_
_
_
_
_

Sotomayor: “Salté 2,45m porque quería ser el mejor, no por demostrar nada”

Plusmarquista mundial de salto de altura desde 1988, el atleta cubano repasa su carrera y las motivaciones que le llevaron a ser una referencia

Carlos Arribas
Javier Sotomayor, en Madrid.
Javier Sotomayor, en Madrid.david g. folgueiras

Con Javier Sotomayor (Limonar, Matanzas, Cuba, 13 de octubre de 1967) se puede hablar mucho de atletismo y casi más de música, y está casi tan orgulloso de un récord mundial que consiguió por primera vez hace 31 años como de ser de la provincia de Matanzas, donde sonaban Celia Cruz y la Sonora Matancera, y donde cuando dejó el atletismo fundó una orquesta, la Salsa Mayor. “La Sonora ya es historia, ahora suena más Buenavista Social Club”, dice el saltador cubano, invitado a Madrid por el Diario As, que lo premió en su gala anual, mientras enseña su pasaporte español para registrarse en el hotel. “Y mi Salsa Mayor ahora la lleva Maikel Blanco, y tiene mucho éxito”.

Pregunta. Tiene 52 años y desde hace 26, la mitad de su vida más algunos meses, puede decir que ha llegado más alto que nadie en el mundo, que ha volado 2,45m...

Respuesta. Y ya seis años antes, a los 20, hice mi primer récord del mundo, 2,43m, y, claro, nunca pensé que iba a envejecer gozando de ese gran privilegio, de ser recordista del mundo.

P. Y así, con esta longevidad, resuelve la duda de qué es mejor, una medalla olímpica, que dura para siempre, o un récord, que está hecho para batirse... Usted lleva más tiempo con el récord que con el oro de Barcelona 92.

R. Es así realmente... Dicen que los récords se van, pero yo tengo la dicha de tener ambos, récord y oro, y mejor todavía.

P. Usted es un fenómeno de precocidad que a los 16 años ya saltaba 2,33m (récord mundial sub 18 desde 1984) y que ha conseguido sus 10 mejores marcas, todas por encima de 2,40m, una altura que en estos tiempos parece inalcanzable, antes de cumplir los 27... ¿Acabó muy pronto su mejor época?

R. Me afectaron las lesiones y la muerte de mi entrenador [José Godoy, El Viejo, formado en la Unión Soviética, murió en 1990, a los 63 años]. Esto quizás hizo que no fuera mejor en cuanto a grandes resultados, aunque casi con 34 años estaba saltando 2,35m, no podemos decir que era malo, saltaba más que mi edad a los 33, lo que creo que pocos pueden decir [más bien, ninguno más: nadie más que él ha saltado a los 33 más que su edad; a los 32 lo han hecho Donald Thomas, Stefan Holm y Doug Nordquist]. Son pocos los atletas que con más de 30 años marcan récords del mundo. Algunos pocos en altura, como Nordquist. Thomas o Holm, han hecho marcas personales con más de 30 años.

P. ¿Tan importante fue su entrenador? Usted ya estaba hecho cuando él falleció...

R. Pero a uno como El Viejo, que tienes contigo desde los 14 años, que te lleva a saltar 2,44m, y seguramente los 2,45m vinieron de la misma formación de él, sí, lo necesitas. Primero, mentalmente, te lo sientes, y físicamente también. No todos los entrenadores tienen el mismo sistema, aunque yo como atleta, ya con el nivel que tenía, trataba de pedirle al nuevo entrenador, Guillermo de la Torre, que se acercara al sistema que ya tenía de antes. Siempre hay cambios. Y no quiero decir que el otro fuera malo. Pero con El Viejo había un toque humano, una química.

P. El qatarí Barshim achaca el lesionarse al intentar batir su récord en 2018 a que ha competido en exceso de más joven, a que se ha machacado mucho…

Sotomayor, el 27 de julio de 1993, cuando saltó 2,45m en Salamanca.
Sotomayor, el 27 de julio de 1993, cuando saltó 2,45m en Salamanca.efe

R. Es difícil contenerse de muy joven. La misma juventud te domina… si uno tiene una buena preparación y una buena disposición, esa cantidad de saltos no la siente. Tal vez te pase factura, pero las lesiones no solo llegan en las competiciones. En los mismos entrenamientos, que tienen que ser muy rigurosos, es fácil lesionarse. Las lesiones están a diario al acecho de los atletas de alto rendimiento.

