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Sin Eurocopa, sin Juegos… ¿sin Tour?

El 1 de mayo es la fecha clave para decidir sobre la gran carrera francesa

Carlos Arribas
El pelotón del Tour de 2019 atraviesa Amiens.
El pelotón del Tour de 2019 atraviesa Amiens.STEPHANE MAHE

El 1 de mayo es la fecha. Si para entonces continúa el mundo en cuarentena contra la pandemia del coronavirus, el Tour será imposible.

A Eusebio Unzue hablar ahora del Tour, con lo que está pasando el mundo, le parece obsceno, pero, por otro lado, a él, dueño de una empresa, Abarca, que gestiona un equipo ciclista llamado Movistar, también inevitable, necesario. “¿Tour? Sí; ¿de cualquier manera? No”, dice. “Somos un deporte que depende de los patrocinadores, y estos pagan por salir en la tele. Y si este parón ya empieza a afectarnos, si no hay Tour, el gran evento, entraremos en un escenario de crisis que cambiará quizás para siempre la economía del ciclismo. Pero, por el momento, ningún sponsor nos ha enviado aún mensajes…”.

El Tour tampoco envía más mensaje que el de que todo sigue como estaba previsto para salir de Niza el 27 de junio próximo y llegar a París 22 días más tarde, el 19 de julio, unas fechas más tempranas de lo normal para no rozar los Juegos que no comenzarán, finalmente, el 24 de julio.

Sin embargo, no será ASO, la empresa organizadora, ni su jefe, Christian Prudhomme, quien tome la decisión final de cancelarlo. Un aplazamiento para el mismo 2020 es imposible. Como con todos los grandes clásicos del deporte, todos recuerdan que, nacido en 1903, solo las grandes guerras han impedido la celebración del Tour algún año. Será el Estado, siguiendo las necesidades sanitarias de la pandemia, quien decida.

El Tour es tan grande, “un monumento del deporte”, dice la ministra francesa de Deportes, Roxana Maracineanu, que aunque ASO sea la empresa que recoja los beneficios de los patrocinadores, las aportaciones de los ayuntamientos y los derechos televisivos, lo público, es lo que garantiza que pueda llevarse a cabo. Del Estado dependen los 29.000 agentes de policía, gendarmes, bomberos y personal de seguridad necesarios, y corta las carreteras el tiempo que haga falta; los departamentos son quienes reasfaltan los puertos por los que pasan los ciclistas; los ayuntamientos, que pagan por recibir la carrera, se encargan de sus ciudades para que el Tour privatice cómodamente el uso de sus calles, parques y plazas.

Por eso, los ayuntamientos son quienes más se oponen a una posible fórmula de salvación lanzada por la ministra Maracineanu, que avanzaba la posibilidad de un Tour a puerta cerrada, de complicadísima realización. ¿Cómo rentabilizarían las empresas su inversión si no pueden llevar a sus clientes al village de salida? ¿Cómo se podría evitar que miles de aficionados en caravanas acamparan en las montañas días antes del paso del Tour? ¿Cómo se podría evitar que la gente salga a las carreteras?

A Unzue también le gustaría estar el 27 de junio solo preocupado por lo que hagan en Niza sus Enric Mas, Marc Soler y Alejandro Valverde. “Si estamos en el Tour, será la señal de que sanitariamente lo peor ha pasado”, dice. “A pesar del confinamiento, los corredores pueden prepararse con un mínimo de garantías, y en eso están los preparadores físicos del equipo. Pero, eso, sí, necesitarían todos al menos un mes de entrenamiento libre en las carreteras, todo junio. Y nada de eso está en las manos de nadie”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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