El Madrid vuelve a medias
El equipo de Zidane despeja al Eibar con más eficacia que juego en el primer tiempoy con muchas sombras en un segundo acto marcado por los cambios en ambos conjuntos
Con poco regresó el Madrid a LaLiga. Discreto en el juego, pero eficaz ante el gol, cantó media victoria al descanso. Quebradizo y sin gracia alguna, se sostuvo, sin más, en el segundo tramo. Por el medio, un cruce de caminos. El Eibar, sonado al intermedio, tuvo dictado después, con el Real regulado, más pendiente de graduar el físico que de aplicarse con los cinco sentidos en el partido con el conjunto vasco.
En tiempos de tanta anormalidad, hay cosas que no cambian. Caso del toque de violinista que distingue a Kroos. Lo mismo le da el Bernabéu que el Alfredo di Stéfano. Los chicos del Madrid y del Eibar aún estaban interiorizando tanto protocolo cuando el alemán limpió una jugada embarullada de Benzema. Lo hizo con un pase a la escuadra izquierda de Dmitrovic desde la esquina contraria del área. Una delicia de gol. Tan aperturista como el de Arturo Vidal el sábado en Palma. Por lo visto, Barça y Madrid han vuelto con prisas.
Nadie había roto a jugar cuando ya mandaba el Real, equipo de extraño flirteo con el gol. Es chocante que solo Benzema golee más que Kroos y Ramos. Y también resultó raro que el tanto del germano a los tres minutos amodorrara a los suyos. El Eibar, con aire transeúnte con su pelotón de reservas, ató la pelota e invadió el campo del Real Madrid, con Orellana de agitador. No daba con Courtois, pero lograba que los locales se hicieran un nudo en cada intento por progresar más allá del medio campo.
Nadie como Hazard, atrevido y fino tras cuatro meses de baja, daba vuelo a los blancos. Partícipe en el origen del primer tanto, también tuvo foco en el segundo. Tras media hora de nadería, un arrebato de Sergio Ramos hizo renacer al sosaina Madrid. El capitán interceptó un pase de Arbilla. Aventurero como pocos, Ramos cruzó el Di Stéfano —de 105 metros por 68, tal cual el Bernabéu—. Hizo un paréntesis con Benzema, que con su evidente querencia por Hazard combinó con el belga. El exjugador del Chelsea, cara a cara con Dmitrovic, dejó que su capitán soplara el 2-0. Quedaba un segundo para esa tregua que llaman tiempo de hidratación y es más bien un tiempo muerto baloncestístico.
Dos ataques, dos sopapos para el Eibar. Aturdidos los muchachos de Mendilibar, algunos debutantes como Soares, Marcelo puso otra cruz al cuadro armero. De nuevo hilaron de maravilla Benzema y Hazard, y el brasileño cazó un zurdazo remoto para Dmitrovic. Un emboque celebrado con la rodilla al suelo, el estilo Kaepernick en memoria de George Floyd.
Un remate final de Rodrygo —variante de ZZ en una alineación de lo más clásica— fue la única ocasión madridista que no derivó en gol. Un Madrid esporádico, con más mazo que juego, dejó muy apañado el duelo ya al descanso.
De regreso, Mendy relevó a Carvajal, en cuya posición no hay recambios, con Odriozola en Múnich y Lucas y Nacho en la enfermería. Más decisiva fue la siguiente intervención de los entrenadores. Casi a la hora, Mendilibar tiró, de una tacada, de tres curtidos: Pedro León, Bigas y Enrich. Justo entonces, Expósito hizo volar a Courtois. El córner lo cabeceó Enrich al larguero. Y sin demora, un rebote en Bigas puso el 3-1.
Hacía un rato que ya aflojaba el Madrid, pero ZZ no corrigió un milímetro el plan previsto. Ramos, Hazard y Rodrygo se fueron a la grada. Una señal de precaución ante el maratón que se avecina. Hazard aún requiere una lógica dosificación y a Ramos se le vio en la grada con un tratamiento terapéutico en la pierna derecha. Lo que no estaba previsto fue el achaque de Marcelo, que terminó con molestias. De cómo se administren las plantillas dependerá el presente inmediato de los equipos. Con retos casi cada 72 horas no habrá tiempo para muchos tratamientos.
Más pendiente del pasado mañana que del tramo de partido que quedaba por delante, el Real se apagó por completo. Ya con Bale por el campo como un forastero. Quien hizo lo posible por no remitir fue el Eibar. Pasó de verse goleado a no sentirse un simple telonero. No le alcanzó. Sin más, medio Madrid le ventiló.
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