P. Se lesionó porque para saltar un récord del mundo hay que ir más allá…

R. Exacto. Un récord del mundo conlleva no solo el momento del intento, sino un entrenamiento a diario casi al máximo en todo, no solo los saltos, también multisaltos, fuerza. Casi todos los ejercicios hay que hacerlos al máximo.

P. ¿Como usted con sus 2,45m?

R. En esos momentos no se puede tener medida ni limitación en cuanto a velocidad o fuerza. Todo hay que hacerlo a tope y al máximo de esfuerzo en todos los sentidos. En un 2,30m no te esfuerzas al máximo, pero un récord del mundo lo requiere todo.

P. Barshim mide 1,92m, un par de centímetros menos que usted

R. Yo pesaba 82 kilos cuando batí el récord...

P. Tiene que costar mucho levantar 82 kilos. Barshim son 70.

R. Yo no era tan delgado como Barshim, no, pero relativamente, sí. Para un saltador de 1,94m, 80 kilos es un peso normal, tampoco era una persona tan gruesa. Barshim es extremadamente delgado, pero, a lo mejor unos pocos de esos kilos míos eran masa muscular bioactiva.

P. Justo su rival, el sueco Patrick Sjoeberg, era un poco Barshim, delgadito y longilíneo como un elfo.

R. Y con Sjoeberg, estaban Tränhardt, Moegenburg, Avdeyenko, Paklin, Partyka, Austin, Conway... Con ellos viví una gran época del salto de altura. Había muchos atletas que siempre estaban en un nivel bien alto. Había que saltar mucho para ganarlos...

P. Pero su rivalidad con Sjoeberg fue especial.

R. Y hace unos años, Patrick estuvo por La Habana haciéndome una entrevista, y yo le dije, '¿sabes quién es el culpable de que yo hice récord del mundo?, tú mismo'... Para ser mejor tuve que saltar más que él, y él saltaba dos cuarenta y tantos. Sucedió lo mismo con Barshim, entre 2013 y 2015, cuando Bondarenko tuvo también un nivel bastante alto, y aquella fue, después de la mía, la mejor época del salto de altura.

P. Barshim cuenta que hubo tanto vacío entre ambas épocas que la gente pensaba que ya era imposible volver al 2,40m

R. Exacto. Entre 2000 y 2013 en salto de altura ha habido tal vacío que con 2,29m se cogió tabla en un Mundial... Exagerando un poco, hasta Valeriy Brumel [el mítico soviético dejó el récord del mundo en 2,28m en 1963] podría haber sido competitivo en esa época, casi, casi, casi...

P. Decía su compatriota y amigo Iván Pedroso [saltador de longitud] que sin hambre, sin deseo, no se puede ser campeón…

R. Si no tienes esos sueños, tan grandes, esa necesidad interior de ser el mejor, no lo logras. Fue lo que me pasó a mí. Tuve al lado mío grandes competidores y yo quería ser el mejor. Nunca me faltó esa ambición. Si te conformas... Tuve compañeros míos que en eso fueron conformistas, si te sientes bien con saltar 2,30m o 2,35m, si con eso puedes ganar un bronce o ser finalista olímpico, y con eso te sientes totalmente feliz... Pero si tu sueño es ese tope, en ese tope te quedas... Para llegar más allá, el sueño no puede ser solamente ese.

P. ¿Influyó en su deseo la necesidad de demostrar que Cuba podía producir lo mejor?

R. No, no, no era tanto para demostrar. Yo no salté 2,45m para demostrar nada a nadie, salté 2,45m porque YO quería ser el mejor [y subraya el yo]. Desde bien pequeño, cuando yo dije 'voy a saltar', ya dije con tal edad quiero ser el mejor. Cuando fui joven salté 2,33m, después quise ser el mejor juvenil (2,36m a los 19 años), y después el mejor absoluto. Fue por sentirme bien conmigo mismo, más que todo. Después, por supuesto, con lo que yo hacía ayudaba a demostrar que era el mejor, pero no con el afán de decir 'tú vas a ver que yo soy el mejor', no, 'yo voy a ver que soy el mejor'.

