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Bolsonaro usa el fútbol para forzar una desescalada de la cuarentena

A pesar de la resistencia de los jugadores, el Gobierno de Brasil apela al regreso de los partidos como estrategia para debilitar la posición de los gobernadores, a favor del aislamiento social

Jair Bolsonaro junto al presidente de la federación de fútbol de Brasil, Rogério Caboclo. L. Figueiredo / CBF
Jair Bolsonaro junto al presidente de la federación de fútbol de Brasil, Rogério Caboclo. L. Figueiredo / CBF

Si en marzo dijo que la suspensión de los campeonatos “contribuía a la histeria” frente a la pandemia de coronavirus, ahora el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cierra filas con clubes y federaciones regionales para el regreso inmediato de las competiciones. El mandatario se paseó el miércoles por los jardines de la residencia presidencial con una camiseta del Palmeiras, su equipo, prometiendo que permitiría que se volvieran a jugar partidos de fútbol. Por tercera vez en las últimas dos semanas, el lunes defendió que se reanudara el deporte más popular de Brasil. “Las autoridades del fútbol han entrado en contacto conmigo. Si depende de mi voto, lo apruebo. Lógicamente, con el respaldo técnico del Ministerio de Sanidad, que creo que será favorable a que vuelvan los entrenamientos”, dijo el presidente en una rueda de prensa.

El mismo día, el nuevo ministro de Salud, Nelson Teich, y otro alto cargo del Gobierno defendieron públicamente que se reanudaran los torneos. “Hay una solicitud de la CBF [Confederación Brasileña de Fútbol] para que se evalúe el regreso de los partidos sin público. Todavía la estamos estudiando, pero son iniciativas que podrían mejorar la rutina de las personas, porque el confinamiento tiene un impacto muy negativo en el bienestar de la población”, declaró Teich, médico. El secretario especial de Productividad del Ministerio de Economía, Carlos da Costa, apuntó: “Ya estamos hablando con los clubes para que se retomen las actividades a puerta cerrada, porque nuestra principal preocupación es la salud. Sin público, será relativamente más simple”.

El martes, en una reunión por videoconferencia con los presidentes de las federaciones regionales, la confederación CBF negó que hubiera solicitado directamente la intervención del Gobierno para que se reanudaran los campeonatos. La entidad reforzó que está finalizando un protocolo médico que sirva de orientación para regresar a las actividades tan pronto como las autoridades sanitarias lo permitan. Los dirigentes de las federaciones, que quieren que los campeonatos estatales vuelvan en mayo, doblan su apuesta en el lobby de Brasilia, porque entienden que el cambio de ministro de Sanidad ha creado un escenario favorable para el fin de la suspensión de los partidos, ya que el ministro Teich está más alineado con las determinaciones presidenciales que su antecesor, el destituido Luiz Henrique Mandetta.

Cuando ya se habían registrado las primeras muertes por coronavirus en Brasil, Bolsonaro defendió que los partidos continuaran con menos público “para proteger los empleos y la economía”. El argumento sigue siendo el mismo, aunque ahora el objetivo sea acelerar la desescalada de la cuarentena. Como no consiguió que se reabriera el comercio a gran escala, el fútbol se ha convertido en el as del Gobierno para presionar a los gobernadores para que aflojen las medidas de aislamiento social. El discurso de Teich, por ejemplo, sugiere que la retransmisión de los partidos por televisión podría dar más opciones de ocio a los hinchas que están confinados en casa.

