Gandarias estrena La Madeleine
El escalador vasco, que tenía miedo en las bajadas, fue el primero en coronar el coloso alpino, que debutó en el Tour en 1969
Andrés Gandarias era un gran escalador, pero tenía miedo en las bajadas; lo confesaba él mismo. “Como todos los españoles”, sentenciaban en Francia. Había despertado un gran entusiasmo entre los aficionados vascos al ciclismo durante sus primeros años, pero después se dedicó a escoltar a José Manuel Fuente, el Tarangu, hasta que se marchó del Kas, para buscarse la vida en un equipo estrambótico, el De Kova-Lejeune, financiado por una artista de cabaret, que no le pegaba nada a una persona tan formal, tan seria.
Gandarias, que fue un ciclista de maduración lenta –no llegó a profesional hasta los 24 años–, ilusionó, sobre todo, después de su actuación en el Tour de 1969, el año en que Eddy Merckx comenzó a desatar su furia. Estaba cerca del ciclista belga cuando este atacó en el Tourmalet y rodó durante 140 kilómetros en solitario para vencer en Mourenx con casi ocho minutos de ventaja sobre Dancelli, que fue segundo. Gandarias llegó a 14m 47s, con Gimondi, con Janssen, con Van Impe.
Su mejor jornada llegó en el segundo sector de la octava etapa, entre Divonne Les Bains y Thonon, 136 kilómetros, después de haber disputado una contrarreloj por la mañana que ganó El Caníbal. Gandarias se fugó junto con el italiano Michelle Dancelli, del equipo Molteni, el que había sido segundo en Mourenx, y ambos llegaron juntos a la meta. Por el camino se cayó el vasco, y su rival le esperó. Venció el italiano, pero Gandarias se colocó en una buena posición clasificatoria. Por la mañana había sido decimosexto en la crono. Ese mismo día se retiró Luis Ocaña. Al día siguiente, en la meta de Chamonix, solo Pingeon, Merckx y Van Impe entraron delante de él. Se colocó décimo en la general. Acabaría quinto.
La revista Miroir du Cyclisme le dedicó un reportaje: “Por supuesto, escuchamos hablar de él en las etapas alpinas, pero apenas nos dimos cuenta de que había estado cerca de la cabeza desde el comienzo. Se despistó una vez, en la etapa de Mulhouse, ganada por el portugués Agostinho, y concedió tiempo a los favoritos. Pero desde entonces, los colapsos entre los primeros han sido tan numerosos que ha resurgido en los primeros lugares de la carrera ayudado por su gran facilidad en las montañas”.
En la escabechina de la etapa que llevó a los ciclistas a Briançon, atacó en el Col de la Madeleine. Fue el primer ciclista que inscribió su nombre en la cima del coloso alpino, pero según su director, se equivocó. “No debería haber atacado en el primer puerto. Se encontró sin fuerza en el Galibier y ahí es donde debería haber llevado su esfuerzo”. Gandarias lo reconoció: “Es la montaña más dura que he escalado desde hace dos años que soy profesional”. Aún así acabó octavo la etapa, en el grupo de los favoritos, junto a Merckx, Gimondi o Poulidor, y quinto en la general al llegar a París.
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