P. En 1999 se vio envuelto en un escándalo. Dio positivo por cocaína en los Panamericanos de Winnipeg, 99. 20 años después la Agencia Mundial Antidopaje dice que no tiene sentido buscar drogas sociales en competición.

R. Para nada, para nada hay que buscarlas. Pero, lo primero es, no lo hice, pero, bueno, aparte de eso...

P. Se habría evitado un conflicto tremendo.

R. Fueron muchos, muchos, los factores que sucedieron ahí, y que nosotros demostramos y dieron la posibilidad de yo saltar en Sidney un año después. Primero, ya el mundo lo sabía cuando yo todavía no lo sabía. Las intenciones fueron como de hacer daño. Lo publicaron todos los medios antes de que nos lo comunicaran a mí o a mi federación o a mi país. Después, cuando salió la noticia al mundo salió con una equis cantidad que, supuestamente era imposible ingerir por un humano, y mucho menos saltar. Uno que esté pasado de droga no creo que tenga la capacidad física o mental o coordinación para saltar. Y, además, yo salté con mucho riesgo. Sufría una crisis de la hernia discal que padezco y ponía en peligro mi participación en el Mundial de Sevilla (donde buscaba una tercera medalla de oro). Venía de un proceso de rehabilitación y decidí arriesgarme. Quiere decir que si yo fuera consciente de que yo hubiera ingerido algo tenía toda la justificación para decir 'no voy a saltar', y más sabiendo que yo solo saltaba para ganar (y ganó, con 2,30m) y sabía que me iban a hacer pruebas. ¿Me voy a poner yo mismo la guillotina para que me cortaran la cabeza? Más cosas, más cosas... Al laboratorio llegó mi frasco de orina con una boleta ya marcada con la prueba, salto de altura masculino, lo que me identificaba prácticamente, cuando todo tiene que ser anónimo, una boleta marcada. La prueba B, el contraanálisis, dio negativo, y a raíz de esto Cuba hizo en La Habana su propio laboratorio antidopaje. Salió negativo e impusieron repetir la prueba, y nuestros doctores aceptaron la prueba C, y no hubo proceso de sellado, y se fueron cuatro horas para almorzar...

P. Pero Cuba peleó y logró ir a Sidney, donde saltó 2,32m y ganó la plata en los Juegos...

R. Y allí pasé la prueba antidopaje más tensa que he hecho en mi vida. Estaba con miedo. ¿Y si me vuelve a suceder lo mismo? Estaba en la prueba tan tenso que alguien podría pensar que yo estaba encubriendo algo, así me sentía...

P. Y, aunque no fuera de oro, aquella medalla, debió de significar mucho, ¿no?

R. A ver, la intención era que fuera oro, y en aquel momento no me sentí bien. Después, con la cabeza fría, pensé que tenía casi 33 años, que había pasado un año entero sin saltar, que había llovido, que una medalla de plata olímpica no venía mal, je je...Mi última oportunidad olímpica... Después del oro de Barcelona, en Atlanta competí lesionado, y antes, el boicot de Cuba me impidió ira a los del 84 y del 88.

P. En compensación, en Lausana, en los jardines del Museo Olímpico, justo delante de la puerta, está ahí el listón a 2,45m...

R. Un honor, un honor... Y esa iniciativa del COI me estimuló a mí a hacer algo igual en mi casa, y puse un listón a 2,45m, y el museo del deporte olímpico de Cuba hizo lo mismo en su entrada. Quien quiera entrar tiene que pasar por debajo del listón. Es uno de los récords básicos, y toda la gente entiende lo que significa... A la gente le dices que uno corre los 800m en 1m 41s y no puede entender lo rápido que es, pero le dices, ‘mira una portería de fútbol y un centímetro más, y sáltalo’, y lo comprenden.

P. ¿Cree que Barshim puede batir su récord después de haberse operado de los ligamentos del tobillo?

R. En estos casos depende mucho de la mente. Si temes que te vuelva a suceder lo mismo siempre vas a estar como frenado y no pondrás toda tu fuerza, toda tu velocidad al límite. Y creo que para hacer el récord del mundo tiene que evitar justamente eso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_