El éxito de Suzuki, la moto sin patrocinador
Joan Mir aspira al título de MotoGP con una de las fábricas más modestas solo cinco años después de llegar al Mundial
El domingo pasado Davide Brivio, director del equipo Suzuki, se volcaba sobre las vallas que protegen el parque cerrado de Cheste para abrazarse con Joan Mir y Alex Rins. “¡Yo nunca había hecho primero y segundo!”, gritaba, espoleado por la emoción ante la risa incrédula de Rins. Su alegría sintetiza el estado emocional que vive toda una fábrica. Hacía 38 años, desde 1982, que Suzuki no colocaba a sus dos pilotos en lo más alto del podio. Ocurría en Valencia, además, que el triunfo de Mir afianzaba al mallorquín como líder de MotoGP: tiene 37 puntos de ventaja; para ser campeón este domingo, de nuevo en Cheste, le basta con subir al podio, aunque podría ser séptimo y llevarse el título si sus rivales directos, Quartararo y Rins, no ganan.
“Lo vivimos casi como si hubiéramos ganado el título. Y para Joan fue como un exorcismo”, explica Alberto Gómez, director de comunicación del equipo japonés, sobre la que fue la primera victoria de Mir en la categoría. “Le pesaba mucho el no haber ganado todavía. Se quitó todos los fantasmas”, añade.
Tras cumplir con el expediente, Mir —siete podios en las últimas nueve carreras— aspira a ganar el campeonato (14.00, DAZN) con una de las fábricas más modestas del Mundial de Motociclismo. Suzuki es la que menos personal desplaza a las carreras: restringidos como quedaron los equipos este año a 45 miembros, en su caso no viajan más de 32. No son tantos. Además, junto con Aprilia, es la única que no tiene un equipo satélite, de modo que dispone de mucha menos información para evolucionar la moto que sus rivales. Pese a eso, la GSX-RR, cero extravagancias, sin piezas revolucionarias ni prisas, es la máquina más regular del certamen, la más constante en carrera. Muestra del trabajo bien hecho.
La casa de Hamamatsu es una empresa grande —vende tres millones de coches y más de un millón de motos; y tiene unos 30.000 trabajadores— pero dedica una ínfima parte de su presupuesto a las carreras. Entre el equipo y la fábrica, el proyecto de MotoGP involucra, asume Ken Kawauchi, director técnico, a menos de un centenar de personas mientras que en Honda, por ejemplo, se habla de menos de un millar de trabajadores. De hecho, el departamento Suzuki Racing Company (dedicado exclusivamente a MotoGP) se creó a finales de 2018. “Son los mismos que eran antes, y no tienen ni oficina propia. Es más, en el proyecto de competición participan ingenieros que hacen también las motos de calle”, explica Gómez. “Nuestro presupuesto es justo. Es política de la empresa, Suzuki prefiere invertir en otros sectores, en I+D, por ejemplo. No nos falta de nada, pero tenemos que estar atentos a cómo utilizamos nuestros recursos”, concede Brivio.
El italiano, el enlace entre el constructor, con base en Japón, y el equipo, asentado en Europa, es la figura clave del éxito de un proyecto que es puro romanticismo y de una fábrica peculiar, que renuncia a vestirse de otros colores que no sean los suyos. La Suzuki es la única moto que no exhibe más patrocinadores que el de su propio lubricante, Ecstar, o el de los suministradores técnicos como Motul o Michelin. No hay ni una pegatina de más. Ni un anunciante que ponga dinero para la causa.
Así lo quiere Toshihiro Suzuki, el presidente, el mismo que dio la orden a Kawauchi y a Brivio de que no sacaran la billetera en busca de pilotos. No es casualidad que Mir, de 23 años, y Rins, de 24, integren el equipo oficial más joven de la parrilla. Toshihiro siempre quiso que se reclutara a jóvenes talentos que pudieran crecer y evolucionar con la marca. Sería la mejor manera de que se sintieran identificados con sus valores, pensó. Y está funcionando. De hecho, el propio Mir renunció a una oferta de Honda y en su lugar, escogió a Suzuki.
Solo cinco años después de debutar en el Mundial, en su segunda temporada en MotoGP, el mallorquín puede convertirse en el campeón más precoz. Ni Márquez ni Rossi se dieron tanta prisa: ganaron en la categoría reina seis años después de estrenarse en el campeonato. Si lo consigue completará un año redondo para la casa japonesa, que celebra su centenario este 2020, cuando además se cumplen 20 años desde el título de Kenny Roberts Jr, el último campeón con Suzuki.
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