbolistas de su generación. Pero el empleo que hace de ella para cabecear o proteger la pelota es el estrictamente imprescindible. Si va al choque los marcadores sufren el peso de sus brazos y la masa de su osamenta moviéndose con la agilidad de un orangután. Pero es su velocidad de pies y el ingenio para burlar a los defensas sin fricción lo que tiene encandilados a los expertos. Nunca un futbolista tan voluminoso se escurrió entre los zagueros con tanto éxito. Apenas sin mover la cintura, desarrolla su arte dando pasos con la coordinación de un bailarín de claqué.
“Él lo dice: estudia todo”
”Su desmarque es innato”, advierte Relucio; “pero él también estudia a los rivales. Se pasa 24 horas pensando en el fútbol. Es ágil y rápido porque su carrera es muy limpia, como la de un velocista de 100 metros. Cuando corre se apoya sobre las puntas de las botas. Esta técnica la ha aprendido. Él lo dice: estudia todo. Sus referentes son Cristiano e Ibrahimovic”.
Si se propuso superar a sus modelos, va camino de ello. Desde que fichó por el Dortmund en la pasada Navidad, en el año natural de 2020 lleva 33 goles en 34 partidos. Salvo Mbappé, al cabo de la temporada en la que cumplieron 20 años los mejores delanteros del siglo no se aproximaron a una producción semejante. Con 20 años, Ibrahimovic, el precedente más espectacular de delantero grande y ágil, metió nueve goles con el Ajax en 33 partidos. Cristiano metió 12 goles en 47 partidos con el United; Harry Kane hizo ocho goles en ocho partidos con los reservas del Tottenham; Lewandowski 20 goles en 48 partidos con el Poznam; Messi 16 en 40 partidos con el Barça; y Mbappé 39 en 43 partidos con el PSG.
Quizás el mayor interrogante se plantea con su origen: los escandinavos suelen comportarse con cierta indiferencia hacia la competición. “Él es muy pasional”, descarta Maric; “sabe mucho, observa mucho, se interesa por absolutamente todo; y sin embargo no vive atormentado. Disfruta consigo mismo. En el campo le encanta jugar y reírse. Está muy lejos de ser un tipo frío. Es enérgico, vivaz, positivo. Es maravilloso estar cerca de él. Crea una gran atmósfera en el vestuario y el campo, sin dejar nunca de dedicarse por completo a competir y marcar goles. Digamos que es el sueño de todos los entrenadores”.
El futuro es incierto. Pero el presente y el pasado son elocuentes. Haaland va más rápido de lo que fueron todos sus antecesores.
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