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El laberinto de Griezmann

El delantero francés no encuentra su sitio como nueve, pese a correr más que Suárez y Messi, y se extravía en la banda, donde apenas intenta regatear

Messi y Griezmann, durante el duelo ante el Leganés.
Messi y Griezmann, durante el duelo ante el Leganés.ALBERT GEA (Reuters)
Jordi Quixano

Con una sonrisa de oreja a oreja, Antoine Griezmann (Mâcon, Francia; 29 años) se acercó a la esquina de un córner del Camp Nou tras marcar su primer tanto con el Barcelona. Un trabajador del club le puso confeti en las manos y el 7, admirador del videojuego Fornite, se lo tiró por encima para festejarlo ante su nueva afición. Parecía empezar tiempo de vino y rosas para el francés tras batir al Betis con dos tantos suyos. Pero desde entonces sigue sin hallar su sitio en un vestuario que entiende que carece de las dotes de liderazgo como tampoco lo encuentra en el césped, por más que sea “indiscutible” para Quique Setién. Cuando Griezmann juega de delantero centro no le llega el balón y cuando lo hace desde la banda solo se expresa con tino dentro del área. Un laberinto que maquilla con goles (14 entre todas las competiciones). Este viernes tiene una nueva prueba ante el Sevilla (22.00, Movistar LaLiga), duelo para que el que De Jong y Sergi Roberto son baja por lesión.

Griezmann no fue fichado para jugar en banda. “Puede ocupar cualquier posición de ataque y va muy bien para dar descanso a Suárez”, exponen en el área deportiva azulgrana. Pero tanto Valverde como Setién lo han descartado de ariete a no ser que haya una urgencia como en los últimos dos duelos, con Suárez por entrar en combustión tras la operación de menisco. El francés no se está saliendo con la suya como referencia, a pesar de que lo intente con desmarques y arrastres, generoso en el esfuerzo cuando corre hacia atrás. Suma una media de 10 kilómetros por encuentro, cuando Suárez llega a nueve y Messi se queda en 7,3. Ansu (11) y Dembélé (10,3) le superan.

Pero con correr no le alcanza a Griezmann para ser uno más en el juego, pues en los dos partidos postreros —como ariete— solo ha participado en 20 y 24 acciones, números que Ansu, por ejemplo, duplicó en poco más de media parte frente al Leganés. Tampoco brilla en el costado, lejos de conectar con Messi. “Aunque juegue en la banda, siempre tiene tendencia a venir hacia dentro y a buscar espacios y desmarques. Por circunstancias, tiene que jugar más a un lado, pero se puede adaptar perfectamente”, señala Setién. El problema es que apenas pisa la línea de fondo porque no es un esprínter ni intenta driblar; ha probado 36 quiebros —por los 305 de Messi, 64 de Ansu y 55 de Suárez— con un promedio del 53% de éxito cuando Messi, por ejemplo, está en el 66%. “Yo no sé regatear”, resuelve el delantero. Algo que no acaba de convencer a sus compañeros, que le piden más brillo en el césped y menos con su Rolls-Royce Phantom.

“Solo han conectado unas veces con él, pero es que no es fácil para los que juegan por dentro poder maniobrar por ahí”, asumió Setién tras el Leganés; “puede estar más o menos acertado, pero su trabajo es encomiable e importantísimo para nosotros”. Porque falla poco en el disparo. De los 14 goles, igualado con Suárez y tras Messi (26) en la tabla azulgrana, que ha hecho, tres fueron con la diestra, dos con la cabeza y otros nueve con la zurda. Todos ellos desde dentro del área (dos en la pequeña). Tantos que suelen llevar premio porque 10 abrieron el partido y otros dos significaron el primer gol azulgrana; que ha materializado la mayoría al primer toque (nueve); que logró con menos chutes que sus compinches (69 suyos por 18 de Leo y 43 de Suárez para llegar a esa cifra); y tantos que le señalan como un delantero centro más que como un extremo. Aunque luego parezca lo contrario.

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