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EL JUEGO INFINITO
Columna
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La conquista del mundo de Sergio Ramos

Cuando salta, cuando corre, cuando disputa, cuando juega, hay algo abusivo en su misma figura que hace hasta obvia tanta seguridad

Jorge Valdano

Actor creíble… dentro de la cancha. Sergio Ramos es un actor mejorable que Amazon nos descubre como hombre mostrándonos su calidad personal y la de su entorno más cercano. Allí está Sergio como unidad de medida de los grandes futbolistas actuales. Pero si llegó hasta ahí es porque se trata de un jugador completo; descomunal correspondería decir, porque nunca se queda corto. Ni en calidad, ni en poderío físico, ni en liderazgo, ni en goles, ni en tarjetas amarillas… Sergio Ramos sirve para todas las conversaciones. El récord con la selección [168 partidos internacionales cumple ante Noruega, uno más que Casillas], como otros que vendrán, son una consecuencia natural de su gusto por la exageración. Se trata de un espécimen cada vez más raro en el mundo del fútbol, que transmite seguridad por su sola presencia. Cuando sus compañeros lo miran en el túnel de vestuarios, antes de salir a jugar, se dicen: “Nada malo me puede pasar”. Cuestión que supera la percepción para ser una evidencia estadística. Cuando en Europa faltó ante el CSKA (ida y vuelta), Juventus, Ajax y, últimamente, PSG, al equipo le pasó “algo malo”: perdió en las cinco ocasiones. Ese ansiolítico natural que impacta en el resultado solo lo producen las personalidades superiores.

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Un penalti a su medida. Los penaltis a lo Panenka son una demostración de pureza técnica y de frialdad competitiva, pero antes, de una audacia exhibicionista que me fascina y que pinta a Sergio de arriba abajo. No le importa venir de un error descomunal; tampoco la guerra psicológica con el portero; aún menos estar rodeado de una masa ardiente dispuesta a amarte o a odiarte por una sola acción; ni siquiera el tamaño del partido. Esa presión queda compensada por el placer de sentirse el dueño de todas las miradas, el centro del mundo. Porque es precisamente al mundo al que le quiere demostrar de qué pasta está hecho, y elige el penalti más burlón y arriesgado del muestrario para decirnos que el miedo no se hizo para él. “No será capaz de volverlo a repetir”, nos decimos. Pero sí, las veces que sean necesarias para que no lo confundamos con un marcador central al uso, esos tipos pragmáticos que juegan a no equivocarse y cuyo primer mandamiento es aportar seguridad.

Número de partidos jugados como internacionales.
Número de partidos jugados como internacionales.Fernando Hernández

El hombre que solo se conforma con todo. Pocas veces he conocido a un jugador con tanta confianza en sí mismo, un rasgo al que le debe muchas de sus virtudes y un único defecto: se sabe demasiado bueno hasta sentirse superior, lo que provoca contados errores, pero impropios de su categoría. Basta con verlo jugar para entender esa fe en sí mismo. Cuando salta, cuando corre, cuando disputa, cuando juega, hay algo abusivo en su misma figura que hace hasta obvia tanta seguridad. Como a todo líder, también le define su valentía: la física, para meter la pierna en cualquier sitio (pobre del que se anime a meterla en el mismo lugar); y la moral, para hacer frente a las presiones mediáticas, a los memes o a las crisis periódicas que acechan al Madrid. En esos momentos su ánimo parece de amianto y en el vestuario se erige, como el capitán que es, en refugio o en disparador de la plantilla entera. Pero no solo de excesos vive su fútbol. El tiempo ha ido modulando también su técnica, cada día más completa para sacar el balón desde atrás con la precisión, el criterio y la categoría del crack que es, para cabecear en las dos áreas o para darse algún vicio como delantero en partidos descarriados.

¿Lugar de llegada? Ni lo sueñen. Fue un lateral al que la función le resultaba insuficiente, por lo que decidió hacerse central para ensanchar el territorio y su jerarquía. Es un defensa que marca goles, así que un día, como si la heroicidad fuese una rutina, decidió hacer el gol más importante y agónico de los últimos 50 años de la historia del Madrid. Golazo contra el Atlético en Lisboa que, de paso, lo pinta como uno de los mejores cabeceadores de la historia. Ya que existe un premio FIFA al mejor jugador de la temporada por puesto, lo ganó 10 veces para que no quedaran dudas sueltas. Ya que es famoso hizo una boda hollywoodiense a la que no le faltó ningún exceso y le cuenta a Amazon lo estupenda que es su vida para que no lo confundamos con una persona cualquiera. Y ya que es internacional, contra Noruega llegará al lugar al que no llegó nunca nadie en España. ¿España? Sitio de llegada y de partida porque ya saben, todo le resulta insuficiente a su ambición. Ya que llegó hasta aquí, no tendrá más remedio que comenzar la conquista del mundo. Seguiremos informando.

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