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Tyler Herro, de universitario odiado a fenómeno en la NBA

El escolta novato de Miami, con 37 puntos antes los Celtics, es la sensación de los ‘playoffs’ con una marca solo superada por Magic Johnson en 1980

Tyler Herro, esta pasada madrugada en el tercer partido de la serie entre los Miami Heat y los Bostons Celtics.
Tyler Herro, esta pasada madrugada en el tercer partido de la serie entre los Miami Heat y los Bostons Celtics.Mark J. Terrill (AP)
Robert Álvarez

El coloso Zion Williamson, la sensación, pasó el primero; y tras él, 12 más. Tyler Herro franqueó la puerta de la NBA en la 13ª posición del draft de 2019. Ya con la gorra de los Miami Heat calada, respondió desafiante: “Voy a sorprender a la gente”. Sonaba arrogante, tal vez una manera de retar a toda la tropa de la NBA.

Quince meses después, le recuerdan a Herro aquella respuesta. Viene a cuento porque el escolta acaba de protagonizar una actuación pocas veces vista. Sus 37 puntos, 17 en el último cuarto, propulsaron a Miami Heat hacia la victoria ante los Celtics (112-109). Los de Florida dominan por 1-3 la final de la Conferencia Este y están a un paso de una final que no disputan desde 2014.

Herro consiguió la segunda mayor anotación de un jugador de 20 años en los playoffs, solo superado por la antológica de Magic Johnson con sus 42 puntos y 15 rebotes en el sexto y definitivo partido de la final que los Lakers ganaron a los Sixers en 1980. ¿De dónde procedía aquella extrema confianza? “Solo voy a apostar por mí mismo”, responde Herro tras su mejor partido ofensivo en el año que lleva en la NBA. “He estado haciendo eso toda mi vida. Pasé de una pequeña ciudad en Milwaukee a Kentucky, y nadie pensó que sobreviviría allí. Al final, es solo eso, apostar por mí mismo”.

Los cazadores de talento le reprochaban su falta de envergadura. Es un escolta de 1,96 metros y 88 kilos. Tras su exhibición ante los Celtics, comentó: “No creo que fuera el mejor en la cancha. Ahí estaban Jimmy (Butler), Bam (Adebayo), Goran (Dragic), pero creo que gracias a mi confianza puedo jugar con cualquiera. Simplemente... eso es lo que soy. No puedes sobrevivir en esta Liga si no tienes confianza”.

Su dura experiencia en la Liga Universitaria le fortaleció el carácter. Nacido en Milwaukee y alumno de la High School de Greenfield, estaba predestinado a jugar con la Universidad de Wisconsin. Pero optó por la de Kentucky. Se interpretó como una traición. Algo similar a lo que le pasó a LeBron James cuando abandonó Cleveland para jugar con Miami en 2010. Se convirtió en un jugador muy odiado. Le enviaron cartas amenazadoras. “Eres un traidor. Una verdadera escoria”. “¿Puedes ver aquella calle de allí? Espero que te pise un camión cuando cruces”. Hubo pintadas frente a su domicilio y su coche fue blanco del lanzamiento de objetos diversos. Lejos de acoquinarse, se motivó. “Juego mejor en situaciones de adversidad. Me gusta cuando la gente está en mi contra”, afirmó. Se le reprochó por su arrogancia. Reconoce que le gusta el trash talking (lenguaje basura). Tras un incidente con un rival de Arkansas y después de meter una canasta le espetó: “Soy un bucket [cubo]”. Se le quedó ese apodo junto al de Boy Wonder (Chico Maravilla), como Luka Doncic.

Su padre, Chris, también jugó, aunque su carrera se frustró a causa de una lesión de ligamentos cuando tenía propuestas de beca de las Universidades de Florida y Saint Louis. Aquella fue una de las lecciones básicas para Tyler: “No dar nada por sentado. Pensar que todo podría terminar mañana. No faltar el respeto al juego”. Uno de sus ídolos es Kobe Bryant, y dice haber aprendido de Klay Thompson, Ray Allen, McCollum, Steve Nash y Bradley Beal. Otra de las reglas que le inculcó su padre. “Si lo haces, tienes que dar el 100 por ciento”. Y un consejo: “Mantener la sensatez”.

Erik Spoelstra, el entrenador de Miami Heat, situó a Herro como titular en sus tres primeros partidos en la NBA, pero en la fase regular solo jugó ocho veces en el quinteto inicial. En los playoffs es de los jugadores del equipo con más minutos, aunque a veces parta desde el banquillo, como en la madrugada de este jueves. “Ya no es un novato”, afirma Spoelstra. “Necesitamos un jugador con sus cualidades, capaz de generar muchas situaciones en ataque ante defensas como la de los Celtics. Es implacable con su ética de trabajo. Tuvo muchos momentos difíciles, pero aprendió”. Spoelstra considera que la concentración previa a la competición en la burbuja de Disney World benefició su progresión. “De alguna manera, sentía que estaba entrando en su segundo año”. Y frente a la explosión mediática, Spoelstra advierte: “Sabe cómo somos. Sabe que todos lo aplastaremos por completo mañana para mantenerlo humilde… Es broma. Tiene una gran humildad competitiva, confianza y una valentía poco común”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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