Sin embargo, la jugada del Ejecutivo se enfrenta a la resistencia de alcaldes y gobernadores, que están considerando incluso la posibilidad de ampliar la duración de las medidas restrictivas debido a la situación actual de la pandemia, que ya ha causado más de 5.000 muertes en todo el país. En São Paulo, la Secretaría de Sanidad ya ha advertido a la Federación Paulista de Fútbol que el campeonato solo volverá con la aprobación de las autoridades locales a partir del 8 de mayo, fecha en que el gobernador João Doria ha prometido anunciar un plan para flexibilizar la cuarentena en el Estado. En Río de Janeiro, el gobernador Wilson Witzel se ha opuesto al regreso del fútbol a corto plazo. “La pandemia sigue siendo grave y creo que no es adecuado para la salud y la seguridad de los jugadores o de todos los que participan en los partidos y entrenamientos”.

La CBF ha pedido a los dirigentes de los clubes que sigan las determinaciones de los gobiernos de cada Estado. Sin embargo, hay prisa para que se reinicien los campeonatos. En primer lugar, las federaciones quieren finalizar los campeonatos estatales antes de que sea inviable por la falta de fechas en el calendario, lo cual comprometería el pago integral de los derechos televisivos. En segundo lugar, los clubes ven que el período de vacaciones otorgado a los jugadores termina este mes y tienen que pagar sueldos millonarios sin la perspectiva de volver a obtener ingresos de taquilla este año.

Es el caso del Flamengo, citado por Bolsonaro como uno de los clubes afectados financieramente por la pandemia. El club se prepara para reanudar los entrenamientos la primera semana de mayo y cuenta con el apoyo del Gobierno Federal. La directiva rubronegra nunca ha escatimado esfuerzos para acercarse al presidente. A principios de año, una delegación encabezada por el entrenador Jorge Jesus y el presidente Rodolfo Landim visitó el Palacio del Planalto tras ganar la Supercopa de Brasil, disputada en el estadio Mané Garrincha. Bolsonaro, que suele ir a los partidos, estaba en el estadio para honrar al equipo de Río de Janeiro.

Además de involucrar a los ministerios de Economía y Sanidad, el grupo del Gobierno que trabaja para que vuelva el fútbol también ha involucrado al Ministerio de Ciudadanía a través del secretario especial de Deportes, Marcelo Magalhães. El que fue padrino de boda del senador Flávio Bolsonaro asumió el cargo en enero. El presidente le incumbió el encargo de organizar la reanudación de las actividades deportivas, junto con la CBF, las federaciones y entrenadores como Renato Portaluppi, del Grêmio, amigo y partidario de Bolsonaro. Los jugadores, por su parte, temen un regreso apresurado a los campos. Para el Sindicato de Deportistas de Río de Janeiro, los profesionales solo piensan volver a entrenar cuando el Gobierno Estatal les garantice que es seguro.

Uno de los defensores de que se agilicen los trámites para anular la suspensión de los campeonatos es Mário Celso Petraglia, presidente del Athletico Paranaense. Hizo campaña por Bolsonaro en 2018 y ha argumentado ante otros dirigentes que, si el fútbol no vuelve cuanto antes, los clubes, incluidos los grandes, entrarán en colapso económico. “Desafortunadamente, el virus chino nos ha pillado a todos. Si el Furacão [apodo con el que se conoce al club] no recibe ninguna ayuda, se irá a la quiebra”, escribió el dirigente en un comunicado a los socios, utilizando el adjetivo “chino” para estigmatizar al país asiático, como ha hecho Donald Trump en Estados Unidos.

En Europa, los campeonatos nacionales de Bélgica y los Países Bajos han finalizado debido a la pandemia de coronavirus. El martes, el Gobierno de Francia determinó que las competiciones deportivas en el país no se reanudarán esta temporada. Italia, el epicentro europeo de la enfermedad, está considerando tomar el mismo camino. El Gobierno italiano había autorizado la reanudación de los entrenamientos de los equipos a partir del 18 de mayo, pero el miércoles, el ministro de Deportes, Vincenzo Spadafora, volvió atrás y reconoció que existe la posibilidad de que se finalice la temporada de fútbol. “Si no se puede reiniciar de manera segura, tendrá que interrumpirse y la gente tiene que entenderlo”.

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